sábado, 11 de diciembre de 2010

PLEGARIA A MARIA, FIGURA DE LA ESPERANZA

Por Antonio DÍAZ TORTAJADA (Sacerdote - Periodista - Poeta)

María:

La primera venida del Señor se realizó gracias a ti.

Y, por ello, todas las generaciones te llamamos bienaventurada.

Ahora que preparamos,

como cada año, una nueva venida,

los ojos de todos los discípulos de tu Hijo

se vuelven a ti para aprender,

con estremecimiento y humildad agradecida,

cómo se espera y cómo se prepara

la venida del Emmanuel:

Del Dios-con-nosotros.

Más aún,

miramos hacia tu persona

para aprender también cómo se da al mundo el Salvador:

Cristo Señor nuestro,

a quien todos los profetas anunciaron,

la Virgen esperó con inefable amor de Madre,

y Juan lo proclamó ya próximo

y señaló después entre los hombres.

El mismo Señor

nos concede ahora prepararnos con alegría

al Misterio de su Nacimiento,

para encontrarnos así, cuando llegue,

velando en oración y cantando su alabanza.

Con toda la Iglesia queremos alabarte,

bendecirte y glorificarte por tu Misterio de Virgen y Madre.

Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina,

en el seno de la Hija de Sión

en ti María,

ha germinado

aquél que nos nutre con el pan de los ángeles,

y ha brotado para todo el género humano

la salvación y la paz.

La gracia que Eva nos arrebató

nos ha sido devuelta en María.

En ti, madre de todos los hombres,

la maternidad, redimida del pecado y de la muerte,

se abre al don de una vida nueva.

Así, donde había crecido el pecado,

se ha desbordado tu misericordia

en Cristo nuestro Salvador.

Tu Virgen Inmaculada fuiste y sigues siendo

el personaje de los personajes del Adviento:

De la venida del Señor.

Por eso, cada día, durante el Adviento,

te evocamos, te agradecemos, te cantamos,

te glorificamos y enaltecemos como aquella

que fue la que accedió libremente

a ser la madre de nuestro Salvador el Mesías, el Señor.

Tu Madre Inmaculada eres tan importante,

que apareces

como el centro del misterio preparado e iniciado.

Aunque Navidad es para ti, María

la fiesta más señalada de tu maternidad,

el Adviento, que prepara esta fiesta,

es para ti y para todos nosotros

un tiempo de elección

y de particular preparación

para recibir a tu hijo Jesús.

Enséñanos a vivir este tiempo

como lo viviste tu.

Amén.

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