Por Antonio DÍAZ TORTAJADA (Sacerdote-periodista)
Querido Mateo, hijo de Alfeo, Leví para los amigos:
Tú eres un regalo de Dios para la Iglesia.
Tu eres el evangelista más querido por mi.
Tu evangelio lo valoro
por esa dimensión eclesial que contiene.
Diríamos que es el evangelio eclesial por excelencia.
Tu encuentro con el Maestro fue piedra de escándalo
para los escribas y fariseos.
Tu eras hebreo-cristiano, hombre culto,
que escribiste tus textos entre los años 80 y 90
en territorio de Siria una ciudad griega
donde además residían hebreos y romanos.
La confrontación que efectúas con la ley hebrea
se debe precisamente al ambiente helenístico-hebraico de Siria
y al conocimiento perfecto que Jesús tenía de la cultura hebrea
especialmente fariseos y escribas,
que te permitió interpretar de modo correcto su ley.
La ley judía era el mayor peligro para la comunidad cristiana.
Tú escribiste tu evangelio
para una comunidad instruida en la fe de Cristo.
Ya no se trataba tanto de ser creyentes
cuanto de conservarse en el seguimiento de Jesús, mediante la fe.
¡Qué paralelismo tan hermoso en el caso de nuestro mundo actual
donde vamos perdiendo poco a poco la fe.
Hoy somos los creyentes quienes nos estamos paganizando.
Igual que aquellos a quienes Pablo llamaba la atención diciendo:
“Me maravilla que tan pronto hayáis dejado
al que os llamó por pura gracia,
para pasarse a un evangelio diverso, no es que sea otro,
sino que algunos lo están tumbando
para deformar el evangelio del Mesías”.
Para tu compañero de fatigas Juan, el amigo de Jesús,
la alternativa estaba entre fe y no fe.
Sin embargo para ti, Mateo
entre la fe iniciada que requiere crecimiento
y la posibilidad de pérdida de la semilla.
Para ti la mejor forma de mantener la fe
frente al entorno pagano era la comunidad;
elemento del que todavía no estamos suficientemente convencidos
los que habiendo nacido y crecido como hijos de Dios en la cristiandad,
tenemos la responsabilidad urgente
de evangelizar la nueva cultura o mejor el paganismo
mientras la cristiandad se está debilitando.
No es el practicante sino el discípulo
el que hace del seguimiento de Jesús su práctica
y el ejemplo de ser creyente en la obediencia y obediente en la fe.
Tu evangelio --ese que hemos podido comenzar a releer de nuevo
en este tiempo de Adviento que vivimos--
requiere conocerlo, orarlo y compartirlo en comunidad
para introducirlo como una experiencia original,
por ser evangelio, en la misión y dándonos así
la oportunidad de iniciar en nuestra historia
nuevos procesos de la fe en comunidad
y crecimiento de la misma en fraternidad.
De la mano de tu evangelio podemos pasar
de los movimientos a los procesos
o iniciar con los movimientos procesos de kerigma,
catequesis, celebración y comunidad como resultado del proceso.
Enséñanos a vivir en comunidad.
La comunidad es una fraternidad
en la que ninguno puede estar por encima de los otros,
porque todos han sido llamados al seguimiento de Jesús, nuestro Maestro.
La comunidad es una ecología de esperanza
por ser alternativa a la forma como la sociedad vive.
Es en la comunidad cristiana llamada Iglesia
desde donde Jesús realiza la misión
incluyendo a los paganos convertidos.
Para ti, Mateo,
sólo si la comunidad de los Doce sigue a Jesús y habla de Él
se da el testimonio creíble para la sociedad.
Para ti, como para nosotros,
La comunidad es un verdadero desafío.
La cultura cristiana
frente a los poderes dominantes de Atenas o de Roma;
la aceptación de los extraños, de los diferentes, de los paganos,
en la comunidad fue y sigue siendo
el más arriesgado desafío que tenemos
para entender la Iglesia como comunidad.
Es el reto que se nos está presentado hoy
pero que hace de la Iglesia la institución más seriamente global
que pueda existir en el planeta tierra.
Somos herederos de múltiples tradiciones
que nos orientan por la acción del Espíritu hacia la universalidad,
hacia la diversidad de sabidurías
y en general, culturas humanas.
Perteneciendo a una comunidad como la que creaste tu,
pensaremos, hablaremos y oraremos de una manera particular,
al estilo de Jesús, pero también somos católicos;
es decir, orientados hacia la universalidad
en términos de evangelización hacia la misión “ad gentes”.
Somos una comunidad que sigue a Jesús
pero que, por la fuerza del Evangelio,
nos sentimos orientados “a fundar” nuevas comunidades.
Tenemos una identidad cuya amplitud
aún no alcanzamos a conocer como comunidad cristiana,
vivimos del acopio de aire, inspiración,
y la expulsión del mismo, expiración.
La profundidad de la espiritualidad en tu evangelio
se revela cuando se origina
una nueva forma social de vivir juntos en “comunidad”.
La comunidad es el espacio de la reconciliación,
del perdón y de la paz
Para ti, Jesús es el Señor resucitado,
el Señor que vive en la comunidad;
el Jesús de Nazaret y el Resucitado
son dos rostros totalmente compenetrados e inseparables.
Es el Resucitado quien habla a la comunidad;
por eso es Señor de la comunidad.
Para darle vida a la comunidad
destruye las fuerzas de la muerte y “carga con sus debilidades”,
entregando a la comunidad el perdón de Dios.
Jesús es el Maestro de la comunidad,
Jesús es el nuevo Moisés desde la montaña de las bienaventuranzas
Desde la montaña pascual del Gólgota, da la nueva ley:
“Ser perfectos como el Padre”
Jesús como Maestro
aparece preocupado por la organización de la comunidad
y la calidad de relación con los hermanos
Jesús es el Mesías esperado por Israel
y anunciado por las Escrituras.
Él es el cumplimiento.
Todos los que reconozcan en Él el Mesías
pertenecen al verdadero Israel, superando los orígenes.
Mateo: ¡Que interesantes son tus personajes!
Por la influencia greco-romana te interesan los personajes,
en el caso de tu evangelio:
Jesús como modelo y la comunidad como contexto.
Sólo el evangelio configura el gobierno de la comunidad.
Y los que se oponen al proyecto de la comunidad cristiana
como alternativa de la sociedad pagana,
son para ti: genios ciegos, fariseos hipócritas y enemigos malvados.
Enséñanos a ser discípulos de Jesús.
Ser discípulos de Jesús en aquellos años de los 80 a los 90
a pesar de la oposición creciente de la sinagoga judía
y en la perspectiva de la conversión de las naciones paganas
era tarea difícil.
Hoy podríamos decir que tu evangelio nos recuerda
cómo ser discípulos
en la cristiandad resquebrajada y el neopaganismo amenazante.
Dos aspectos principales revisten tu pedagogía:
Un aspecto literario fundamental para la nueva evangelización:
Claridad en la predicación;
parábolas o ejemplos para una comprensión de la doctrina.
Y en segundo término, el aspecto ético,
autoridad de la gracia frente a la ley,
lo que origina una piedad nueva centrada no en la ley
sino en el Padre que ve en lo secreto.
Mateo:
Tu buscas con insistencia la expresión justa
capaz de formar y de cambiar la vida de tus oyentes.
Y esta expresión justa la haces resonar con autoridad
en los labios de aquel a quien llamas y llamamos “El Señor”.
Pero sobre todo en la expresión adecuada y pedagógica
de la voluntad de Dios
que fortalece y origina la acción humana.
Ayúdanos a realizar en nuestras vidas tu proyecto.
Amén
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