jueves, 20 de diciembre de 2012

EL NUEVO BLOG DE EOS: LOS AFLIGIDOS PREMIAN A HORNO PASTELERIA MILA DEL ...

EL NUEVO BLOG DE EOS: LOS AFLIGIDOS PREMIAN A HORNO PASTELERIA MILA DEL ...: FOTOS MANOLO GUALLART Y JV  AMORES Desde El Cañamelar, Valencia, José Ángel Crespo Flor). Por cuarto año consecutivo la Hermandad del Cris...

lunes, 10 de diciembre de 2012

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EL NUEVO BLOG DE EOS: EL DOMINGO 16 A LAS 13 HORAS LOS AFLIGIDOS OS INVI...: Desde El Cañamelar, JAC.).     El próximo domingo 16 de diciembre, Tercer Domingo de Adviento, a las 13 horas y en el Local Social de...

sábado, 8 de diciembre de 2012

LA INMACULADA CONCEPCIÓN, NUEVA IMAGEN DE LA HUMANIDAD (Carta semanal del Sr. Arzobispo de Valencia)

 
  + Carlos, Arzobispo de Valencia 
  
 ¡Cuántos poetas y pintores, teólogos y escritores han cantado las grandezas de María Inmaculada! En el siglo de oro español muchos de sus artistas supieron captar la realidad del hecho más importante de la historia, la victoria sobre el mal. En la Santísima Virgen María descubren cómo la creación entera exulta de gozo, pues Ella, como dice Lope de Vega, “da muerte al que nos quita la vida”. Por otra parte, también el pueblo ha sabido captar las glorias de María e, incluso, antes de proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción, hombres y mujeres del pueblo así lo reconocían y vivían. Tenemos el ejemplo vivo en nuestra Archidiócesis de Valencia de cómo el pueblo captó esta realidad y la ha sabido mantener a través de los tiempos. El ejemplo de Ontinyent y la fuerza que ha tenido el dogma de la Inmaculada Concepción es evidente. Esta realidad ha configurado su historia, sus costumbres, sus ideales más altos. Todos nosotros hemos sido partícipes en la celebración del Año Mariano en Ontinyent, que concluye ahora, de cómo todos sus habitantes nos han contagiado la gloria de esa nueva imagen de humanidad que se manifiesta en María Inmaculada.

El 8 de diciembre de 1854 el Papa Pío IX proclamaba solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción, cuyo contenido estricto quedó sancionado con la bula Ineffabilis Deus. Con palabras muy precisas, entre otras cosas, se dice: “…declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y por consiguiente, que debe ser creída, firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano”. Con esta líneas os invito a todos a vivir la alegría que nace del cariño inmenso de Dios a los hombres y que la encontramos ya en la Virgen María. Son muy conocidas las palabras del Concilio Vaticano II: “Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Pues Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, de Cristo, el Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación… Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros en todo semejante a nosotros excepto en el pecado” (GS 22).

Y es que el Salvador del género humano debía recoger a todos los hombres. Y así como Adán fue hecho con esa tierra escogida, inmaculada y virgen sin lluvia del cielo, así el nuevo Adán debía nacer de una tierra inmaculada y virgen, sin lluvia de varón, para posibilitar el inicio de la nueva creación. La Virgen María refleja la perfección del plan de Dios, vincula a Cristo con el primer capítulo del Génesis. No habrá hombre nuevo sin tierra nueva. No habrá un cielo sin suelo. ¡Qué bien viene aquí recordar aquellas palabras que Fray Luis de León dirige a María: “a Dios de Dios bajáis del cielo al suelo, del hombre alzáis del suelo al cielo” (L. Mª Herrán, Mariología poética española, Madrid 1988, p. 151). Es impresionante contemplar la bendición que la Virgen María oyó por dos veces: “bendita tú entre las mujeres”. Así se lo dijeron el ángel en la Anunciación y su prima Isabel en la Visitación. La Inmaculada Concepción nos recuerda cómo la primera mujer es causa de muerte para los que vivían y cómo la segunda, María, es causa de salud para los mortales. Cuando meditas lo que los poetas han cantado, lo que los pintores han captado y lo que los teólogos nos han mostrado, siente uno algo muy especial al pensar en María: Ella es la materia santa de donde Cristo recibe la carne. El seno de María se puede decir, como lo hacen gran parte de los Santos Padres, que se convierte en testigo del abrazo y el beso entre Dios y el hombre. Según el salmo, “la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto” (Sal 84, 12-13).

Siempre me han impresionado las palabras de la Virgen María a Bernardette: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. ¡Cómo desvela María la gracia extraordinaria que Ella recibió de Dios! La gracia de ser concebida sin pecado. María es la mujer de nuestra tierra que se entregó por completo a Dios y recibió de Él el privilegio de dar la vida humana a su eterno Hijo. Recordemos aquellas palabras con las que María da respuesta a Dios a través del ángel: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Así aparece María como la expresión máxima de la belleza y de la hermosura transfigurada, la imagen de la nueva humanidad. Se nos presenta en esta historia como la criatura que vive en una dependencia total y absoluta de Dios, en la que manifiesta lo que es la libertad plena que tiene sus cimientos en el reconocimiento de la genuina dignidad que Dios le ha dado y nos desvela a nosotros nuestra propia dignidad, la que podemos alcanzar en Cristo. Ella nos muestra cómo ponerse en manos de Dios es encontrar el camino de la libertad verdadera, ya que solamente volviéndose hacia Dios el ser humano llega a ser él mismo. En manos de Dios encuentra su verdadera vocación, creada a su imagen y semejanza. Precisamente aquí está el drama del hombre hoy, cuando margina a Dios de su vida y vive desde sí mismo, no se encuentra, vive aturdido, sin sentido, en la desesperanza. Y es que sólo en manos de Dios encuentra su vocación verdadera, su imagen real.

La Inmaculada Concepción es el reflejo de la Belleza que salva al mundo: nada más ni nada menos que la belleza de Dios que resplandece en el rostro de Cristo, a quien Ella ha llevado en su vientre, y lo entrega en la historia para que los hombres contemplen su Gloria y su Belleza. El fundamento bíblico del dogma de la Inmaculada Concepción se encuentra en las palabras que le dirigió el ángel en Nazaret: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1, 28). ¡Qué fuerza tienen estas palabras! “Llena de gracia” es el nombre más hermoso de María. Es un nombre que le dio Dios mismo para indicar que Ella, desde siempre y para siempre, es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso, “el amor encarnado de Dios”, Jesucristo.

Con la Inmaculada Concepción descubrimos cómo el proyecto de Dios no ha fracasado. En la oscuridad de la historia, podemos decir de María lo que dice el salmo: “La tierra ha dado su fruto” (Sal 67, 1). María es el sagrario vivo del Dios encarnado, es el Arca de la alianza. Ella se convierte en una nueva fuerza viva que orienta e impregna el mundo desde el momento que dice “sí” a Dios. Es templo vivo de Dios. ¿Qué nos puede decir María Inmaculada hoy a nosotros? Ella vivía sumergida en la Palabra de Dios y por eso hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras de Dios, recibía la sabiduría de Dios. Con su vida nos recuerda, para que nunca lo olvidemos, que “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). Nos manifiesta siempre que no tengamos miedo, nos propone con fuerza que hemos de vivir así: “haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5). Ella nos invita a vivir abiertos a la acción de Dios, a decirle siempre “sí” y a mirar a los demás como Él mismo mira: con misericordia, amor y ternura infinita.

 
 

domingo, 2 de diciembre de 2012

Tiempo de gracia para ir al origen de las emergencias (Carta semanal del Arzobispo de Valencia)

Carlos, arzobispo de Valencia

Entramos en un nuevo Año Litúrgico. Lo iniciamos con el tiempo de Adviento. ¿Qué significado tiene este término? Se puede traducir de muchas maneras: “presencia”, “llegada”, “venida”. En el mundo antiguo era un término muy utilizado, indicaba la llegada de un funcionario, la visita de un rey o del emperador a una provincia. Pero, ciertamente, también podía indicar la venida de la divinidad, que se manifestaba saliendo de la oscuridad y presentándose con fuerza en medio de los hombres.

Los cristianos rápidamente adoptaron esta palabra, “Adviento”, para expresar su relación con Jesucristo. ¡Qué fuerza tiene para todos nosotros esta expresión, “Adviento”! Jesús es el Rey que ha entrado en esta tierra para visitar a todos los hombres. Y nos invita a participar en esta fiesta de alegría a todos y con unas consecuencias para la vida y la historia de los hombres indescriptibles. ¿Comprendéis la fuerza que tiene para el hombre saber que Dios está aquí, que no se ha retirado del mundo, que no nos ha dejado solos y viene a visitarnos de múltiples maneras? Dios quiere entrar en mi vida y desea dirigirse a mí. Tengamos la audacia y la valentía de acogerlo e invitemos a todos los hombres a recibirlo. Digamos a todos: ¡No tengáis miedo!

¿Qué aprendemos en este tiempo de Adviento? Descubrimos que el Señor ha venido a este mundo y ha visitado a los hombres por la Encarnación en María. Es una llegada singular de Dios a la historia de los hombres. Y vendrá otra vez al final de los tiempos. Sin embargo, no solamente existe esta llegada. El Señor desea venir siempre a través de nosotros y llama a las puertas de nuestro corazón y nos dice: “¿estás dispuesto a darme tu tiempo, tu corazón, tu carne, tu vida?”. Él busca una morada viva que dé la noticia de que el origen de las enfermedades que padecemos los hombres y que tienen el nombre de emergencias o de crisis, está en la incomunicación con Dios, en no dejarle entrar en la vida personal y colectiva de los hombres, en marginarle, en no contar con Él, en asumir una manera de comportarnos los hombres que nada tiene que ver con el humanismo que Él ha revelado con su presencia entre los hombres. Urge que el Señor pueda venir a través de nosotros.

¿Qué compromiso en Adviento tendríamos que asumir? Uno muy sencillo, pero muy hondo: “llevar la alegría a los demás”, “comunicarles la esperanza”, “transmitir la fe a todos los hombres”, “llevarles el amor de Dios”. No se trata de hacerlo con costosos regalos, tampoco de hacer grandes revoluciones con nuestras fuerzas y estrategias. Utilicemos la misma estrategia de Dios. Hay que llevar el regalo de nosotros mismos y con la vida nueva que nos ha sido dada en Cristo: siendo hechura de Dios, imagen de Dios, asumiendo una manera de existir que es la que nos ha revelado Nuestro Señor Jesucristo en su paso por este mundo y en la que hemos sido engendrados por el Bautismo.

Llevemos la alegría de haber conocido a Dios y de habernos conocido a nosotros mismos; llevemos la esperanza que nace de poner el corazón en los planes que son de Dios y en los sólidos fundamentos que se nos han revelado en Jesucristo; llevemos la fe que supone una adhesión inquebrantable a Dios en todos los proyectos que tiene sobre el hombre (especialmente, en una manera de entenderse al hombre a sí mismo); llevemos el amor de Dios que no sabe de mirarse para sí mismo, sino para los otros, que sabe de entrega total de uno mismo, de servicio incondicional al otro como si fuera Dios mismo. Con nuestras palabras y nuestras obras anulemos todas las emergencias y crisis, entregando salidas nuevas que nacen de volver a la comunicación abierta y con todas las consecuencias con Dios en Jesucristo.

En Adviento, recordemos siempre que Dios viene, que llega ahora, que no es un Dios desinteresado de nosotros y de nuestra historia. Es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es el Dios que viene y que nunca deja de pensar en nosotros, que respeta nuestra libertad hasta el límite, hasta, incluso, poder decirle “no quiero saber nada de ti”. ¡Cómo ha deseado Dios encontrarse con el ser humano! ¡Qué amor más grande ha manifestado viniendo a esta historia y haciéndose un hombre como nosotros! El deseo divino es encontrase con nosotros y el deseo del hombre ha de ser encontrarse con Dios y dejarse hacer por Dios. Y tenemos necesidad de este encuentro, pues Él es el único que nos libera del mal y de la muerte, el único que quiere retirar de nuestra vida todo aquello que impide la felicidad del hombre. En definitiva Él viene a salvarnos. Establecer la comunicación con Dios es todo un reto en este Adviento.

Tenemos anhelo de un mundo mejor. Hagámoslo con la oración y con las obras buenas, esas mismas que nos enseñó Jesucristo a hacer mientras estuvo con nosotros en esta historia. Propongamos como salida a nuestras emergencias y crisis la comunicación con Dios que nuestra cultura tiende a romper. ¿Cómo? El Adviento es un tiempo oportuno:

1) Captemos la presencia de Dios, su visita: sepamos saborear el silencio. La única manera de captar la presencia de Dios es saber detenernos en el silencio que nos habla de la presencia de Dios. En el silencio comprendemos mejor los acontecimientos de cada día, los gestos que Dios nos dirige o directamente o a través de los demás y de los acontecimientos. En el silencio percibimos con claridad el amor de Dios. Y en ese silencio podríamos escribir mejor nuestro “diario interior”, a través del cual podríamos escribir mejor las consecuencias y los compromisos a los que nos lleva el amor de Dios. Nuestra vida, desde el silencio, la comprendemos mejor y también la entendemos como “visita”, la que nos hace Dios a nosotros. Tengamos tiempos de silencio y de encuentro con Dios. Nuestras casas de ejercicios son medios para captar la presencia de Dios.

2) Vivamos en la comunicación con Dios, abiertos al misterio de Dios, ensanchando horizontes de comprensión: abiertos a Él sin romper la comunicación con quién nos ama y nos da el amor que necesitamos para vivir. Abiertos a su presencia real en el misterio de la Eucaristía. Abiertos a la escucha de su Palabra, a dejarnos hacer por ella. Abiertos a su presencia real regalándonos su perdón a través del Sacramento de la Penitencia. Abiertos a Él, que es la manera de satisfacer la demanda que existe hoy de verdad. Hay muchas informaciones, muchas ideas, muchas interpretaciones, pero existe una  gran necesidad de verdad. Ha sido Jesucristo el único que nos ha dicho que Él es la Verdad. Nuestros monasterios son lugares que debemos visitar para aprender a comunicarnos con Dios y vivir abiertos a su misterio.

3) Vivamos en esperanza: Adviento es espera. Adviento nos impulsa a entender la vida y la historia como “kairós”, como ocasión propicia para nuestra salvación. En nuestra vida estamos siempre en constante espera. La esperanza marca el camino de la humanidad y, en nosotros, tiene una certeza, la de que el Señor está con nosotros a lo largo de nuestra vida. Volvamos el corazón a Cristo que nos ofrece su amor y su salvación. Entreguemos este amor y esta salvación con obras a los que viven a nuestro alrededor, a través de nuestros compromisos reales con las instituciones de caridad.

sábado, 1 de diciembre de 2012

HIMNO AKATHISTOS

NOVENA A LA INMACULADA (AÑO DE LA FE) HIMNO AKATHISTOS
(Versión del Padre Jesús Castellano, Akathistos, Antiguo
himno a la Madre de Dios,Roma, 1996.)


1
Un Arcángel excelso
fue enviado del cielo
a decir "Dios te salve" a María.
Contemplándote, oh Dios, hecho hombre
por virtud de su angélico anuncio,
extasiado quedó ante la Virgen,
y así le cantaba:
Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve-, tú llevas en ti al que todo sostiene.
Salve, lucero que el sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

2
Conociendo la Santa
que era a Dios consagrada,
al Arcángel Gabriel le decía:
"Tu mensaje es arcano a mi oído
y difícil resulta a mi alma;
insinúas de Virgen el parto,
exclamando:
¡ALELUYA!

3
Deseaba la Virgen
comprender el misterio
y al heraldo divino preguntaba:
"¿Podrá dar a luz criatura
una Virgen? Responde, te ruego".
Reverente Gabriel contestaba,
y así le cantaba:
Salve, tú guía al eterno consejo;
Salve, tú prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos sus dogmas.
Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros solemne portento;
Salve, de turba infernal lastimero flagelo.
Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijistes el secreto.
Salve, del docto rebasa la ciencia;
Salve, del fiel ilumina la mente.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

4
La Virtud de lo alto
la cubrió con susombra
e hizo Madre a la esposa inviolable.
Aquel seno de Dios fecundado
germinó como fértil arado
para todo el que busca la gracia
y aclama:
¡ALELUYA!

5
Con el niño en su seno,
presurosa María,
a su prima Isabel visitaba.
El pequeño en el seno materno
exultó al oír el saludo,
y con saltos, cual cantos de gozo,
a la Madre aclamaba:
Salve, oh tallo del verde Retoño;
Salve, oh rama del fruto incorrupto.
Salve, al pío Arado tú cultivas;
Salve, tú plantas quien planta la vida.
Salve, oh campo fecundode gracias copiosas;
Salve, oh mesa repleta de dones divinos.
Salve, un Prado germina de toda delicia;
Salve, al alma preparas Asilo seguro.
Salve, incienso de grata plegaria;
Salve, ofrenda que el mundo concilia.
Salve, clemencia de Dios para el hombre;
Salve, del hombre con Dios confianza.
¡SALVE, VIRGEN Y ESPOSA!

6
Con la mente en tumulto,
inundado de dudas,
el prudente José se debate.
Te conoce cual Virgen intacta;
desposorios secretos sospecha.
Al saber que es acción del Espíritu,
Exclama:
¡ALELUYA!

7
Los Pastores oyeron
los angélicos coros
que al Señor hecho hombre cantaban.
Para ver al Pastor van corriendo;
un Cordero inocente contemplan
que del pecho materno se nutre,
y a la Virgen le cantan:
Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;
Salve, aprisco de fieles rebaños.
Salve barrera a las fieras hostiles;
Salve, ingreso que da al Paraíso.
Salve, por ti con la tierra exultan los cielos;
Salve, por ti con los cielos se alegra la tierra.
Salve, de Apóstoles boca que enmudece;
Salve, de Mártires fuerza que nadie somete.
Salve, de fe inconcuso cimiento;
Salve, fulgente estandarte de gracia.
Salve, por ti es despojado al averno;
Salve, por ti revestimos la gloria.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

8
Observando la estrella
que hacia Dios los guiaba,
sus fulgores siguieron los magos.
Era antorcha segura en su ruta;
Los condujo ante Rey Poderoso,
al llegar hasta el inalcanzable,
le cantan:
¡ALELUYA!

9
Contemplan los magos
entre brazos maternos
al que al hombre plasmó con sus manos.
Comprendieron que era Él su Señor,
A pesar de su forma de esclavo;
presurosos le ofrecen sus dones
y a la Madre proclaman:
Salve, oh Madre del sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico día.
Salve, tu apagas hogueras de errores;
Salve, Dios Trino al creyente revelas.
Salve, derribas del trono al tirano enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo.
Salve, nos has liberado de bárbaros ritos;
Salve, nos has redimido de acciones de barro.
Salve, destruyes el culto del fuego;
Salve, extingues las llamas del vicio.
Salve, camino a la santa templanza;
Salve, alegría de todas las gentes.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

10
Portadores y heraldos
de Dios eran los magos
de regreso, allá en Babilonia.
Se cumplía el oráculo antiguo
cuando a todos hablaban de Cristo,
sin pensar en el necio de Herodes
que no canta:
¡ALELUYA!

11
El Egipto iluminas
con la luz verdadera
persiguiendo el error tenebroso.
A tu paso caían los dioses,
no pudiendo, Señor, soportarte;
Y los hombres, salvados de engaño,
a la Virgen aclaman:
Salve, levantas el genero humano;
Salve, humillas a todo el infierno.
Salve, conculcas engaños y errores;
Salve, impugnas del ídolo el fraude.
Salve, oh mar que sumerge al cruel enemigo;
Salve, oh roca do beben sedientos de vida.
Salve, columna de fuego que guía en tinieblas;
Salve, amplísima nube que cubres el mundo.
Salve, nos diste el Maná verdadero;
Salve, nos sirves manjar de delicias.
Salve, oh tierra por Dios prometida;
Salve, en ti fluyen la miel y la leche.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

12
Simeón el anciano,
al final de sus días,
de este mundo dejaba la sombra.
Presentado le fuiste cual niño;
Mas, al verte cual Dios poderoso,
admiró el arcano designio
y gritaba:
¡ALELUYA!
 
13
Renovó el Excelso
de este mundo las leyes
cuando vino a habitar en la tierra.
Germinando en un seno incorrupto
lo conserva intacto cual era.
Asombrados por este prodigio
a la Santa cantamos:
Salve, azucena de intacta belleza;
Salve, corona de noble firmeza.
Salve, la suerte futura revelas;
Salve, la angélica vida desvelas.
Salve, frutal exquisito que nutre a los fieles;
Salve, ramaje frondoso que a todos cobija.
Salve, llevaste en el seno quien guía al errante;
Salve, al mundo entregaste quien libra al esclavo.
Salve, plegaria ante el Juez verdadero;
Salve, perdón del que tuerce el sendero.
Salve, atavío que cubre el desnudo;
Salve, del hombre supremo deseo.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

14
Ante el Parto admirable,
alejados del mundo,
hacia el cielo elevamos lamente.
El Altísimo vino a la tierra
con la humilde semblanza de un pobre
y enaltece hasta cumbres de gloria
a quien canta:
¡ALELUYA!

15
Habitaba en la tierra
y llenaba los cielos
La Palabra de Dios infinita.
Su bajada amorosa hasta el hombre
no cambiósu morada suprema.
Era el parto divino de Virgen
que este canto escuchaba:
Salve, mansión que contiene el inmenso;
Salve, dintel del augusto misterio.
Salve, de incrédulo equívoco anuncio;
Salve, de fiel inequívoco orgullo.
Salve, carroza del Santo que portan querubes;
Salve, sitial del que adoran sin fin serafines.
Salve, tu sola has unido dos cosas opuestas;
Salve, tu sola a la vez eres Virgen y Madre.
Salve, por ti fue borrada la culpa;
Salve, por ti Dios abrió el Paraíso.
Salve, tu llave del Reino de Cristo;
Salve, esperanza de bienes eternos.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

16
Todo el orden angélico
asombrado contempla
el misterio de Dios que se encarna.
Al Señor, al que nadie se acerca,
hecho hombre, accesible, admira
caminar por humanos senderos,
escuchando:
¡ALELUYA!

17
Oradores brillantes
como peces se callan
ante ti, Santa Madre del Verbo.
Como ha sido posible no entienden
ser tu Virgen después de ser Madre.
el prodigio admiramos tus fieles
y con fe proclamamos:
Salve, sagrario de arcana Sapiencia;
Salve, despensa de la Providencia.
Salve, por ti se confunden los sabios;
Salve, por ti el orador se enmudece.
Salve, por ti se aturden sutiles doctores;
Salve, por ti desfallecen autores de mitos.
Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;
Salve, rellenas las redes de los pescadores.
Salve, levantas de onda ignorancia;
Salve, nos llenas de ciencia suprema.
Salve, navío del que ama salvarse;
Salve, oh puerto en el mar de la vida.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

18
Por salvar todo el orbe,
el Divino Alfarero
hasta el mundo bajó, porque quiso.
Por ser Dios era Él Pastor nuestro;
Se mostró por nosotros Cordero;
Como igual sus iguales atrae;
cual Dios oye:
¡ALELUYA!

19
Virgen, Madre de Cristo.
baluarte de las Vírgenes
y de todo el que en ti se refugia
el divino Hacedor te dispuso,
al tomar de ti carne en tu seno;
Y enseña a que todos cantemos
en tu honor, oh Inviolable:
Salve, columna de sacra pureza;
Salve, umbral de la vida perfecta.
Salve, tu inicias la nueva progenie;
Salve, dispensas bondades divinas.
Salve, de nuevo engendraste al nacido en deshonra;
Salve, talento infundiste, al hombre insensato.
Salve, anulaste a Satán seductor de las almas;
Salve, nos distes al Señor sembrador de los castos.
Salve, regazo de nupcias divinas;
Salve,unión de los fieles con Cristo.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;
Salve, al Esposo conduces las almas.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

20
Impotente es el canto
que alabar presumiera
de tu gracia el caudal infinito.
Como inmensa es la arena en la playa
pueden ser nuestros himnos, Rey Santo;
Mas no igualan los dones que has dado
a quien canta:
¡ALELUYA!

21
Como antorcha luciente
del que yace en tinieblas
resplandece la Virgen María.
Ha encendido la Luz increada;
Su fulgor ilumina las mentes
y conduce a laciencia celeste
suscitando este canto:
Salve, oh rayo de sol verdadero;
Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que ilumina las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras.
Salve, surgieron de ti luminosos misterios;
Salve, brotaron en ti caudalosos arroyos.
Salve, figura eres tú de salubre piscina;
Salve, tu limpias las manchas de nuestros pecados.
Salve, oh fuente que lavas las almas;
Salve, oh copa que vierte alegría.
Salve, fragancia de ungüento de Cristo;
Salve, oh vida del sacro Banquete.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

22
Por querer perdonarnos
el pecado primero,
el que paga las deudas de todos,
de sus prófugos busca el asilo,
libremente del cielo exiliado.
Mas, rasgando el quirógrafo antiguo,
oye un canto:
¡ALELUYA!

23
Celebrando tu parto,
a una voz te alabamos
como templo viviente, Señora.
Ha querido encerrarse en tu seno
el que todo contiene en su mano,
el que santa y gloriosa te ha hecho,
el que enseña a cantarte:
Salve, oh tienda del Verbo Divino;
Salve, más grande que el granSantuario.
Salve, oh Arca que Espíritu dora;
Salve, tesoro inexhausto de vida.
Salve, diadema preciosa de reyes devotos;
Salve, orgullo glorioso de sacros ministros.
Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible de todo el Imperio.
Salve, por ti enarbolamos trofeos;
Salve, por ti sucumbió el adversario.
Salve, remedio eficaz de mi carne;
Salve, inmortal salvación de mi alma.
SALVE, ¡VIRGEN Y ESPOSA!

24
Digna de toda loa,
Madre Santa del Verbo,
Él mas Santo entre todos los Santos.
Nuestra ofrenda recibe en el canto;
Salva al mundo de todo peligro;
Del castigo inminente libera
a quien canta:
¡ALELUYA!

CON LA LLEGADA DE ADVIENTO SE DA COMIENZO AL CICLO C.

(Redacción).- CON LA LLEGADA DE ADVIENTO LA LITURGIA DE LA IGLESIA SE METE DE LLENO EN EL CICLO C. Este año leeremos fundamentalmente el Evangelio de Lucas. Pero ... ¡quien fue Lucas?. Vamos a tratar de adentrarnos en su persona y, sobre todo,  en la forma que tiene de abordar 'su' Evangelio.

Lucas significa: "luminoso, iluminado" (viene del latín "luce" = luz).
San Lucas escribió dos libros muy famosos: el tercer Evangelio y Los Hechos de los apóstoles. Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.

Era médico. San Pablo lo llama "Lucas, el médico muy amado", y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol.

Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo "fuimos a... navegamos a..." Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.

El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: "el que describe la amabilidad de Cristo". Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: "Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo", le respondió: "El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas". Un autor llamó a este escrito: "El libro más encantador del mundo".

Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía.

En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.

Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado "el evangelio de los pobres", porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.

También se ha llamado: "el evangelio de la oración", porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.

Otro nombre que le han dado a su escrito es el "evangelio de los pecadores", porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos.

Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas.

Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.

sábado, 3 de noviembre de 2012

¿QUIERES SER SANTO? (Carta semanal del Sr. Arzobispo de Valencia)

Un texto de ... Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia
 

Cuando recibáis esta carta, estaremos celebrando la fiesta de Todos los Santos, habrá sido clausurado ya el Sínodo sobre la “nueva evangelización” y estaremos en esas fechas celebrando el Congreso de Pastoral Juvenil que organiza la Conferencia Episcopal Española en nuestra Archidiócesis de Valencia. Todos estos acontecimientos me han hecho recordar unas palabras del Beato Juan Pablo II que, con motivo del comienzo del tercer milenio, nos dirigió a todos los cristianos: “No dudo en decir que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad”. La fiesta de Todos los Santos nos lo recuerda, como nos decía San Irineo de Lyon en la mitad del siglo II: “Dios se ha hecho hombre para que el hombre se hiciese Dios”. Es esto lo que han instaurado los Santos en sus vidas cuando reciben la vida de Cristo: expresan la verdad de lo que nos da el Bautismo, que es la entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación del Espíritu. Por otra parte, el Sínodo sobre la “nueva evangelización” nos está llamando a vivir siendo santos. Solamente con nuevo ardor, método y expresión seremos creíbles y evangelizaremos. Y esto lo tendremos si somos santos. También el Congreso de Pastoral Juvenil nos interpelará sobre cómo llevar a los jóvenes a ser santos. En definitiva, todos estos acontecimientos quieren llevarnos a descubrir lo que la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II nos decía en aquel capítulo V, verdadero programa que quiere entrar en lo que debe ser el manantial del que bebamos, la “vocación universal a la santidad en la Iglesia”.

Todos los Santos nos interpelan y nos hacen esta pregunta: ¿podéis contentaros con vivir una vida mediocre después de haber recibido la vida de Jesucristo por el Bautismo? Ciertamente que no. A lo que se nos invita es a ponernos en el camino del Sermón de la Montaña: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. (Mt 5, 48). Ese camino es el que nos regala Jesucristo cuando nos da su Vida por el Bautismo, cuando nos injerta en Él. La Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II nos dice: “Todos en la Iglesia, ya pertenezcan a la jerarquía, ya sean apacentados por ella, son llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación (1 Tes 4, 3; Ef 1, 4)” (LG 39).

“Los seguidores de Cristo, llamados y justificados por Dios en el Señor Jesús no por sus propios méritos sino por su designio y gracia de Él, han sido hechos verdaderamente hijos de Dios y partícipes de la naturaleza divina por el Bautismo de la fe y, por tanto, santos en realidad. Conviene, por consiguiente, que esa santidad que recibieron la conserven y perfeccionen en su vida con la ayuda de Dios” (LG 40). ¡Qué fuerza tienen para todos nosotros estas palabras! Todos los cristianos, en cualquier condición en la que vivamos, estamos llamados a vivir la santidad, es decir, la plenitud de la vida cristiana y llegar a la perfección de la caridad. ¿No recordáis la pregunta que le hizo el sacerdote a nuestros padres el día que nos llevaron a bautizar? ¿No habéis visto cómo, cuando va a recibir el Bautismo un adulto, se le pregunta, precisamente, “quieres recibir el Bautismo”? En ambos casos, ya sea niño o adulto y ya respondan los padres por él o sea él mismo quien responda, la respuesta es proclamar: quiero el Bautismo. Con ello, lo que se quiere decir y se afirma por parte de los padres es: “quiero que mi hijo sea santo”. Y, en el caso de un adulto, lo que anuncia es: “quiero ser santo”.

En esta “nueva evangelización” que tenemos que hacer nos planteamos la misma pregunta que el Beato Juan Pablo II: “¿Cómo callar ante la indiferencia religiosa que lleva a muchos hombres de hoy a vivir como si Dios no existiera o a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse con el problema de la verdad y con el deber de la coherencia?” (Tertio Millennio Adveniente, n. 36). No hay otra solución más que la que nos decía el propio Beato Juan Pablo II: la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad. Muchos se han preguntado: ¿es que se puede programar la santidad? Ciertamente que no. Pero sí podemos situar el camino pastoral bajo el signo de la santidad. ¿Cómo? Expresando con convicción firme que el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu. Viviremos, construiremos la historia y todas las relaciones entre los hombres de una manera muy diferente con la vida de Cristo en nosotros y con la fuerza del Espíritu en nuestras vidas.

Este momento de la historia de la humanidad necesita de la presencia de santos. La fiesta de Todos los Santos nos anima y nos alienta a vivir siendo santos. El santo es el que muestra con su vida, con el sí coherente que ha dado a Jesucristo, la omnipotente presencia del Redentor mediante frutos de fe, esperanza y caridad. ¡Atrevámonos a ser santos! ¡Atrévete a ser santo! Frente a la indiferencia, está el sí a Cristo de tantos hombres y mujeres de todas las edades y condiciones. ¿Cuál es la grandeza que entrega Jesucristo a nuestras vidas? La seguridad de que, mediante Él, llega la salvación al hombre; la certeza de que Él da al hombre luz y fuerza por su Espíritu para que pueda responder a su máxima vocación, de que Él es el centro y el fin de toda la historia humana.

El santo es quien ha descubierto el Bautismo como el verdadero fundamento de la existencia cristiana, queda transformado por la vida nueva que le ha dado. Por el Bautismo estamos llamados a seguir a Jesucristo, a ser otro Cristo en la vida que hagamos. Gracias a la fe viva, el cristiano acepta a Cristo de manera consciente y personal para que influya en todos sus intereses y vivencias. ¡Qué fuerza tiene el comprobar que nuestro sí es algo vital, que cambia nuestra vida, que nos hace ser distintos por ser verdaderamente humanos, con el humanismo verdadero que es el de Cristo, y que esto es para siempre! Por tanto, no es un sí ocasional, mercantilista o sentimental. Hemos sido incorporados a Cristo, vivimos en, con y para Cristo, tenemos los mismos sentimientos de Cristo, no nos regimos por un código, sino por una persona que me amó y se entregó por mí.

El santo es el que se ha dado cuenta de que, si amar y ser amado da sentido a cualquier vida, precisamente el amor cristiano, la caridad fraterna, es el valor máximo del vivir en Cristo. Y ello por la unión que tiene con el amor a Dios y por ser el distintivo del mensaje de Jesucristo, que nos dice que está mutilado el amor a Dios cuando no está acompañado del amor al hermano. ¡Qué fuerza tiene el amor de Dios para cambiar todo! La caridad es don de Dios y es participación del amor de Dios; es energía divina como presencia de la acción de Dios; es una petición realizada por Dios mismo al hombre, cuando le dijo “amarás al Señor tu Dios… y al prójimo como a ti mismo”; es la donación total de Dios que está pidiendo el “sí” total al hombre; nos pide la entrega a los hermanos, pues se trata de amar con obras y de dar la vida. ¡Atrévete a ser santo! ¡Atrévete a dejar que Dios entre en tu vida! ¡Atrévete a dar razón del Bautismo que un día recibiste!


                    

viernes, 2 de noviembre de 2012

PORTA FIDEI


LETRA DE LA CANCION 'PORTA FIDEI' que se cantó ayer en la Basilica de la Virgen de los Desamparados durante la vigilia con los jóvenes que presidió, como siempre, el arzobispo mons. Carlos Osoro





PORTA FIDEI, PORTA FIDEI CHRISTUS EST.
PORTA FIDEI
PORTA FIDEI, CHRISTUS EST.

Comprendéis lo que he hecho con vosotros,
haced vosotros lo mismo.

Os doy un mandamiento nuevo
que os améis los unos a los otros como yo os he
amado.

La paz os dejo mi paz os doy
no sed turbe vuestro corazón ni se acobarde

Si permanece en mi y mis palabras en
vosotros
pedid lo que deseáis y se realizará.

Nadie tiene amor más grande,
que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos.

“PARA TI LA VIDA ES CRISTO”: EL PRIMER ANUNCIO (Ponencia del Sr. Arzobispo, en el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil)

 Por Carlos Osoro (Arzobispo de Valencia)

*INTRODUCCIÓN:

ACLARACIONES PREVIAS PARA ENMARCAR LA PONENCIA

¿Qué es lo que hay que entender cuando se habla del “primer anuncio”?:

Antes de hacer una propuesta clara   de   lo   que   creo   que   debe   ser   el   “primer   anuncio”,   me   parece   necesario   realizar   algunas   aclaraciones   que   den   marco   a   la   ponencia o reflexión que voy a entregaros.

Ya desde el inicio de esta reflexión, quiero decir que nuestras comunidades cristianas necesitan incorporar en su vida el primer anuncio.  La  “nueva  evangelización”   lo está pidiendo. Aquella definición que hizo el Beato Juan Pablo II sobre la  “nueva   evangelización”,  con  aquellos  tres  elementos  que  la  distinguen:  nueva en ardor, nueva en método y nueva en expresión, nos estaba hablando ya de la incorporación del primer anuncio.

Estoy convencido de que el cansancio o la rutina de nuestras comunidades cristianas y de cada uno de nosotros, en la que a veces nos sentimos y que ciertamente nos paralizan y que es lo que las lleva a vivir como si aquí no se pudiera hacer nada, se desvanecerán si recuperamos el vigor que mana de la vida de los creyentes cuando asumen como misión de sus vidas “el primer anuncio”.

¿Qué queremos decir cuando empleamos este término primer anuncio? Entregar el anuncio explícito de Jesucristo a los hombres, es decir, el anuncio del nombre de Jesús, Hijo de Dios, y de la acción salvadora que Dios realiza por medio de su Pascua. En el primer anuncio de lo que trata es de proclamar y proponer el mensaje nuclear del Evangelio (kerigma) a quienes no conocen a Jesucristo, también a quienes un día lo conocieron pero se alejaron de Él, o a quienes creyendo que lo conocen viven la vida cristiana de una manera rutinaria y sin fuerza de interpelación para los hombres que les rodean. Se trata, en definitiva, al hacer el “primer anuncio”, de suscitar un interés tan especial y singular por Jesucristo que les pueda llevar a una adhesión viva a Él, adhesión que les haga descubrir el verdadero sentido de su vida o los remueva y les haga ver que tienen que vivir de Aquél (Piedra angular 1a Pedro 2,4-8; Efesios 2,20) en donde no peligra que vengan “vientos o tempestades” ya que la casa, nuestra vida, está construida sobre “Roca  firme”.

¿Cómo podemos ser  hoy  los  cristianos  “luz”  e  “interpelación”?  ¿Cómo  llevar  esa   luz que es Jesucristo, para que ilumine el misterio que envuelve la vida humana y nos lleve a dejarnos envolver por el Misterio de Dios? ¿Cómo ser interpelación hoy para todos los hombres que nos encontremos en el camino, para que asumamos la responsabilidad que tenemos todos los hombres, de tomar la decisión de adherirnos a Aquél que ha salido a nuestro camino para salvarnos? ¿Cómo seguir sanando en la raíz y entregando de primera mano a los hombres, a quien es la salud y la sanación, es decir a quien es el Camino, la Verdad y la Vida, Jesucristo? Lo hemos de hacer como lo hicieron los primeros discípulos.

Hay unas características en el Nuevo Testamento muy claras del kerigma o el “primer anuncio” en cuanto a los contenidos y en cuanto a la eficacia. En cuanto a los contenidos, el kerigma o “primer anuncio” tiene este contenido preciso: muerte y resurrección de Jesucristo, donación del Espíritu Santo como acontecimiento salvador que es propuesto a la aceptación del que escucha el anuncio. Y también tiene una eficacia especial el kerigma en la proclamación misma del anuncio, cuando se acompaña del testimonio de vida de quien lo proclama, pues esto lleva una fuerza de impacto en el corazón de quien escucha y lo pone en la alternativa de abrirse o cerrarse al mensaje que se propone. Cuando hay una respuesta positiva, es cuando se da una primera adhesión o conversión a Jesucristo. ¡Qué fuerza tienen aquellas palabras del Papa   Benedicto   XVI,   cuando   nos   dice:   “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”!

La Iglesia se edifica mediante la Palabra. La Palabra edifica a cada uno de los miembros y al conjunto de la comunidad. El primer anuncio es una misión y mandato de Jesús a su Iglesia, es un aspecto fundamental de su naturaleza y esencia. La Iglesia es criatura de la Palabra porque nace de esta palabra que también la nutre, la educa y la adorna. Sin anuncio no hay Iglesia, y sin Iglesia no se encarna el anuncio, no se visibiliza. La Iglesia vive de la Palabra de Dios, así como la palabra necesita del pueblo de Dios para que realice aquello para lo que fue pronunciada y enviada (cf. Is 55,11). La Iglesia no sólo vive de la Palabra sino que debe servirla. De modo que la existencia de la Iglesia se cimienta también a partir de este servicio y misión. Más aún, cuando la Iglesia no sirve a la palabra de Dios no responde a su naturaleza. La Iglesia es fruto de la promesa de Palabra de Dios, depende de la palabra pronunciada por Dios. Esta Palabra que da vida a la Iglesia es dada por el Espíritu de Dios y está llena de Él. El Espíritu Santo es la profusión del amor de Dios, la forma como Dios sale de sí creándose un interlocutor (la Iglesia) con el que entra en comunión a través de su Palabra.

La Iglesia tiene la misión y el reto de convertirse en el futuro de la humanidad porque es la sal y la levadura de la tierra. La Iglesia ante este reto debe partir del diálogo íntimo y de la identificación con Cristo para poder salir a anunciar el Evangelio promoviendo vida, sentido y alegría en la sociedad actual. La Iglesia que manifiesta y hace posible en la historia y en la sociedad el mandamiento de Dios, el precepto del amor, promueve a través de su anuncio la realización plena del proyecto existencial del hombre llamado a la comunión con Dios (filiación) y con los hombres (fraternidad). Ella es la comunidad que hace presente en la historia la llegada del Reino de Dios, cuyo valor supremo es la caridad que garantiza la dignidad y la promoción del hombre integral y de su mundo.

1. PRIMER ANUNCIO Y CATEQUESIS, SUS DIFERENCIAS: AMBAS NECESARIAS EN LA ACCIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA

1.1. Del nacimiento a la fe al crecimiento de la fe: dos metodologías necesarias en la acción evangelizadora de la Iglesia:

La  metodología  del  crecimiento  de  la  fe  es  la  “catequesis”  y ésta siempre ha estado presente en la vida de la Iglesia en todos los lugares de la tierra en los que se hace presente en su misión evangelizadora. La metodología del nacimiento es el  “primer   anuncio”  y  a  veces  en lugares  de  tradición  cristiana  fue  sustituida  en  la  manera  singular   de hacerse desde el nacimiento de la Iglesia por otras estructuras que ayudaban a nacer a la fe. Hoy es necesario que las dos metodologías, en su modo de hacerse desde los inicios de la misión de la Iglesia, se hagan presentes en la misión evangelizadora.

No es una alternativa la que presento entre las metodologías del crecimiento de la fe y las del primer anuncio. Son necesarias para la evangelización las dos. Pero sí hemos de decir que en el mundo y en la cultura que estamos no bastan solamente las del crecimiento que son las que normalmente hemos desarrollado en nuestra acción pastoral, ya que las del nacimiento a la fe nos venía dada por la familia, la escuela y la cultura. Hoy es urgente y es necesario incorporar de una manera nueva o con la originalidad del primer momento del anuncio que inició la vida de la Iglesia, las del nacimiento a la fe en la evangelización. Basta que recordemos la descripción que el Concilio Vaticano II nos hacía de nuestro mundo hace cincuenta años:

“El cambio de mentalidad y de estructuras somete con frecuencia a discusión las ideas recibidas. Esto se nota particularmente entre jóvenes, cuya impaciencia e incluso a veces angustia, les lleva a rebelarse. Conscientes de su propia función en la vida social, desean participar rápidamente en ella. Por lo cual no rara vez los padres y los educadores experimentan dificultades cada día mayores en el cumplimiento de sus tareas. Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahí una grave perturbación en el comportamiento y aun en las mismas normas reguladoras de éste. Las nuevas condiciones ejercen influjo también sobre la vida religiosa. Por una parte, el espíritu crítico más agudizado la purifica de un concepto mágico del mundo y de residuos supersticiosos y exige cada vez más una adhesión verdaderamente personal y operante a la fe, lo cual hace que muchos alcancen un sentido más vivo de lo divino. Por otra parte, muchedumbres cada vez más numerosas se alejan prácticamente de la religión.

La negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy día, en efecto, se presenta no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo. En muchas regiones esa negación se encuentra expresada no sólo en niveles filosóficos, sino que inspira ampliamente la literatura, el arte, la interpretación de las ciencias humanas y de la historia y la misma legislación civil.  Es  lo  que  explica  la  perturbación  de  muchos”.

Aunque voy a hablar del primer anuncio, ello no quiere decir que no tengamos que tener en cuenta los diversos elementos que deben integrar todo el complejo proceso que llamamos evangelización. Mi propuesta es el primer anuncio, que sabemos que en éste el principal protagonista es el Espíritu Santo y la necesidad de recuperarlo en la vida de la Iglesia, también en los países de antigua tradición cristiana. Por otra parte, poner hoy el acento en la evangelización explícita es acoger lo que el Concilio Vaticano II nos propone. Hoy resuenan de una manera urgente en nuestra vida aquellas palabras del Señor: “Id,   pues,   y   haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os   he   mandado”. Abordar el primer anuncio no quiere plantear un cristianismo individualista o de corte intersubjetivo, es una parte de un todo que en el proceso de evangelización se tiene que abordar.

1.2. Diferencias fundamentales entre el primer anuncio y la catequesis:

Me gustaría expresar cómo   el   “primer anuncio”   está   determinado   por   su   objetivo, que es suscitar e incentivar el interés por Jesucristo y generar un movimiento en la persona hacia la fe inicial. Es el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) quien marca la meta a la que debe dirigirse el primer anuncio y que después tendrá que ser consolidado por el pre-catecumenado.

Nos   dice   el   RICA:   “De   la   evangelización   (primer   anuncio/pre-catecumenado), llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con la que cada uno se siente arrancado del pecado e inclinado al misterio del  amor  divino”. Y además nos regala la clave en la que el primer anuncio debe suscitar en los no creyentes la  “simpatía”  por  el  Evangelio”, debe  suscitar “alguna  inclinación  a  la  fe  cristiana” y seguirla. ¡Qué fuerza tiene para todos nosotros el primer anuncio! Con él, la Iglesia trata de despertar al ser humano y de hacerle poner interés por Jesucristo.

Después, en la pre-catequesis o pre-catecumenado, se acoge esa inquietud y se ayuda a quien simpatiza para que tome una decisión seria por la fe y entre en un proceso progresivo de conversión en el seno de la comunidad cristiana. El primer anuncio es informal y puntual. La pre-catequesis está estructurada.

Voy a intentar describir las diferencias   entre   el   “primer   anuncio”   y   la   “catequesis”, desde un marco en el que se vean las diferencias y al mismo tiempo la necesidad y complementariedad de ambos. Es muy importante caer en la cuenta de la diferencia:

1. El nombre del “primer anuncio” y la “catequesis” ya nos marcan la diferencia. El “primer anuncio” se le llama “kerigma” que quiere decir “pregón” o “anuncio” “predicación”,  “proclamación”...,  y es sinónimo de “Evangelio” o “Buena   Noticia”,  en  el  sentido  de  que  el  “kerigma”  es  el  contenido  de  la  “Buena  Noticia”. La “catequesis” se la llama “katecho”  que  quiere decir guardar o retener y que es sinónimo de  “didaché”  o  “enseñanza”. 

2. Los destinatarios son diferentes: en   el   “primer   anuncio”   son   quienes   no   conocen a Jesucristo o quienes se alejaron de Él o quienes viven una fe sin fuerza o simplemente para cumplir.  Sin  embargo  los  destinatarios  de  la  “catequesis”  son  quienes   ya conocen a Jesucristo y han optado por Él.

3. El objetivo es bien claro y preciso en uno y otro caso, el nacimiento de la fe y el de la conversión inicial a Jesucristo (primer anuncio); y el crecimiento de la fe y de la comunión con Jesucristo (catequesis).

4. Los contenidos en  el  “primer  anuncio”  son  claros,  vienen  descritos  en  el libro de Hechos de los Apóstoles 2, 32-33. 36: “A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís  (...)  Sepa,  pues,  con  certeza  toda  la   casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado” .También se puede ver Apocalipsis 3, 20. El método es la comunicación verbal del mensaje en clave de diálogo (Rm 10, 17). Por su parte, en  la  “catequesis”  el contenido es la revelación de Dios transmitida en la Escritura y en la Tradición a través de la  Iglesia  (Biblia,  Catecismo...) y el método es la exposición sistemática, progresiva y didáctica de todo el contenido de la fe, es decir lo que hay que creer, lo que hay que celebrar, lo que hay que orar y  lo  que  hay  que  vivir.  El  “primer  anuncio”  lo  tiene  que   hacer   todo   bautizado.   La   “catequesis”   lo   debe   hacer   un   catequista   preparado.   Los   lugares propios para realizarlo, en el primer caso, es en todo lugar y en el segundo, en un lugar propio de reunión.

2. NECESIDAD Y URGENCIA DEL PRIMER ANUNCIO EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

2.1. Los jóvenes están en una situación que el Papa Benedicto XVI ha llamado de
“gran  emergencia  educativa”:

Estamos acostumbrándonos a oír hablar de emergencias muy diversas en la situación actual, pero el Papa Benedicto XVI, está insistiendo en una que es fundamental  y  que  él  la  califica  de  “gran  emergencia”  y  se  refiere  a  la  educación.  Y  es   que de entre todas las emergencias de las que se viene hablando en este tiempo, la más preocupante de todas es la que el Santo Padre califica  de  “gran  emergencia  educativa”.   Es cierto que en esto coinciden numerosas personas de todos los ámbitos y procedencias, ya sea en el campo cultural o en el político e ideológico.

Todos sabemos que es en el campo de la educación donde mejor y mayormente se reflejan los problemas más profundos de cada época. Sin embargo, hay algunas connotaciones que hacen   diferente   la   novedad   de   esta   crisis   o   “gran   emergencia   educativa”.   En   un mundo   sobresaturado de informaciones, ¡qué importante es enseñar a vivir en este mundo como persona! La novedad de la situación actual proviene de que no sabemos qué finalidades debe cumplir y hacia dónde debe orientar sus acciones, no hay norte, ni sur, ni este, ni oeste. Las finalidades están oscuras y las ideas muy débiles y raquíticas.

¿Qué podemos hacer cuando hay una confianza ingenua en un desarrollo espontáneo de la persona; cuando hay una disminución de la autoridad educativa; cuando se da un ambiente de dispersión y facilidad en el estilo de vida; cuando se manifiesta un desprestigio de los medios didácticos tradicionales y se hace sólo una opción por los métodos activos y globales; cuando se dan unas disfunciones en el sistema educativo que tienen su manifestación en la indisciplina, el desorden, la violencia en el mismo aula; cuando hay desmotivación, politización de la educación? Ciertamente todo ello trae desconcierto a nivel teórico y práctico. Y lo más perjudicados son los alumnos. Cuando faltan los criterios que hay que enseñar, transmitir y corregir, se crea una desorientación generalizada. Esas palabras que tanto bien han dado a la persona en su realización como son constancia, esfuerzo, sacrificio, responsabilidad, autoridad, parece que han desaparecido. ¿Hemos abdicado de la tarea educativa? Urge repensar en profundidad y analizar por una parte las manifestaciones de la crisis, como también dónde hunde sus raíces y dónde se encuentran las dificultades que están surgiendo. Esta  la tarea a la que el Papa Benedicto XVI nos está invitando cuando nos habla  de  la  “gran emergencia educativa”,  tarea  en  la  que  de  fondo  está  también  el   “primer anuncio”. Pues el desconocimiento y el ocultamiento de Dios esta en la raíz de esta  “gran  emergencia”.  Hay  situaciones  que  el  Santo Padre  nos  ha  descrito de una manera muy clara en las diversas y numerosas intervenciones que sobre este tema ha tenido: fracasos, comportamientos de violencia y criminalidad, ruptura de generaciones, renuncia de los padres y educadores a la misión educativa, respiración y atmósfera en la que se duda del valor de la persona, del significado del bien y de la verdad, la no entrega de certezas y convicciones. En el fondo, lo que realmente se está poniendo en juego es la concepción de hombre, la antropología y ética (moral) que subyace en estos comportamientos.

Todas las situaciones, a las que apunta el Santo Padre  sobre  la  “gran   emergencia educativa, tienen unas raíces antropológicas y culturales muy profundas.

Es necesario recordar aquí, lo que el papa Benedicto XVI nos decía en la última encíclica   social, cuando   nos   hablaba   de   dónde   estaba   la   clave   para   salir   de   la   “gran   emergencia”   o   de   la   crisis   que   él   apuntaba   que   fundamentalmente   era   ética   y   moral:   la   clave  no  está  en  la  técnica,  sino  “en  una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la persona considerada en la globalidad de su ser”.

¿No está aquí la urgencia y la necesidad que tiene el ser humano de una formación integral, de una formación humanista? En  esta  “gran  emergencia”  hay  que  situar  un  aspecto  muy   importante  y  preciso,  “la  emergencia  educativa  asume  un  aspecto  muy  preciso:  el  de  la   transmisión  de  la  fe  a  las  nuevas  generaciones”.

¿A qué se refiere con esta expresión el Santo Padre? Muy en concreto a la dificultad que plantea la cultura actual, que pretende poner a Dios entre paréntesis o mejor ocultarlo, desalentando opciones de compromiso y definitivas y proponiendo satisfacciones inmediatas. El Papa Benedicto XVI, nos ha hablado de  que  la  crisis  actual  hunde  sus  raíces  en  la  “crisis  de  fe”,  de  ahí  la  invitación   que nos hace permanentemente al “primer anuncio”, a la evangelización, anunciar en todas las ocasiones y circunstancias, de todas las maneras a Jesucristo, muy especialmente valorando la aportación desde el campo de la educación a la evangelización, debemos de tener claro que sin educación no hay evangelización duradera y profunda, no hay desarrollo en el crecimiento y maduración, no hay cambio de mentalidad y de cultura. El Papa   insiste   que   hay   “un   clima   generalizado,   una   mentalidad y una forma de cultura que llevan a dudar del valor de la persona humana, del  significado  mismo  de  la  verdad  y  del  bien;;  en  definitiva  de  la  bondad  de  la  vida”.

Estas dificultades, y otras muchas, hacen  más  urgente  “el  primer  anuncio”.  Y  en   este   nos   tenemos   que   implicar   todos   los   bautizados,   a   todos   se   nos   ha   dicho   “id   y   anunciad”.   Este   “primer   anuncio”   tiene   unas   dificultades   reales   para   poder   hacerlo   con   los jóvenes. El Papa nos decía que es   “cada vez más difícil proponer de manera convincente a las nuevas generaciones certezas sólidas y criterios sobre los que construir  su  vida”.

Pero éstas, no son insuperables, es cierto que tenemos que suscitar pasión por anunciar el Evangelio. La encíclica Spe salvi nos habla de cómo la esperanza se  ve  acechada y  en nosotros  existe  el  riesgo  de  convertirnos  en  hombres  y  mujeres  “sin   esperanza  y  sin Dios en  este  mundo”.

Y esto produce una incapacidad para resultar creíbles y una crisis de confianza en la vida. Resulta imposible hacer el anuncio de Jesucristo y crear simpatía por Él, cuando no está claro el modelo de hombre, de experiencia humana, de calidad de vida, por lo que vale la pena hacer un compromiso.

¿Cómo hacer posible una propuesta radical de vida, como es dándole noticia de Jesucristo, a un joven que crece sin haberle entregado miradas certeras de la realidad, que ofrezcan significado y sentido, a quienes nuestra atmósfera cultural los hace en muchas ocasiones inconstantes y escépticos, que pasan de todo, donde lo que más abunda es la tendencia al “colegueo”, al igualitarismo, al todo vale, al permisivismo, al consumismo, al dejarse llevar...? ¿Quiénes tiene que hacer esto? ¿Cómo hacer posible que quienes se acerquen a los jóvenes dejen de vivir en lo  que  yo  llamo  “juvenilismo”, es decir, acercarse a los jóvenes si es adulto, no queriendo ser adulto y si es joven abdicando de su misión que es llegar a lo profundo de su vida y sepan darle a quien es capaz de cambiar todos sus horizontes y encontrar la felicidad que todo ser humano consciente o inconscientemente añora en su corazón? No hay otra forma más que hacer la opción por vivir la radicalidad del Bautismo y entregar la novedad que tenemos, de tal manera que experimentemos la necesidad de realizar una tarea urgente como es “es   formar a las nuevas generaciones para que sepan entrar en relación con el mundo, apoyadas en una memoria significativa que no es solo ocasional, sino que se incrementa en el lenguaje de Dios que encontramos en la naturaleza y en la Revelación, con un patrimonio interior compartido, con la verdadera sabiduría que, a la vez que reconoce el fin  trascendente  de  la  vida,  orienta  el  pensamiento,  los  afectos  y  el  juicio”.

Es cierto que   esto   no   es   fácil   realizarlo   en   una   cultura   “caracterizada por el relativismo, el consumismo y una falsa y destructiva exaltación o, mejor, profanación del cuerpo y de la  sexualidad". Pero creemos y estamos seguros que la fuerza de Dios es más grande que la de los hombres.


¿Dónde se encuentran las   raíces   de   tal   “gran   emergencia   educativa”?   Es   imposible  educar  si  falta  un  modelo  de  hombre.  La  “gran  emergencia”  de  la  que  habla  el   Papa Benedicto XVI, es la expresión y manifestación de un problema más profundo, como es la crisis antropológica en la que estamos. El Papa insta a ir a las raíces, por eso  nos  dice:  “es  necesario  llegar  a  las  raíces  profundas  de  tal  emergencia  para  encontrar   también  las  respuestas  adecuadas  a  este  desafío”.

Voy a intentar enumerar estas raíces, ya que en ellas se encuentra el quebrantamiento de la persona, ello nos da datos suficientes para descubrir la gran oportunidad que nos regala el Señor de anunciarle a Él y de proponer el modelo de persona que nos entrega y regala a los jóvenes:

1. El relativismo: nos dice el Papa Benedicto  XVI:  “En  una  sociedad  y  en  una   cultura que con demasiada frecuencia tiene el relativismo como su propio credo y en la que el relativismo se ha convertido en una especie de dogma, falta la luz de la verdad, más aún, se considera peligroso hablar de verdad, se considera autoritario, y se acaba por dudar de la bondad misma de la vida -¿es un bien ser hombre?, ¿es un bien vivir?- y de  la  validez  de  las  relaciones  y  de  los  compromisos  que  constituyen  la  vida”.

En nuestra cultura prevalece la insatisfacción, el vacío de la existencia, se pierde el deseo y la necesidad de creer, amar y esperar. ¿Cómo proponer a los jóvenes algo válido y cierto,   algo   que   sea   convincente?   Cuándo   faltan   cimientos   ¿cómo   ponerlos?   “La   construcción de la ciudad del ser humano se convierte en un intento lleno de sentido cuando   se   sabe   quién   es   el   ser   humano,   cuando   se   conoce   la   medida   de   lo   humano”18. Está en juego el que la persona llegue a ser lo que en verdad es y se ponen en juego las bases de la convivencia y del futuro de la humanidad.

2. El encapsulamiento de la persona sobre sí misma: el Papa Benedicto XVI nos  lo  dice,  “una  raíz  esencial  consiste,  a  mi  parecer,  en  un  falso  concepto  de  autonomía   del  hombre”.

Cerrarse en uno mismo y no abrirse a los otros y a Dios es la muerte del ser humano. Nuestra cultura provoca un falso concepto de autonomía, como es el encapsulamiento de la persona, el encerrarse en sí misma. Las tragedias que provoca esta manera de vivir las estamos observando continuamente: los jóvenes así quedan prisioneros de sus gustos, instintos, sin criterios, sin referencias, sin convicciones, esclavos del consumismo, a merced de los vientos que más fuerte soplen, de las ideas que más fuerzas tengan para dominar y de los gustos y fuerzas que sostengan los medios de comunicación social. ¡Qué tragedia el prescindir de algo que es esencial para el crecimiento y desarrollo de la persona! Como dice el Papa Benedicto XVI, la persona humana no puede prescindir de lo que le es esencial, que llega a ser ella misma a partir del  otro:  “El  yo  llega  a  ser  él  mismo  solo  a  partir  del  Tú  y  del  vosotros;;  está  creado  para   el diálogo, para la comunión sincrónica y diacrónica, y sólo en el encuentro con el Tú y el  nosotros  se  abre  el  yo  a  sí  mismo”.

Hay que superar la falsa idea de autonomía del hombre como si fuese un yo completo en sí mismo. Solamente llega a ser yo en el encuentro con el tú, con el Tú de Dios y con el nosotros. Nuestra cultura tiende a cerrar a la persona en sí mismo, dentro de sí misma, a vivir por sí misma. Sin embargo el ser humano queda definido por las relaciones que tiene, constitutivamente es un ser de relaciones y abierto a los demás y a Dios.

3. El ocultamiento de lo que es la naturaleza y la Revelación, instaura la dictadura del relativismo: Hoy se considera la naturaleza como una realidad que es mecánica, que en sí misma no contiene ningún imperativo moral, ninguna orientación de valores y por otra parte, la Revelación se la considera como una fase del desarrollo histórico y cultural que no incluye contenidos orientadores para la vida y la acción de los hombres. ¿Qué sucede cuando estas dos fuentes se ocultan? Silenciadas, todo queda reducido a un conjunto de decisiones culturales, que son ocasionales y arbitrarias, que en modo alguno valen para el presente y mucho menos para el futuro. Este es el caldo de cultivo para que florezca el relativismo, el escepticismo y el nihilismo. No hay verdad, todas las verdades son equivalentes, es decir, todo vale. Esto hiere de muerte a la persona, a la familia, a la escuela, a la cultura y declara que todo está permitido, es decir, produce un clima anémico y permisivista, que asfixia y disuelve el yo. Así la persona queda al pairo de lo que es vano, superficial, relativo, fragmentario, aparente, provisional. ¡Qué resumen más maravilloso hizo el Papa en el discurso de apertura del cónclave   de   donde   saldría   elegido   Papa:   “Se   va   constituyendo   una   dictadura   del   relativismo, que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el  propio  yo  y  sus  antojos”!

4. La desesperanza que es el corazón del nihilismo: Los valores esenciales quedan aniquilados o perdidos. Y desaparecidos los fines, sobran las respuestas a los por qué del   sentido.   El   Papa   Benedicto   XVI   nos   dice   que   “la   esperanza   hace   que   el   hombre   no se cierre en el nihilismo paralizador y estéril, sino que se abra al compromiso generoso en  la  sociedad  en la que  vive,  para  poder  mejorarla”.

Hay que convocar a los jóvenes, hay que inyectarles esperanza. Y ésta, solamente la puede entregar Jesucristo. A los jóvenes hay que llamarlos por su nombre, mostrar interés por ellos, lo necesitan. El método  es  el  mismo  de  Jesucristo,  “sígueme”,  “ven  y  verás”.  Esto  saca  de  la  mazmorra   del nihilismo, da esperanza. Solamente lo puede hacer en verdad Jesucristo. La encíclica Caritas in veritate aporta algo fundamental sobre la centralidad de la persona. Nos dice: “la   cuestión   social   se   ha   convertido   radicalmente   en   una   cuestión   antropológica”.

“Cuando  una  sociedad  se  encamina  hacia  la  negación  y  la  supresión  de  la  vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida para la vida  social”.

Detrás de todo esto está una cuestión fundamental como es la cuestión antropológica. ¡Qué diferencia más abismal entre entendernos como apertura de yo al tú, al nosotros y al  Tú  de  Dios  o  entendernos  solamente  cerrados  en  nosotros  mismos!  “Para educar es preciso  saber  quién  es  la  persona  humana”.Anunciar a Jesucristo es un imperativo necesario para promover un nuevo humanismo y dar verdaderos fundamentos a la persona.

Benedicto XVI estima que estamos en un momento de la historia idóneo para proponer a nuestro continente el axioma moral que Pascal ya propuso a sus contemporáneos no creyentes, esto es, vivir y orientar su vida como si Dios existiera (veluti si Deus daretur) porque Dios no limita a nadie su libertad sino que más bien toda la existencia humana encuentra en Él un sentido y un criterio del que tenemos urgente necesidad. Nuestro Papa, por consiguiente, tiene la esperanza de impulsar un giro copernicano al axioma ilustrado (herencia de Hume) que animaba a vivir como si Dios no existiera. Actualmente los cristianos podemos dar esperanza a nuestra sociedad si hacemos memoria de la mirada de amor del Señor al mundo que custodia su verdad plena y que es la garantía última de su dignidad. Nuestro mundo espera de los cristianos que anuncien la dignidad del hombre y el respeto a la vida con su palabra y con su testimonio.

2.2 En la situación cultural que estamos y con los jóvenes que tenemos, hay que buscar la pedagogía mejor para el “primer anuncio”:

Tenemos que buscar una pedagogía que despierte al joven y lo pase de una vida que puede estar aletargada, disminuida, cansada, con dudas, sin haberse planteado los grandes interrogantes que tiene la vida, que tiene un desdibujamiento existencial; a una vida que le abra a la novedad que trae Jesucristo a la misma, a abrir su vida a horizontes nuevos, a sembrar interés en lo más profundo de su corazón por Jesucristo.

Cualquier momento es bueno para compartir la vida con quien aún no ha experimentado la cercanía de Jesucristo y el sentido cristiano de la vida. ¿Quién tiene que hacer esto? Cualquier cristiano, por el hecho de tener la vida de Cristo por el Bautismo. Pero en estos momentos, creo que están llamados muy especialmente los jóvenes. Entregar de primera mano la noticia de Jesucristo a otros jóvenes, hacer el “primer anuncio”, es de todos, hay que realizarlo bajo el signo de la misión, un bautizado representa al Señor, tiene su vida y tiene que estar pronto a anunciar con obras y palabras a Jesucristo. Pero este momento de la historia que vivimos, tiene la Iglesia necesidad de llamar a los jóvenes de una forma especial a realizarlo. Con este deseo comenzó el Beato Juan Pablo II los encuentros mundiales de la juventud, a ellos les propuso que fuesen misioneros de la fe para otros jóvenes. Para ello, quien realiza este primer anuncio, tiene que tomar iniciativas claras y precisas: 1) presencia no vergonzante en medio de la realidad suya, 2) diálogo con otros jóvenes en su realidad concreta, 3) testimonio real de vida y 4) pedir al Señor ayuda para que nos dé la palabra oportuna que lleve la sabiduría, la fuerza y la verdad de Jesucristo.


El   Beato   Juan   Pablo   II   cuando   comenzó   a   hablar   de   la   “nueva   evangelización”   nos decía   que   tenía   que   ser   “nueva   en   ardor”,   “nueva   en   método”   y   “nueva en expresión”.   La   “nueva   evangelización”   nos   está   llamando   a   realizar   “el   primer   anuncio”.  Y  la  novedad  del  ardor  tiene  que  estar  en  la  fuerza  contemplativa  de  quien   anuncia, es decir, mostrar con nuestra vida el testimonio de la realidad de Dios que ha entrado en mi vida, me ha hecho partícipe de su vida y se ha hecho fundamento de salvación, se trata de hacer presente y casi visible al Dios cristiano, se trata de que el cristiano secunde el testimonio que Dios da de sí mismo en su Hijo Jesucristo y que haga ver que la intervención de Dios en la vida es lo que hace distinguir que hablo y vivo de Dios y no de los ídolos. La novedad del método está en que como los santos, nosotros somos método (“método”: camino, vía) para encontrase otros con Jesucristo; con nuestra vida mostremos el poder humanizador que tiene el mensaje cristiano cuando se convierte en testimonio y anuncio. La novedad de la expresión viene subrayando con nuestra vida el carácter histórico del acontecimiento cristiano en Jesucristo, poniendo en valor la condición mistérica de la fe y apoyándonos en la acción que el Espíritu Santo mismo hace en el corazón del hombre; haciendo ver con nuestra vida que el verdadero conocimiento de Dios y el acceso a su salvación solamente acontece en la relación con Él.

Este   “nuevo   ardor,   “nuevo   método”   y   “nueva   expresión”,   lo   está   pidiendo   la   misma situación que vivimos y que el Beato Juan Pablo II tan bien describía:

“Muchos   europeos   contemporáneos   creen   saber   qué   es   el   cristianismo,   pero   realmente   no   lo   conocen. Con frecuencia ignoran ya hasta los elementos y las nociones fundamentales de la fe. Muchos bautizados viven como si Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas de culto, pero no se corresponden con una acogida real del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús. En muchos, un sentimiento vago y poco comprometido ha suplantado a las grandes certezas de la fe; se difunden diversas formas de agnosticismo y ateísmo práctico que contribuyen a agravar la disociación entre fe y vida; algunos se han dejado contagiar por el espíritu de un humanismo inmanentista que ha debilitado su fe, llevándoles frecuentemente, por desgracia, a abandonarla completamente; se observa una especie de interpretación secularista de la fe cristiana que la socava, relacionada también con una crisis de la conciencia y la práctica de la moral  cristiana”.

Hoy se necesitan testigos y mistagogos, es decir, hombres y mujeres que dan testimonio de Cristo por la fe en Él y que saben conducir sus vidas por el itinerario de conversión que por una parte nos abre a la acción del Espíritu Santo y por otra es capaz de reconocer la presencia salvadora de Jesucristo en la propia vida. Y con todo esto se siente capaz de conducir a otros a vivir esta misma realidad. Nuestro mundo, nos recuerda nuestro Papa, necesita de testigos de Cristo con la razón y con el corazón. Necesitamos de hombres y mujeres que a través de una fe iluminada y vivida hagan a Dios creíble en este mundo. Tenemos necesidad de hombres y mujeres cuyo intelecto esté iluminado por la luz de Dios y cuyos corazones estén abiertos a Dios, de modo que su intelecto pueda hablar al intelecto de los otros y pueda abrir el corazón de los demás. Hombres y mujeres que teniendo la mirada puesta en Dios aprendan de Él la verdadera humanidad. Sólo a través de hombres y mujeres tocados por Dios, Dios puede acercarse a los hombres.

Quien  recibe  este  “primer  anuncio”, ¿qué es lo que pide? Lo mismo que los primeros cristianos: ¿qué tengo que hacer? Y nuestra respuesta tiene que ser la misma de siempre: conviértete y cree, que se manifiesta en dos signos: la adoración en la que reconocemos a Dios como el origen y meta de la vida que se me ha revelado en Jesucristo y el cambio de vida (“metanoia”: conversión), pues descubrimos que no estamos en sintonía con Jesucristo.

3. EN LAS ENTRAÑAS DEL “PRIMER ANUNCIO” O CÓMO DECIR A LOS JÓVENES  “VEN  Y  SÍGUEME”

3.1. ¿Cómo hizo el “primer anuncio” Nuestro Señor Jesucristo a un joven?:

Hay una manera singular  en  la  que  se  concentra  el  contenido  fundamental  de  “el   primer   anuncio”   de   Nuestro   Señor   Jesucristo,   me   refiero   a   aquella   expresión   que   aparece en el Evangelio de San Marcos decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios.

Convertíos y creed  en  el  Evangelio”. ¡Qué fórmula más expresiva y sintética para decirnos el contenido fundamental del “primer  anuncio”!  Con  cuatro   expresiones  nos  dice  todo  el  contenido:  1)  “se ha cumplido el tiempo”,  es  decir,  ha   llegado la hora, ha llegado el momento en el que se ha hecho presente la gracia de Dios por  medio  de  la  persona  de  Jesús;;  2)  “está cerca el Reino de Dios”,  es  decir,  anuncia  el   Reino de Dios, anuncia que el contenido fundamental de su predicación y de su vida va a ser hacer presente la misericordia y el amor de Dios en medio de nuestro mundo, Dios ha comenzado a ejercer su soberanía en los gestos y en las palabras de Jesús; 3) “convertíos”,  es  decir,  hay  que  hacer  un  cambio  de  vida,  hay  que  orientar  la  vida  hacia   Dios, volver a la verdadera dirección  que  tiene  que  tener  nuestra  vida;;  4)  “creed en el Evangelio”,   es   decir,   la   conversión   lleva   necesariamente   a   la   fe,   hay   que   reconocer   la   verdad que se ofrece en el Evangelio que es la propia persona de Jesús. Inmediatamente, después de hacer este primer anuncio, llama al seguimiento.

Pero me quiero detener y hacer una referencia explícita a cómo hizo este anuncio ante una persona concreta, que era un joven, ya que nos puede orientar en aspectos esenciales para nosotros hacer el “primer  anuncio”.  Así habló e hizo Jesús un “primer anuncio” a un joven:
“Se  acercó  uno  a  Jesús  y  le  preguntó:  Maestro,  ¿qué  tengo  que  hacer  de  bueno  para 
obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico”.

¡Qué fuerza tiene este coloquio del joven con Jesucristo! Tiene como cuatro partes muy diferentes el coloquio:
1) El testimonio provoca el acercamiento. El joven algo ha visto en Jesucristo que se acerca a Él. Tiene interés por su persona. Jesucristo crea en el corazón de aquél joven una simpatía. Por eso se atreve a acercarse a Jesús para hacerle la pregunta que en el fondo del corazón todo ser humano tiene y más un joven, como es el deseo de felicidad, de vida verdadera, de plenitud.

2) El testimonio hace sentir simpatía y deseos de hacer lo mismo. El joven ha visto que Jesús hace cosas buenas y él quiere hacer lo mismo, por eso a la pregunta: “Maestro,   ¿qué   tengo   que   hacer   de   bueno   para   obtener   la   vida   eterna?”   Jesús   responde   con  esta  pregunta:  “¿por  qué  me  preguntas  qué  es  bueno?”  Como podemos descubrir el joven iba haciendo preguntas morales, de tener un comportamiento bueno, semejante al que él veía en Jesús. Pero el Señor le quiere llevar no al terreno de los comportamientos, sino a que se encuentre con quien hace posible que la vida cambie de tal manera al entrar Él en ella, que es una vida nueva la que se vive, por eso añade Jesús:  “Uno  sólo   es   Bueno”.   Y se refiere a Dios mismo, a quien ha entregado a los hombres los mandamientos, por eso añade:   “Mira,   si   quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”.  Y le recuerda algunos del Decálogo. Este es un primer paso, el Señor ha creado, ha generado un interés en el joven por Dios. Pero la conversación no termina. Pues el  joven  afirma  así:  “Todo  eso  lo  he  cumplido”.  Se ve que quien se acerca a Jesús, es un joven bueno, cultivado, deseoso de vivir conforme a su ser imagen de Dios.

3) Mirada de misericordia y de amor, con una propuesta de vida. Pero Jesús va a hacer algo especial con aquél joven, quiere que viva una comunión plena con Él, desea que  diga  “para  mí  la  vida  es  Cristo”  como  dijo  San  Pablo  después de su conversión. La descripción de lo que hace el Señor para conquistar su corazón es de una fuerza singular,  “poniendo  los  ojos  en  él”,  es  decir, le miró con la mirada de Dios y le amó con el amor mismo de Dios. El Señor quiso entrar en su vida con todas las consecuencias y que su riqueza no fuese otra más que Él, pues es en Él donde se experimenta que uno tiene Camino, está en la Verdad y tiene en su vida la Vida, por  eso  le  dice  “ven  y   sígueme”. En el Evangelio de San Marcos se nos dice que ante la respuesta del joven: “¿Qué  me  falta?”, “Jesús  poniendo  en  él  los  ojos,  le  amó  y  le  dijo:  Una  sola  cosa  te   falta”.  Aquí  en  el  Evangelio  de  San  Mateo  es  el  joven  quien  pregunta  “¿qué  me  falta?”.   Dios llama, pero nos deja libertad para tomar decisiones en las que se juega la comunión con  Dios,  “si  quieres  ser  perfecto”  y  perfecto  sólo  es  Dios y a nosotros nos va llegando la perfección cuando dejamos que Él entre en nosotros.

4) Hay que tomar una decisión siempre en la vida o dejarse mirar por Dios y vivir de su amor para tener Camino, Verdad y Vida o vivir desde uno mismo, es decir o ponerse en manos de Dios o vivir en mis propias manos. Por eso, ante la pregunta “¿Qué  me  falta?”, la  respuesta  de  Jesús  es  clara:  “si  quieres  ser  perfecto,  anda,  vende  tus   bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme”.  La riqueza aquí tiene dos modos de presentarse: la hacienda que poseía y la riqueza de su juventud. La primera, su hacienda, es la que le hace tomar la decisión de marchar por su cuenta, sin embargo la de su juventud le llevó a fijarse en el Señor y a entrar en una conversación sincera con Él. Pero tiene que tomar una decisión. Si la toma sólo con sus fuerzas tal y como lo hizo, eligió la hacienda, es decir, quedarse en sí mismo. ¡Qué fuerza más grande tiene este momento! En ese momento cambia el clima del encuentro, cambia el semblante del joven, cambia su vida:  “al  oír  esto,  el  joven se fue  triste,  porque  era  muy  rico”.  Estas palabras expresan la situación de una persona cuando opta por no vivir una comunión plena con el Señor, cuando deja de incorporar a su vida a Jesucristo, queda sin Vida, sin sentido, sin verdadera riqueza, sin Camino, al margen de la Verdad, por eso marcha triste. La tristeza, la desesperanza, el agobio llega a la vida humana cuando nos quedamos encerrados en nosotros mismos, preferimos ser autosuficientes y esto mata la vida.

3.2. Entrar en la pedagogía de  Jesús  para  realizar  “el  primer  anuncio”:

Hay dos encuentros en el Evangelio que a mi modo de ver, pueden ser paradigmáticos  para  realizar  “el  primer  anuncio”.  En  uno  de  ellos,  Jesús  va  directamente   a la persona, entra en su corazón de tal manera que comienza un dinamismo nuevo en su vida e inicia una orientación absolutamente nueva, me refiero al encuentro con Zaqueo31. En el otro lo que hace Jesús es hacer sentir que Él tiene necesidad de su persona y comienza un diálogo que lleva al interlocutor a pedirle que sacie su vida, me refiero al encuentro con la Samaritana32. Dos modos y dos procesos diferentes de realizar el anuncio, pero válidos para todos nosotros.

En este proceso de ambos, encontramos una serie de pasos que son necesarios e imprescindibles en  “el  primer  anuncio”.  Los  enumero  así:
1. Etapa de contacto: tiene que realizarse conectando con las vivencias y las expectativas de la existencia a quien nos dirigimos. Encontrarnos con lo positivo de esta persona, partir de su riqueza positiva aunque aparentemente exista poca, pero hay que buscarla. Jesús en Zaqueo observa la curiosidad que tiene por verlo y lo que hace el Señor  es  mirarlo  a  él:  “Zaqueo,  date  prisa  y  baja,  porque  es  necesario  que  hoy  me  quede   en   tu   casa”.   Jesús   en   la   Samaritana,   ve   la   capacidad que tiene para detenerse con atención ante un judío y darle de beber:  “Llega  una  mujer  de  Samaría  a  sacar  agua,  y   Jesús   le   dice:   Dame   de   beber”   y   comienza   una   conversación   tan   de   fondo   que   llega   un   momento en que es la samaritana la que pide a un judío  de  beber:  “Señor,  dame  esa   agua:  así  no  tendré  más  sed,  ni  tendré  que  venir  aquí  a  sacarla”.

2. Etapa de conversión: tiene que hacer caer en la cuenta de los límites que tiene la vida humana, de tal manera que nuestros deseos de felicidad, de plenitud, de vida, de alegría, no se pueden realizar desde nuestras fuerzas y límites, sólo se puede construir la vida poniéndola en manos de Dios. Así lo vemos en Zaqueo, cuando Jesús en su casa, todos los que lo ven critican al Señor por haber entrado en casa de alguien con muchos límites, es un pecador oficial. Pero en el encuentro del Señor con los límites de Zaqueo, se da una experiencia singular en el corazón de Zaqueo, cambia su vida, su orientación de  vida:  “Mira,  Señor,  la  mitad  de  mis  bienes  se  la  doy  a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituiré cuatro veces más”.  La  cercanía  del  Señor  agranda  la  geografía   humana de Zaqueo, antes era raquítica y con muchos límites, ahora tiene otra versión, la que Dios mismo da a la vida, que es de reconciliación y de comunión con los demás. En el encuentro del Señor con la Samaritana, después de aquella conversación en el que Él, muestra interés por ella, pidiéndola que le dé de beber, se produce un cambio total de su existencia, pues ella reconoce sus límites  exteriores  e  interiores:  “¿Cómo  tú,  siendo   judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los   samaritanos)”...”El   que   bebe   de   esta   agua   vuelve   a   tener   sed;;   pero   el   que   beba   del   agua que yo le daré nunca más tendrá sed”...”La  mujer  le  dice:  Señor,  dame  esa  agua:   así  no  tendré  más  sed,  ni  tendré  que  venir  aquí  a  sacarla”. Es en esos límites de su existencia,  en  los  que  el  Señor  se  le  hace  presente  y  patente  a  la  samaritana:  “La  mujer   le dice: Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo. Jesús le dice:  Soy  yo,  el  que  habla  contigo”.

3. Etapa de comunicación: el “primer anuncio” comunica un relato, entrega una interpretación, muestra la intervención de Dios en la historia, aproxima la persona de Jesucristo a los hombres. No trata de meter a las personas en lógica o razonamiento. Trata de aproximar lo más posible a la persona de Jesucristo. Y le hace vivir una experiencia   fundante.   En   Zaqueo   lo   contemplamos   con   estas   palabras:   “Jesús   le   dijo:   Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo  del  hombre  ha  venido  a  buscar  y  a  salvar  lo  que  estaba  perdido”.  En  la  Samaritana   lo  contemplamos  así:  “y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos  lo  hemos  oído  y  sabemos  que  él  es  de  verdad  el  Salvador  del  mundo”.

4. Etapa de confianza: en el “primer anuncio” hay que hacer percibir que la fe en Jesucristo no es un acto irracional, sino todo lo contrario, ayuda a encontrar razones para vivir, para ser, para caminar, para estar en el mundo, para encontrar sentido a todo lo que vivimos. Solamente Jesucristo nos da luz para ver, salud para vivir y salvación que nos hace experimentar el gozo de vivir la vida siempre en comunión con Jesucristo que se presenta ante nosotros como el Camino, la Verdad y la Vida. Lo más racional es el confiar. Solamente las personas sabemos confiar los unos de los otros, solamente nosotros podemos retirar la confianza. Es la confianza que experimenta Zaqueo con Jesús:   “El   se   dio   prisa   en   bajar   y   lo   recibió   muy   contento”.   Es   la   confianza   de   la   Samaritana:  “La  mujer  le  dice:  Señor,  dame  esa  agua”.

5. Etapa kerigmática: Este es el núcleo central del primer anuncio. Todos los pasos anteriores son preparatorios, esta etapa es constitutiva y su contenido está en los discursos kerigmáticos del libro de los Hechos de los Apóstoles. Fijémonos en los seis primeros33, que recogen desde el primer anuncio de Pedro el día de Pentecostés hasta el discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía, están dirigidos a los judíos, excepto el quinto que se dirige a los paganos. El núcleo central del primer anuncio está en presentar a Jesucristo como una persona viva y activa que tiene capacidad de entregar la salvación, que sana y cura en la raíz. Aquí se tiene que dar una opción fundamental existencial. Se puede hacer también el primer anuncio desarrollando el aspecto trinitario y un relato breve pero profundo y fundamental en clave de historia de salvación. Esto es lo que experimenta Zaqueo, que la salvación y la sanación de su vida ha llegado con Jesucristo, cuando le ha dejado entrar en su casa, en su vida: “Jesús le dijo:   Hoy   ha   sido   la   salvación   de   esta   casa...Porque   el   Hijo   del   hombre   ha   venido   a   buscar y salvar lo que estaba perdido”.  Y  es también lo que experimenta la Samaritana, que con Jesucristo ha entrado en su vida una novedad tan grande que no puede guardarla  para  sí  misma:  “En aquél pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: Me ha dicho todo  lo  que  he  hecho”...y  decían  a  la   mujer: Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”.

CONCLUSIÓN: EL “PRIMER ANUNCIO” NECESARIO EN LA ACCIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA E IMPRESCINDIBLE EN LA NUEVA EV ANGELIZACIÓN

- Una necesidad: para quien hace el primer anuncio, invocación, fe y anuncio tienen que ir unidos. Esto lo expresa muy bien el Apóstol San Pablo: “Ahora  bien,   ¿cómo invocarán a aquél en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? Y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian  la  Buena  Noticia  del  bien!”.

- Un compromiso: servir con nuestra vida la presencia de Jesucristo. A mí siempre me impresionaron y ciertamente afectaron a mi vida, aquellas palabras del Beato  Juan  Pablo:  “Los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy, no sólo hablar de Cristo, sino en cierto modo hacérselo ver. ¿Y no es quizá cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia y hacer resplandecer también su rostro ante las generaciones del nuevo milenio?”.

Los cristianos debemos apostar por una noción de Dios que lo defina contemporáneamente como Logos, como Creador y como Amor. Dios es el Logos porque es el origen racional, el fundamento y el sentido de toda realidad, porque es la Razón Creadora por la que el mundo ha nacido y que aparece reflejada en dicho mundo. La fe en Dios Logos supone también la fe en la fuerza creadora de la razón. Dios es también Creador porque también ha creado al hombre a su imagen y semejanza haciéndolo partícipe de la inviolable dignidad de Dios. Es propio de la fe cristiana reconocer también que Dios es Amor: la expresión más alta es la Encarnación, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios. El Amor que funda la reciprocidad de las tres Personas de la Santísima Trinidad es la causa primera y el fundamento originario de todo ser y de toda forma de vida. En síntesis: el Dios de los cristianos que es el Dios de la Razón (Logos), de la Creación (Creador) y de Amor (Amor) es también el Juez del mundo, el garante de la justicia y el corazón de toda la vida cristiana.

- Una responsabilidad: es y afecta a todos los bautizados. Tenemos que sostener  la  acción  misionera,  pues  ha  sido  un  mandato  del  mismo  Jesús:  “Como  el  Padre   me  envió  a  mí,  así  os  envío  yo  a  vosotros”.

¡Qué fuerza adquieren para todos los bautizados las palabras del Apóstol San Juan!: “Lo  que  existía  desde  el  principio,  lo  que   hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con sus Hijo Jesucristo”.

- Una pedagogía: hay que despertar el interés por Nuestro Señor Jesucristo y ayudar a que la fe alumbre a quien o a quienes se les despierta el interés. Todos los elementos o fundamentos de un mismo núcleo que constituye el “primer anuncio” están al servicio de la acción del Espíritu Santo. Y este núcleo se constituye por la unificación en un mismo tiempo de estos elementos:
1) la presencia de los cristianos en esta historia, compartiendo la misma con todos los hombres y manifestando con su vida y sus palabras una presencia que se hace significativa;
2) el testimonio de vida que será significativo para sus contemporáneos si su vida es expresión viva de páginas del Evangelio;
3) un diálogo abierto con todos los hombres, por el cual expresamos nuestras propias convicciones sobre Jesucristo y que da a conocer que Él es el tesoro por el cual apostamos y ponemos todo lo demás en última instancia;
4) un anuncio explicito, claro, contundente de Jesucristo, ofrecemos un anuncio pero con todo lo que es nuestra vida.

Nacer a la fe  y  crecer  en  la  fe,  se  manifiesta  como  la  gran  tarea  de  la  “nueva   evangelización”. Y es que “el  hombre  que  quiere  comprenderse  hasta  el  fondo  a  sí   mismo...debe,   por   decirlo   así,   entrar   en   Él   (Cristo   Jesús)   con   todo   su   ser,   debe   apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se realiza en él este hondo proceso, entonces él da frutos no solo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo".