viernes, 17 de diciembre de 2010

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

(Desde El Cañamelar, Valencia, José Ángel Crespo Flor)

Con estas lecturas, el Salmo y el Evangelio del IV domingo se puede decir que finaliza este tiempo de espera, esperanza y alegría que es el Adviento y - si hemos hecho un buen Adviento- tenemos que abrir nuestros corazones a la gran noticia de la humanidad que no pierde actualidad por más que transcurran los años: el nacimiento de Jesús. Esa es la noticia que entonces, en Belen, acaparó todo el protagonismo y esa es la noticia que mueve hoy en día a millones de cristianos a ver en este tiempo de Navidad un tiempo de gracia, de alegría y de propósito de la enmienda.
Porque Navidad es eso: volverse niño, observar el Belén de la casa o visitar otros Belenes más Clásicos y cuya visita recomiendo desde aquí: el de la Casa de Caridad, el de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, el de la Catedral, el que realiza la Asociación Valenciana de Belenistas, el de la parroquia de santa María del Mar o el que todos los años 'plantan' las Religiosas de San José de la Montaña.
Que esa visita a estos belenes clásicos de Valencia nos lleve a vislumbrar lo que entonces, en Belén, sucedió y que luego, en casa, con la Nueva Biblia de la Conferencia Episcopal Española que ha coordinado el sacerdote de la Iglesia Valenciana, canónigo de la Catedral y experto biblista Juan Miguel Díaz Rodelas, leamos y releamos el capitulo concerniente al nacimiento de Jesús para así preparanos mejor a celebrar los días claves del calendario litúrgico: la Nochebuena y la Navidad.

* Primera lectura (Lectura del libro de Isaías 7, 10-14)

En aquellos días, el Señor habló a Acaz:

- «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz:

- "No la pido, no quiero tentar al Señor."

Entonces dijo Dios:

- «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:

Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»


* Salmo responsorial (Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6)

R. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.


* Segunda lectura (Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 1, 1-7)

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios.

Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.

Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.

A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

** Evangelio (Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 18-24)

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:

«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.



*** SOÑEMOS COMO JOSÉ CON NAVIDAD

Por Antonio DÍAZ TORTAJADA (Sacerdote-periodista - poeta)

José, esposo de María y padre de Jesús:
Poco se habla de ti en los Evangelios.

Eres una figura gris, anónima, y de segundo plano.

Tu persona sólo sirve

como introducción a los evangelios

para que Jesús, tu hijo, forme parte

de la historia de la humanidad.

Y en particular de la historia de Israel.

Toda la historia de Jesús comenzó con su muerte y resurrección.

Desde ahí comenzó a preguntarse la comunidad cristiana

¿en qué momento se constituyó Dios o Jesús

como Hijo de Dios y Mesías?

Todos los relatos bíblicos sobre tu persona

son un engarce para entroncar a Jesús

a la historia de los hombres.

San Mateo organiza el relato de la infancia de Jesús

a partir de tu persona, José.

Los judíos que se habían convertido al cristianismo requerían

pruebas de la escritura y los profetas sobre Jesús

y para este fin eras imprescindible,

porque tu descendías de David.

Sólo tu como varón podías transmitir a Jesús ese origen.

En san Lucas María es el centro de la infancia,

en Mateo ese lugar lo ocupas tu.

Tu comienzas a vivir con María

en el momento en que descubres la gravidez de ella.

Aquí encontramos el mayor elogio de tu ser como un varón justo

(todo lo hiciste bajo la luz de Dios).

Justo también porque

además de salvar la reputación de tu novia María

aseguraste la identidad davídica de Jesús.

José:

Navidad es un tiempo oportuno

para rescatarte como padre y descubrir

lo que significas para la familia cristiana,

la sociedad y la navidad misma;

respetando siempre la forma discreta pero profunda

como los evangelios se refieren a ti.

José, padre de Jesús y esposo de María:

Tu eres figura del padre que puede ayudarnos

con tu testimonio y ejemplo.

Tu como padre y los padres a ejemplo de ti

pueden enseñarnos a comprender al Espíritu Santo

quien vino a tu esposa María y la cubrió con su sombra…

Después de María nadie mejor que tu para comprender a Jesús.

También el padre se encuentra revelado

para la familia y los creyentes en general

en tu persona.

El padre, en Navidad,

se personaliza en ti, José,

el Hijo en Jesús y el Espíritu Santo en María.

El problema tan difícil de afrontar

como el embarazo de María tu esposa,

lo resolviste siguiendo las enseñanzas de Dios

por medio del ángel:

La llevaste a tu casa.

La orientaste y acompañaste para cumplir deberes civiles

como los de subir para censarse a Jerusalén.

La supiste acompañar

estando presente en el parto de tu hijo en Belén.

Cuidaste y protegiste a tu esposa e hijo

de la presencia de Herodes

e hiciste que no fueran mayores las dificultades de Egipto

y el regreso escondido a Nazaret.

Pusiste límites y ejerciste autoridad

en la pérdida de tu hijo en el templo.

¿Por qué obraste así con nosotros?, le dijiste

Jesús reconocía tu autoridad y la de María

permaneciendo sumiso a vosotros.

Jesús aunque Hijo de Dios

aprendió a obedecer en el sufrimiento

Tu, José, sin ser padre biológico-genético de Jesús,

asumiste esa función,

poniéndole el nombre y haciéndolo artesano como tu;

es decir dándole una identidad social.

Sin duda alguna que tu espiritualidad judía

fue base para la espiritualidad de Jesús,

espiritualidad significada en el trato de Dios como Padre.

Una de las cosas más bellas en la experiencia de la fe

es encontrarse en los sueños con Dios.

Mateo le da un gran significado a los sueños.

Cuando pensaste dejar a María en secreto

por estar esperando un hijo antes de que vivierais juntos

un ángel del Señor te dijo en sueños:

“José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María….

Hoy los sueños ya no son fuente de expresión de Dios

o puentes para acceder a Él;

preferimos la planificación estratégica,

tampoco la “visión” que tiene que ver con los niños,

mucho menos éstos forman parte de la misión.

Tu corazón y sus delicados sentimientos

no podría creer que la mujer de tu amor

te hubiera sido infiel;

pero la razón se opone a lo que uno siente.

Tu problema no era soñar sino no poder dormir.

Sólo un ángel va a poder ayudarte a que te inclines por el corazón.

Siempre que Israel no sabe qué hacer

ni que caminos coger

aparece un ángel para indicarle el camino.

Hoy nos faltan enseñanzas que vengan de los sueños;

nos faltan sueños que nos recreen las imaginaciones.

En lugar de sueños preferimos horóscopos

que no cumplen lo prometido porque no traen fecha

y arruinan la razón con la ciencia ficción.

Estamos en Adviento,

o mejor, estamos en un tiempo para soñar

con la palabra de la Escritura

donde están dadas las promesas

y ratificado su cumplimento en el niño-Mesías.

Quisiéramos pedir al Niño de Belén

que restablezca los sueños en nuestra vida

para recrear y sanar la imaginación

y darle inspiración a los creyentes.

Es posible desde el sueño de la Navidad

leer y creer en los signos de los tiempos,

leer con el corazón

para sanar de tantos pronósticos negativos

y signos de muerte.

Nosotros como tu, José,

podemos creer el bello cuento

que los ángeles nos regalan en los sueños

para llevarnos a María a casa

y que nazca allí, como un sueño el Niño salvador

¡Que tu intercesión, glorioso padre de Jesús y esposo de María

venza en nosotros lo que el ángel del Señor venció en ti:

El conflicto entre la razón y el corazón

para ser “justos” como Tu!

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