martes, 9 de noviembre de 2010

PADRENUESTRO POR LOS MARTIRES DE IRAK

Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista


Padre nuestro

y Padre de los católicos caldeos

que testimonian en aquellas tierras de Irak

la presencia de tu Hijo Jesucristo resucitado.

Su testimonio se ha visto probado

por la dureza de la incomprensión,

la persecución y ahora la entrega de la propia sangre

por el simple hecho de ser seguidores de Jesús de Nazaret

en la tierra de dónde partió tu patriarca Abrahán

para cumplir la misión

que Dios le encomendó y alcanzar así la tierra prometida.

Padre nuestro de mártires y torturados.

Tu nombre es santificado,

en aquel que muere cuando defiende la vida;

tu nombre es glorificado

cuando la justicia es nuestra medida.

Tu pueblo, Señor, está muriendo,

y es necesario que tu palabra de vida sea escuchada.

Allí se viven los homicidios a sangre fría

llevados a cabo a la luz del día

y ante decenas de testigos,

como si estos grupos quisieran demostrar

que pueden obrar impunemente,

controlar los pueblos y ciudades,

y violentar las conciencias.

El objetivo es, claramente, sembrar el terror

para completar la obra de vaciar a las ciudades

de testigos cristianos,

que comenzaron hace ya años.

Tu reino es de libertad, paz y comunión.

¡Maldita la violencia

que destruye el hombre con la represión!

Hágase tu voluntad, Señor,

eres el verdadero Dios liberador.

¡No nos pondremos a seguir doctrinas manipuladas

por el poder opresor!

Te pedimos el pan de la vida,

pan de la esperanza, el pan de los pobres;

el pan que trae humanidad y dignifica a tu pueblo...

en vez de cañones.

Perdónanos cuándo por miedo

quedamos callados

ante la muerte.

Perdona y destruye el reino de la corrupción

como ley del más fuerte.

Protégenos de la maldad

de los prepotentes y de los asesinos...

Dios Padre revolucionario,

hermano del pobre, Dios del oprimido:

Mientras llega tu reino de justicia, de verdad y de paz

sólo nos queda el consuelo

de que la sangre de tus mártires

riegue no sólo nuestra fe

sino la esperanza de que algún día Irak

sea por fin un país mejor.

Amén.

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