martes, 30 de noviembre de 2010
PIO XI, EL PAPA DE LA PRIMERA SALIDA DE LA HERMANDAD DEL CRISTO DE LOS AFLIGIDOS EN LA SEMANA SANTA MARINERA DE VALENCIA
Quienes habitualmente nos leen saben que la Hermandad del Cristo de los Afligidos, que tiene por titular, a quien es considerado por todos, como patrono del Cañamelar, el Cristo de los Afligidos, participó como colectivo semanasantero por primera vez en 1929.
No está nada mal que sepamos quien era entonces el Papa, el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma. Fue San Pio XI. Este papa publicó tres encíclicas en 1929 y fue el autor de una encíclica sobre el Santo Rosario, concretamente la 'Ingravescentibus malis' publicada el 29 de septiembre de 1937. Esta última la pueden leer más abajo. La publicamos en toda su integridad porque entendemos -por lo menos esa es nuestra modesta opinión- que conocer todos estos documentos papales es importante y necesario para que sacerdotes y feligreses, feligreses y sacerdotes se den cuenta que esta práctica devocional no es que se encuentre en desuso sino que vive una segunda primavera o, si se me permite, una 'segunda juventud'.
LAS TRES ENCICLICAS DE 1929
• Mens nostra, sobre la práctica de los ejercicios espirituales (20 de diciembre de 1929)
• Quinquagesimo ante anno (23 de diciembre de 1929)
• Divini illius Magistri, sobre la educación cristiana de la juventud (31 de diciembre de 1929)
LOS DATOS BIOGRÁFICOS DE PIO XI
(Ambrogio Damiano Achille Ratti; Desio, 1857 - Roma, 1939) Papa romano bajo cuyo pontificado (1922-1939) se dio solución a la "cuestión romana" en el Tratado de Letrán, según el cual se reconoce el Estado independiente del Vaticano y se regulan las relaciones de la Santa Sede con el entonces Reino de Italia.
Hijo de un hilandero, realizó sus estudios de secundaria en el seminario diocesano y su carrera sacerdotal en Roma, donde fue ordenado sacerdote en 1879. Doctor en Derecho Canónico y Teología, regresó a Milán y durante cinco años ocupó la cátedra de Elocuencia Sacra en el seminario, para pasar luego a ser Prefecto de la Biblioteca Ambrosiana, donde permaneció durante 26 años. Aquí desarrolló una intensa actividad literaria y científica, por la que se dio a conocer no sólo en Italia sino también en el extranjero.
Entre sus estudios de carácter estrictamente religioso destacan Acta Ecclesiae Mediolanensis (tres volúmenes) y la revisión del Missale Ambrosianum. Durante sus vacaciones, gustaba de los viajes instructivos por Europa y de las excursiones alpinas, afición que más tarde recordaría al nombrar a San Bernardo de Menton como patrono especial de los montañistas. En 1914 fue nombrado prefecto de la Biblioteca Vaticana. Visitador y nuncio apostólico del papa en Polonia (1918-1920), fue nombrado arzobispo de Milán y cardenal en 1921, cargo que a penas pudo estrenar, pues el 6 de enero del año siguiente era elegido sucesor de Benedicto XV en el solio pontificio.
Pío XI ha pasado a la historia principalmente por la "Conciliación" entre la Santa Sede y el Estado italiano que tuvo lugar durante su papado. La tensión se había originado con la unificación de Italia en la segunda mitad del siglo XIX, por la cual la Santa Sede perdió los Estados Pontificios y se produjo la ruptura entre aquélla y el Estado italiano. Desde su primera encíclica (Ubi arcano Dei, diciembre de 1922), Pío XI manifestó su deseo de zanjar la cuestión "en una paz verdadera y, por lo tanto, no separada de la justicia". Las circunstancias parecían propicias, pues el gobierno de Benito Mussolini (primer ministro del rey Víctor Manuel III) había dado muestras de acercamiento a la Iglesia.
Las conversaciones, que comenzaron en la reunión de Asís del día 4 de octubre de 1926, estuvieron dirigidas por el cardenal Pietro Gasparri como secretario de Estado de la Santa Sede y Benito Mussolini como primer ministro del rey de Italia. Tras dos largos años de conversaciones, el día 11 de febrero de 1929 se firmó el Tratado de Letrán, en el cual se recogieron tres convenciones: a) un Tratado Político, por el que se constituía de forma neutral e inviolable el Estado de la Ciudad del Vaticano; b) una Convención Financiera, por la cual el Estado italiano compensaba económicamente a la Santa Sede por la renuncia al Patrimonio de San Pedro; c) un Concordato, que regulaba las mutuas relaciones entre la Santa Sede y Estado de Italia.
LA ENCICLICA SOBRE EL SANTO ROSARIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN (29 de septiembre de 1937)
Ingravescentibus malis (Encíclica de PÍO XI)
I. Introducción
No solamente una vez hemos afirmado -como recientemente lo hemos hecho en la Carta Encíclica Divini Redemptoris, que a los males cada vez más graves de nuestro tiempo no se puede dar otro remedio que el del retorno a Nuestro Señor Jesucristo y a sus santísimos preceptos. Sólo Él tiene palabras de vida eterna[i]; y ni los individuos ni la sociedad pueden hacer cosa alguna que pronto y miserablemente no decaiga, si dejan aparte la majestad de Dios y repudian su ley.
Mas quien estudie con diligencia los anales de la Iglesia Católica, fácilmente verá unido a todos los fastos del nombre cristiano el poderoso patrocinio de la Virgen Madre de Dios.
II. María y la historia de la Iglesia
Y en efecto, cuando los errores difundiéndose por doquiera se obstinaban en dilacerar la túnica inconsútil de la Iglesia y en perturbar el orbe católico, nuestros padres con ánimo confiado se dirigieron a aquélla que sola ha destruido todas las herejías del mundo[ii], y la victoria alcanzada por medio de Ella trajo tiempos más serenos.
Y cuando el impío poder mahometano, confiando en poderosas flotas y en ejércitos aguerridos, amenazaba con la ruina y la esclavitud a los pueblos de Europa, entonces por insinuación del Sumo Pontífice se imploró fervorosamente la protección de la Madre Celestial, y los enemigos fueron derrotados y sus navíos sumergidos.
Y como en las calamidades públicas así también en sus necesidades privadas. los fieles de todas las épocas se dirigieron suplicantemente a María, para que ella, tan benigna, acudiese en su socorro, impetrando alivio y remedio para los dolores del cuerpo y del alma. Y nunca fue esperada en vano su poderosa ayuda por los que la imploraron con piadosa y confiada plegaria.
III. Los peligros del mundo moderno
También en nuestros días amenazan a la sociedad religiosa y a la civil peligros no menores que en el tiempo pasado.
Y en realidad de verdad, porque debido a que muchos desprecian y repudian completamente la suprema y eterna autoridad de Dios que manda y prohíbe, se sigue que se ha debilitado la conciencia del deber cristiano, que languidece en las almas la fe, cuando no se apaga del todo, y que se conmueven y destruyen los fundamentos mismos de la sociedad humana.
Así se ve, por una parte, a ciudadanos trabados en atroz lucha entre sí, porque los unos están colmados de copiosas riquezas y los otros deben ganar el pan para sí y para los suyos con el duro trabajo cotidiano.
Más aún, en algunas regiones, como todos saben, el mal ha llegado a tal punto que se ha querido destruir hasta el derecho privado de propiedad para poner en común todas las cosas. Por otra parte, no faltan hombres que declarando honrar y exaltar sobre todo el poder del Estado, diciendo que es menester asegurar por todos los medios el orden civil y reformar la autoridad, pretenden que con eso se pueda rechazar totalmente las execrables teorías de los comunistas; mas despreciando la luz de la sabiduría evangélica se empeñan en hacer resurgir los errores de los paganos y su tenor de vida.
Añádase a esto, la artera y funestísima secta de los que, negando y odiando a Dios, se declaran enemigos del Eterno; se insinúan por doquiera; desacreditan y arrancan de las almas toda creencia religiosa, y conculcan en fin todo derecho divino y humano. Y mientras se mofan de la esperanza de los bienes celestiales, incitan a los hombres a conseguir, aún con medios ilícitos, una felicidad terrenal en todo y por todo mentirosa y los impulsan por lo mismo con audacia temeraria a la destrucción del orden social, suscitando desórdenes, sangrientas rebeliones y la misma conflagración de la guerra civil.
IV. Erigir la confianza en Dios
Sin embargo, Venerables Hermanos, aun cuando males tan grandes y tan numerosos amenacen y se teman aún mayores para lo porvenir, es menester no desmayar ni dejar languidecer la confiada esperanza que se apoya únicamente en Dios.
El que ha concedido la salud a pueblos y naciones[iii] indudablemente no dejará perecer a los que ha redimido con su preciosa sangre, ni abandonará su Iglesia.
Antes bien, como hemos recordado al principio, interpongamos ante Dios la mediación de la Bienaventurada Virgen tan acepta a Él, como quiera que, en palabras de San Bernardo, así es su voluntad (de Dios) el cual ha querido que todo lo consiguiésemos por medio de María[iv].
V. Las plegarias a María. El Santo Rosario
Entre las varias plegarias con las cuales últimamente Nos dirigimos a la Virgen Madre de Dios, el Santo Rosario ocupa sin duda un puesto especial y distinguido.
Esta plegaria, que algunos llaman el Psalterio de la Virgen o Breviario del Evangelio y de la vida cristiana, ha sido descrita y recomendada por Nuestro Predecesor de feliz memoria, León XIII, con estos vigorosos rasgos: grandemente admirable es esta corona tejida con la salutación angélica, en la que se intercala la oración dominical, y se une la obligación de la meditación interior: es una manera excelente de orar... y utilísima para la consecución de la vida inmortal[v].
Y esto se deduce también de las mismas flores con que está formada esta mística corona. Efectivamente, ¡qué oraciones pueden hallarse más apropiadas y más santas?
La primera es la que el mismo Nuestro Divino Redentor pronunció cuando los discípulos le pidieron enséñanos a orar[vi]; santísima súplica que así como nos ofrece el modo de dar gloria a Dios, en cuanto nos es dado, así también considera todas las necesidades de nuestro cuerpo y de nuestra alma. ¿Cómo puede el Padre Eterno, rogado con las palabras de su mismo Hijo, no acudir en nuestra ayuda?
La otra oración es la salutación angélica, que se inicia con el elogio del Arcángel Gabriel y de Santa Isabel, y termina con la piadosísima imploración con que pedimos el auxilio de la Beatísima Virgen ahora y en la hora de nuestra muerte.
A estas invocaciones hechas de viva voz se agrega la contemplación de los sagrados misterios, que ponen ante nuestros ojos, los gozos, los dolores y los triunfos de Jesucristo y de su Madre, con los que recibimos alivio y confortación en nuestros dolores, y para que, siguiendo esos santísimos ejemplos, por grados de virtud más altos, ascendamos a la felicidad de la patria celestial.
Esta práctica de piedad, Venerables Hermanos, difundida admirablemente por Santo Domingo no sin superior insinuación e inspiración de la Virgen madre de Dios, es sin duda fácil a todos, aun a los indoctos y a las personas sencillas.
¡Y cuánto se apartan del camino de la verdad los que reputan esa devoción como fastidiosa fórmula repetida con monótona cantilena, y la rechazan como buena para niños y mujeres!
A este propósito es de observar que tanto la piedad como el amor, aun repitiendo muchas veces las mismas palabras, no por eso repiten siempre la misma cosa, sino que siempre expresan algo nuevo, que brota del íntimo sentimiento de caridad. Además. este modo de orar tiene el perfume de la sencillez evangélica y requiere la humildad del espíritu, sin el cual, como enseña el Divino Redentor, nos es imposible la adquisición del reino celestial: en verdad os digo que si no os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos[vii].
Si nuestro siglo en su soberbia se mofa del Santo Rosario y lo rechaza, en cambio, una innumerable muchedumbre de hombres santos de toda edad y de toda condición, lo han estimado siempre, lo han rezado con gran devoción, y en todo momento lo han usado como arma poderosísima para ahuyentar a los demonios, para conservar íntegra la vida, para adquirir más fácilmente la virtud, en una palabra, para la consecución de la verdadera paz entre los hombres.
Ni faltaron hombres insignes por su doctrina y sabiduría que, aunque intensamente ocupados en el estudio y en las investigaciones científicas, no han dejado sin embargo un día sin rezar de rodillas y fervorosamente delante de la imagen de la Virgen esta piadosísima forma.
Así también lo tuvieron por deber suyo reyes y príncipes aun cuando apremiados por las ocupaciones y los negocios más urgentes.
Esta mística corona se la encuentra y corre no solamente entre las manos de la gente pobre, sino que también es apreciada por ciudadanos de toda categoría social.
No queremos pasar en silencio que la misma Virgen Santísima también en nuestros tiempos ha recomendado instantemente esta manera de orar, cuando apareció y enseñó con su ejemplo esa recitación a la inocente niña en la gruta de Lourdes.
¿Por qué entonces no hemos de esperar toda gracia, si con las debidas disposiciones y santamente suplicamos de esa manera a la Madre Celestial?
Por eso deseamos asaz vivamente, Venerables Hermanos, que en modo especial, en el próximo mes de octubre sea rezado el Santo Rosario con crecida devoción tanto en las iglesias como en las casas privadas.
Y más debe hacerse esto en este año a fin de que, mediante el eficaz recurso a la Virgen Madre de Dios, los enemigos del nombre divino, esto es, todos cuantos se han levantado para renegar y vilipendiar al eterno Dios, para tender insidias a la fe católica y a la libertad debida a la Iglesia, y para rebelarse finalmente con insanos esfuerzos contra los derechos divinos y humanos para ruina y perdición de la sociedad humana, sean finalmente doblegados e inducidos a penitencia y retornen al recto sendero, confiándose a la tutela y protección de María.
VI. El Rosario es eficaz remedio contra los males presentes
Que la Virgen Santa, que un día ahuyentó victoriosa de los países cristianos la terrible secta de los albigenses, ahora invocada fervorosamente por Nosotros, haga retroceder los nuevos errores, especialmente los del comunismo, que recuerdan por muchos motivos y por sus muchas fechorías a los antiguos.
Y así como en los tiempos de las cruzadas se elevaba por toda Europa una sola voz, y por los pueblos una sola súplica; así también hoy, en todo el mundo, en las ciudades y en las aldeas aún más pequeñas, unidos de corazón y de fuerza, con filial y constante insistencia, trátase de obtener de la gran Madre de Dios que sean vencidos los enemigos de la civilización cristiana y humana, haciendo así resplandecer ante los hombres cansados y desviados la verdadera paz.
Por tanto, si todos lo hicieren así, con las debidas disposiciones, con gran confianza y con fervorosa piedad, es de esperar que como en el pasado, así también en Nuestros días la Beatísima Virgen impetrará de su Divino Hijo que las oleadas de las actuales tempestades sean contenidas y calmadas, y que una brillante victoria corone este noble certamen de los cristianos en la plegaria.
Además, el Santo Rosario no solamente sirve mucho para vencer a los enemigos de Dios y de la Religión, sino también es un estímulo y un acicate para la práctica de las virtudes evangélicas que insinúa y cultiva en nuestras almas.
Ante todo, nutre la fe católica, que se vigoriza con la oportuna meditación de los sagrados misterios y eleva las almas a las verdades que nos fueron reveladas por Dios.
Todos pueden comprender cuan saludable sea -esta práctica-, especialmente en nuestros tiempos, en los que quizás aún entre los fieles reina cierto fastidio por las cosas del espíritu y casi disgusto de la doctrina cristiana.
Luego reaviva la esperanza de los bienes inmortales, pues, al hacernos meditar en la última parte del Rosario, el triunfo de Jesucristo y de su Madre, nos muestra el cielo abierto y nos invita a la conquista de la patria eterna.
Así, mientras en el corazón de los inmortales penetra un ansia desenfrenada por las cosas de la tierra y cada vez más ardientemente los hombres se afanan por las riquezas caducas y los placeres efímeros, todos -los que rezan el Rosario- sienten un provechoso llamado hacia los tesoros celestiales, donde el ladrón no penetra ni carcome la polilla[viii], y hacia los bienes imperecederos.
Y ¿cómo no se reencenderá la caridad, que ha languidecido y se ha enfriado en muchos, con un aumento de amor en el alma de los que recuerdan con corazón dolorido las torturas y la muerte de Nuestro Redentor y las aflicciones de su Madre Dolorosa?
De esta caridad hacia Dios no puede menos de brotar necesariamente un más intenso amor al prójimo con sólo que se detenga el pensamiento en los trabajos y dolores que Nuestro Señor sufrió para reintegrarnos a todos en la perdida herencia de hijos de Dios.
Por tanto, Venerables Hermanos, empeñaos en que esta práctica tan fructuosa sea cada vez más difundida, sea por todos altamente estimada y aumente la piedad común.
VII. El Rosario en familia
Predíquese y repítanse a los fieles de toda clase social sus loas y sus ventajas por obra vuestra y por la de los sacerdotes que os ayudan en la cura de almas.
Los jóvenes saquen de ella nuevas energías con que domar los rebeldes estímulos del mal y conservar intacto y sin mancilla el candor del alma; que en ella encuentren los ancianos en sus tristes ansias reposo, alivio y paz. Para los que se dedican a la Acción Católica sea acicate que los impulse a una más fervorosa y diligente obra de apostolado; y a todos los que de alguna manera sufren, particularmente a los moribundos, dé aliento y aumente la esperanza de la felicidad eterna.
Y los padres y las madres de la familia en particular sean en esto también un dechado para sus hijo, especialmente cuando, a la caída del día, se recogen después de las labores de la jornada en el hogar doméstico, recitando, ellos los primeros, arrodillados ante la imagen de la Virgen, el Santo Rosario, fundiendo en uno la voz, la fe y el sentimiento, costumbre ésta tiernísima y saludable, de la que ciertamente no puede menos de derivar a la sociedad doméstica serena tranquilidad y abundancia de dones celestiales.
Por esto, cuando, como nos acaece con mucha frecuencia, recibimos en audiencia a los recién casados y les dirigimos unas palabras paternales, les damos la corona del Rosario, recomendándoselo grandemente y exhortándolos, aduciendo también Nuestro ejemplo, a no dejar pasar ni un día sin rezarlo, no obstante estar agobiados por muchos cuidados y trabajos.
VIII. Exhortación final
Por estos motivos, Venerables Hermanos, hemos querido exhortar vivamente y, por vuestro medio, a todos los fieles a esta piadosa práctica; y no dudamos que escuchando, con la correspondencia que acostumbráis, Nuestra paternal invitación, reportaréis copiosos frutos.
Hay otro motivo que Nos impulsa a dirigiros esta Nuestra Encíclica. Deseamos que todos cuantos son nuestros hijos en Jesucristo se unan con Nos a dar gracias a la excelsa Madre de Dios por la salud que felizmente hemos recuperado.
Esta gracia, como hemos tenido ya ocasión de escribir[ix], Nos la atribuímos a la especial intercesión de la virgen de Lisieux, Santa Teresa del Niño Jesús, mas es sabido que todo nos lo concede el Sumo y Omnipotente Dios por las manos de la Virgen.
Finalmente, como poco a poco ha se lanzó por la prensa con temeraria insolencia una gravísima injuria a la Beatísima Virgen, no podemos menos de aprovechar esta ocasión para ofrecer juntamente con el Episcopado y el pueblo de aquella nación que venera a María como Reina del Reino de Polonia, con el homenaje de Nuestra piedad, la debida reparación a la misma Augusta Reina, y para denunciar ante el mundo entero como cosa dolorosa e indigna este sacrilegio cometido impunemente en medio de un pueblo civilizado.
Impartimos de todo corazón a vosotros, Venerables Hermanos, y a la grey confiada al cuidado de cada uno de vosotros, la Apostólica Bendición como auspicio de las gracias celestes y en prenda de Nuestra paternal benevolencia.
Dada en Castel-Gandolfo, cerca de Roma, el día 29 del mes de Septiembre, en la fiesta de la dedicación de San Miguel Arcángel, en el año 1937, decimosexto de Nuestro Pontificado.
[i] Juan 6, 69.
[ii] Del Breviario Romano
[iii] Sab. 1, 14.
[iv] Serm. I in Nativ. B. M. V.
[v] León XIII, Encíclica "Diuturni Temporis".
[vi] Luc. 11, 1.
[vii] Mat. 18, 3.
[viii] Luc. 12, 33.
[ix] Carta autógrafa al Cardenal E. Pacelli, del 3 de septiembre de 1937.
Adviento: Un camino de Esperanza
La esperanza es constitutiva del ser humano. Siempre se ha manifestado como una necesidad fundamental del hombre, pero muchas veces con esperanzas pasajeras hemos ido tirando. Hoy, dada la situación que vivimos todos los hombres, esto ya no es válido. Necesitamos que la esperanza no acabe, que tenga fundamentos verdaderos de perduración, que no se agote en unos momentos. No podemos vivir sin esperanza. Y el tiempo de Adviento que vamos a comenzar cultiva esta esperanza de una manera esencial, pues nos regala fundamentos para vivir siempre en ella.
Hay algo que me gustaría que entendieses de una vez para siempre: nada de lo que hacemos los hombres o que proviene de nuestras fuerzas personales o de nuestras estrategias, redime al ser humano, es decir, le da esperanza que fundamente toda su existencia. Esto solamente puede hacerlo el amor. De tal manera que cuando experimentamos un gran amor en la vida, ese momento concreto constituye para nosotros un momento de redención y de esperanza.
Pero entiende bien esto: si este amor proviene de los hombres, por sí solo no soluciona el problema de la vida y no me entrega la esperanza que necesito para vivir. Puede ser destruido por la muerte o, simplemente, porque el ser humano que me ama, me retira su amor. Tú y yo, como todos los hombres que vienen a este mundo, necesitamos de un amor incondicionado, como nos dice el Papa Benedicto XVI en la encíclica “Spe salvi”. Necesitamos la certeza que nos hace expresarnos como el Apóstol San Pablo: “ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rm 8, 38-39). Es el amor absoluto, que nos da certezas absolutas, quien nos da y nos mantiene en la esperanza.
Por eso, ¡qué importante y qué esencial es conocer a Jesucristo, la revelación del amor mismo de Dios a los hombres! Quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza. De ahí que el Adviento es también una llamada a la conversión, a esperar a Dios y esperar de Él el culmen de todo. Como nos dijo Jesús: “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3). En relación con quien es la Vida misma, entonces vivimos y somos invadidos por la esperanza. La esperanza viene con el gran abrazo de Dios a los hombres. Déjate abrazar por Dios que viene a este mundo y te colmarás de esperanza.
Con el Adviento, todos los cristianos invitamos a todos los hombres a que nos pongamos en camino. Un camino que hacemos para vivir el misterio de Cristo en la historia. Qué fuerza tienen estas palabras: “Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (cf. Hb 13, 8). En cambio la historia cambia y necesita ser evangelizada constantemente, necesita renovarse desde dentro y la única verdadera novedad es Cristo. Porque en Cristo está la realización plena y el futuro luminoso del hombre y del mundo.
La palabra Adviento, se puede traducir por “presencia”, “llegada”, “venida”. En el lenguaje antiguo era un término técnico para indicar la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador a una provincia. Pero puede indicar la venida de la divinidad que sale de su escondimiento para manifestarse con fuerza. Los cristianos hemos adoptado esta palabra, Adviento, para expresar nuestra relación con Jesucristo: Jesús es el Rey que ha entrado en esta pobre “provincia” denominada Tierra para visitarnos a todos y nos invita a participar en la fiesta de su Adviento. Con esta palabra se quiere decir: Dios está aquí, no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos.
Te invito a que entres de lleno a descubrir cómo el Adviento es, fundamentalmente, una visita. Es la visita de Dios: quiere entrar en mi vida y quiere dirigirse a mí, quiere entrar en esta historia y en la vida de todos los hombres. En estos próximos domingos te invito a que dejes que la Palabra de Dios te haga por dentro y por fuera. Y te recomiendo dos cosas para ello: “capta una presencia”, que es la presencia de Dios, haz silencio y descubre que los acontecimientos de cada día son gestos que Dios nos dirige, signos de su atención para cada uno de nosotros; por otra parte, entiende el sentido del tiempo y de la historia como un “kairós”, como ocasión propicia para nuestra salvación y ocasión de gracia, alegría y de espera de lo eterno.
En estos próximos domingos de Adviento vas oír cosas como éstas:
1. El Señor te quiere coger el corazón: “Velad, pues, porque no sabéis que día vendrá vuestro Señor” (cf. Mt 24, 37-44). Se nos invita a estar vigilantes, entre otras cosas porque el Señor es sorprendente, viene cuando menos lo piensas. Pero no viene a robarte tus cosas, quiere robarte el corazón. ¿Dejarás que te robe el corazón? Deja que sea un ladrón amigo. Te va a llenar el corazón de su amor. Te lo roba para llenarte el vacío que tienes.
2. El Señor es el Rey verdadero, entrégale tu vida: “Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquél que viene detrás de mí es más fuerte que yo… Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (cf. Mt 3, 1-12). Un profeta quiere cambiar el pueblo, pero anuncia que viene el Rey verdadero, Jesús, que cambiará el corazón de los hombres. ¿Dejarás que cambie tu corazón? ¿Lo aceptarás con Rey de tu existencia y de la historia personal y colectiva de tu vida?
3. Ten confianza y seguridad en el Señor: “Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!” (cf. Mt 11, 2-11). Juan en la cárcel pasa por una noche oscura. Él, que había dedicado la vida a anunciar la llegada inmediata de Jesús. Y Jesús le envía a Juan un mensaje de confianza y de seguridad, diciéndole que ha llegado con misericordia y gracia. Este mismo mensaje nos envía a ti y a mí. ¿Depositaremos la confianza y la seguridad en Jesucristo? Aquí está el porvenir de nuestra vida vivido en alegría y esperanza… o en la desesperanza y desilusión. Fíjate en lo que hace el Señor. Él es diferente a todos los demás, pero te hace ser a ti lo que tienes que ser.
4. Vive la fe como una adhesión incondicional a un Dios que te ama entrañablemente: “Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (cf. Mt 1, 18-24). El anuncio del ángel ilumina el misterio que había sucedido en María, y José creyó como también lo había hecho María. ¿Me dejo envolver por el misterio? ¿Me adhiero en fe, en una adhesión incondicional a Dios como lo hicieron María y José?
¡Alégrate! Dios viene a visitar a su pueblo.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Santa Catalina de Siena, doctora de Iglesia Universal desde hace 40 años
No vamos a insistir en la grandeza de esta gran mujer italiana que, tras vestir los hábitos de las Dominicas hoy y desde el mismo día de su proclamación como santa en 1461 por Pio II, la veneramos en los altares. El año que viene, en el 2011 hará, por lo tanto, 550 años de este hecho glorioso para la Iglesia Católica Universal. El 29 de abril, día en que se la venera, será un momento importante para hablar, estudiar y pormenorizar todo cuanto ha significado esta mujer para la Iglesia y su Historia.
Si hablamos, profundizamos y nos hacemos eco de esta gran santa es porque, junto a Santo Domingo de Guzmán, otro de los santos de ¡Primera División!, configuran, junto a la Virgen del Rosario, Titular del Templo y patrona del Cañamelar, el grupo escultórico que preside la Iglesia del Rosario.
Insistimos en la obligación que tienen los sacerdotes de ensalzar la figura del santo o santa, en especial de aquellos, cuyas imágenes, adornan nuestras Iglesias y parroquias. No hacerlo supone que siempre puedan existir dudas respecto a si este es tal o cual santo mientras que si se habla de estos, en el día de su fiesta, la gente los aprecia más, no los confunde y, en todo momento, saben quienes son y a quienes representa cada figura o imagen de las que existen en nuestras Iglesias y Templos. El mismo Papa con sus catequesis de los miércoles está actualizando ahora mismo a aquellas mujeres que son modelos de fe para nosotros, los cristianos del siglo XXI.
TEXTO INTEGRO
Ofrecemos aquí, el texto íntegro de la homilía pronunciada por el Papa Pablo VI en la basílica de San Pedro el domingo 4 de octubre de 1970 en el acto de la proclamación de Santa Catalina de Siena como doctora de la Iglesia Universal (Texto de L' Ossservatore Romano del 11 de octubre de 1970).
La alegría espiritual que ha inundado nuestra alma al proclamar doctora de la Iglesia a la humilde y sabia virgen dominica Catalina de Siena, encuentra su explicación más profunda, y hasta podíamos decir su justificación, en la alegría purísima experimentada por el Señor Jesús cuando, como nos narra el evangelista San Lucas, "se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito" (Lc 10,21; cfr. Mt 11,25-26).
El Señor elige a los humildes y sencillos
En realidad, cuando daba gracias al Padre por haber revelado los secretos de su divina sabiduría a los humildes, Jesús no tenía presentes en su espíritu solamente a los doce, que él mismo había elegido de entre el pueblo inculto, y que habría de mandar un día, en calidad de apóstoles suyos, a instruir a todas las gentes y a enseñarles todo lo que les había encomendado (cfr. Mt 28,19-20), sino que tenía también presentes a todos los que habían de creer el él, muchos de los cuales se contarían entre los menos dotados de los ojos del mundo.
El Apóstol de las Gentes se complacía en observar precisamente este hecho cuando escribía a la comunidad de la griega Corinto, ciudad en la que pululaba gente inflada de humana sabiduría:
"Y si no, mirad, hermanos, vuestra vocación; pues no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Antes eligió Dios la necedad del mundo para confundir a los sabios y eligió Dios la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes; y lo plebeyo, el desecho del mundo, lo que no es nada, lo eligió Dios para destruir lo que es, para que nadie pueda gloriarse ante Dios" (1 Cor 1,26-29).
Esta elección de Dios, que prefiere lo que es irrelevante e incluso despreciable a los ojos del mundo, había sido ya preanunciada por el Maestro cuando - en clara antítesis con las valoraciones terrenas- había llamado bienaventurados y predestinados a su reino a los pobres, a los que sufren, a los mansos, a los que padecen hambre y sed de justicia, a los puros de corazón, a los constructores de la paz (cfr. Mt 5,3-10).
Testimonio de la bienaventuranzas evangélicas
Queremos poner inmediatamente de relieve cómo en la vida y en la actividad externa de Catalina las bienaventuranzas evangélicas han tenido un modelo de extraordinaria verdad y belleza. Por otra parte, todos vosotros sabéis hasta que punto estuvo su espíritu libre de toda codicia terrena; cómo amó la virginidad consagrada al esposo celeste, Cristo Jesús; cómo sintió el hambre de justicia y qué entrañas de misericordia demostró al tratar de restablecer la paz en las familias y en las ciudades, desgarradas por la rivalidad y por odios atroces; cómo se prodigó para reconciliar la República de Florencia con el Sumo Pontífice Gregorio X, hasta el punto de exponer la vida ala venganza de los rebeldes. Tampoco nos detendremos a admirar las excepcionales gracias místicas con que quiso regalarla el Señor, entre las que se cuentan el místico matrimonio y los sagrados estigmas. Tampoco creemos oportuno en la presente circunstancia evocar la historia de sus generosos esfuerzos para convencer al Papa a volver a Roma, su sede legítima. El éxito con que vio coronados sus esfuerzos fue realmente la obra maestra de su actividad, y eso permanecerá a través de los siglos como su gloria más grande y será un título del todo especial para que la Iglesia le esté eternamente agradecida.
Creemos, en cambio, oportuno en este momento sacar a luz, aunque sea brevemente, el segundo de los títulos que justifican, según el juicio de la Iglesia, la concesión del doctorado a la hija de la ilustre ciudad de Siena. Se trata de la peculiar excelencia de su doctrina.
Por lo que se refiere al primer título, es decir, a su santidad, el reconocimiento solemne se debe al Pontífice Pio II su paisano, por medio de la bula de canonización Misericordias Domini, de la que él mismo fue autor, con su estilo inconfundible de humanista. La solemne ceremonia litúrgica tuvo lugar en la basílica de San Pedro el 29 de junio de 1461.
Los carismas de Santa Catalina
¿Qué diremos, por tanto, de la eminencia de la doctrina de Santa Catalina?. Nosotros ciertamente no encontramos en los escritos de la Santa, es decir, en sus Cartas, conservadas en gran número; en el Diálogo de la Divina Providencia o libro de la divina Doctrina y en sus Oraciones el valor apologético y la audacia teológica que caracterizan las obras de las grandes lumbreras de la Iglesia antigua, tanto en Oriente como en Occidente; ni podemos pretender de la virgen de Fontabranda, que no poseía cultura especial, las altas especulaciones propias de la Teología sistemática que han inmortalizado a los doctores del medioevo escolástico. Y si es cierto que en sus escritos se refleja de una manera sorprendente la teología del Doctor Angélico, en cambio, se nos presente carente de toda referencia científica. Pero lo que más sorprende en la Santa es la sabiduría infusa, es decir, la luminosa, profunda y extraña asimilación de las verdades divinas y de los misterios de la fe contenidos en los Libros Sagrados del Antiguo y Nuevo Testamento. Es una asimilación que se ve ciertamente favorecida por dotes naturales del todo singulares, pero que es evidentemente prodigiosa, causada por el carisma de sabiduría del Espíritu Santo, un carisma místico.
Santa Catalina de Siena ofrece en sus escritos uno de los más luminosos modelos de los carismas de consejo, de palabra de sabiduría y de palabra de ciencia, que San Pablo testimonia que actuaron en algunos fieles de las comunidades cristianas primitivas y cuyo uso se esforzó por disciplinar convenientemente, advirtiendo que tales dones no son tanto para provecho de los que los poseen, sino más bien para provecho de todo el Cuerpo de la Iglesia. En efecto - explica el apóstol-, "todas las cosas las obra el único y mismo Espíritu, que distribuye a cada uno según quiere" (1 Cor 12,11), de forma que sobre todos los miembros del místico organismo de Cristo debe redundar el beneficio de los tesoros espirituales que su Espíritu distribuye (cfr. 1 Cor 11,5; Rom 12,8; 1 Tim 6,2; Tit 2,15).
"Su doctrina no fue adquirida; hay que considerarla como maestra antes que como discípula"; así declaró el mismo Pío II en la bula de canonización. Y , ciertamente, ¡cuántos rayos de sabiduría sobrehumana, cuántas urgentes llamadas a la imitación de Cristo en todos los misterios de su vida y de su Pasión, cuántos eficaces consejos para el ejercicio de la virtudes propias para los diversos estados de vida se encuentran esparcidos en las obras de la Santa!. Sus Cartas son otras tantas chispas de un fuego misterioso, encendido en su corazón ardiente por el Amor infinito que es el Espíritu Santo.
¿Cuáles son las líneas características y los temas dominantes de su magisterio ascético y místico?. Nos parece que, a imitación del glorioso Pablo, del que toma incluso el estilo robusto e impetuoso, catalina es la mística del Verbo Encarnado y, sobre todo, de Cristo crucificado. Catalina de Siena fue la pregonera de la virtud redentora de la sangre adorable del Hijo de Dios, derramada sobre el leño de la cruz con amor desbordante para la salvación de todas las generaciones humanas. La Santa veía fluir continuamente esta sangre del Salvador en el sacrificio de la Misa y en los Sacramentos, por medio de la acción ministerial de los ministros sagrados, para purificación y embellecimiento de todo el Cuerpo Místico de Cristo. Por lo cual podemos llamar a Catalina la mística del cuerpo místico de Cristo, es decir, de la Iglesia.
Por otra parte, la Iglesia es para ella una auténtica madre, a la que uno debe someterse, reverenciar y prestar asistencia. "La Iglesia no es otra cosa que el mismo Cristo", se atreve a decir la Santa.
¡Qué respeto y apasionado amor nutrió santa Catalina hacia el Romano Pontífice! Nosotros personalmente, el más pequeño siervo de los siervos de Dios, nos sentimos hoy muy agradecidos a Santa Catalina, no precisamente por el honor que pueda redundar en nuestra humilde persona, sino por la mística apología que ella hizo de la misión apostólica del sucesor de Pedro.
El amor al Papa y a la Iglesia
Todos lo saben. Ella contemplaba en el Papa al "dulce Cristo en la tierra", a quien se debe afecto filial y obediencia, porque "quien se muestre desobediente a Cristo, que está en el cielo, no participa del fruto de la sangre del Hijo de Dios"
Y, como, anticipándose no sólo a la doctrina, sino incluso al lenguaje del concilio Vaticano II, la santa escribe al Papa Urbano VI: "Santísimo Padre..: Tened presente la gran urgencia, que os corresponde a vos y a la santa Iglesia, de conservar este pueblo (Florencia) en la obediencia y en la reverencia a Vuestra Santidad, dado que sois para nosotros el jefe y el principio de nuestra fe".
Se dirige, además, a cardenales y a muchos obispos y sacerdotes con insistentes exhortaciones, y no escatima fuertes reproches, haciéndolo siempre con perfecta humildad y con el respeto debido a su dignidad de ministros de la sangre de Cristo.
Tampoco olvidaba Catalina que era hija de una Orden religiosa de las más gloriosas y activas de la Iglesia. Así, pues, ella nutre una estima singular por las que llama las "santas religiones", a las cuales considera como vínculos de unión en el cuerpo místico, constituido por los representantes de Cristo (según una concepción suya propia) y el cuerpo universal de la religión cristiana, es decir, los simples fieles. Exige de los religiosos fidelidad a su excelsa vocación por medio del ejercicio generoso de las virtudes y de la observancia de las reglas respectivas. Tampoco olvida, en su maternal solicitud, a los laicos, a quienes dirige encendidas y numerosas cartas, pidiéndoles prontitud en la práctica de las virtudes cristianas y de los deberes del propio estado y una ardiente caridad para con Dios y para con el prójimo, porque también ellos son miembros vivos del Cuerpo místico; ahora bien, dice la santa "la Iglesia está fundada en el amor y ella misma es amor".
Espíritu renovador y servicio al bien común
¿Cómo no recordar, además, la actividad desarrollada por la Santa a favor de la reforma de la Iglesia?. Dirige sus exhortaciones principalmente a los sagrados pastores, indignada con santo enojo por la pereza de no pocos de ellos, preocupada por su silencio, mientras que la grey a ellos confiada andaba dispersa y sin dirección. "Ay de mí no puedo callar. Gritemos con cien mil lenguas - escribe a un alto prelado -. Creo que, por callar, el mundo está corrompido, la esposa de Cristo ha empalidecido, ha perdido el color, porque le están chupando la propia sangre, es decir, la sangre de Cristo".
¿Qué entendía ella por renovación y reforma de la Iglesia?. No ciertamente la subversión de las estructuras esenciales, la rebelión contra los pastores, la vía libre a los carismas personales, las arbitrarias innovaciones del culto y de la disciplina, como algunos querrían en nuestros días. Por el contrario, Catalina afirma repetidamente que le será devuelta la belleza a la Esposa de Cristo y se deberá hacer la reforma "no con guerra, sino con paz y tranquilidad, con humildes y continuas oraciones, sudores y lagrimas de los siervos de Dios". Se trata, por tanto, para la Santa, de una reforma ante todo interior y después externa, pero siempre en la comunión y en la obediencia filial a los legítimos representantes de Cristo.
¿fue también política nuestra devotísima virgen?. Ciertamente lo fue, y de una manera excepcional, pero en el sentido espiritual de la palabra. Santa Catalina rechaza indignada la acusación de politizante que le lanzan algunos de su contemporáneos, escribiendo a uno de ellos:"… Mis paisanos creen que, gracias a mí y alas personas que me rodean, se hacen tratados; dicen la verdad, pero no saben de qué se trata, y, sin embargo, aciertan en sus juicios, porque no pretendo otra cosa ni quiero que los que me rodean se ocupen si no es de vencer al demonio y arrebatarle el señorío que ha adquirido sobre el hombre por medio del pecado mortal, en extraer el odio del corazón del hombre y en pacificarlo con Cristo crucificado y con su prójimo".
Por tanto, la lección de esta mujer política "sui generis" conserva todavía su significado y valor, aunque hoy se siente la necesidad de hacer la debida distinción, entre las cosas del Cesar y las de Dios, entre la Iglesia y el Estado. El magisterio político de la Santa encuentra la más genuina y perfecta expresión en esta sentencia lapidaria debida a su pluma: "Ningún Estado puede observar la ley civil y la ley divinas en estado de gracia si no observa la santa justicia".
Entrega total a Cristo
No cuenta con haber desarrollado un intenso y vastísimo magisterio de verdad y bondad con su palabra y sus escritos, Catalina, quiso sellarlos con la ofrenda final de su vida al Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, en la edad todavía joven de treinta y tres años. Desde su lecho de muerte, rodeada de sus fieles discípulos en una celda junto a al Iglesia de santa María sopra Minerva, en Roma, dirigió al Señor esta conmovedora oración, verdadero testamento de fe y de agradecido y ardiente amor:
"Dios eterno, recibe el sacrificio de mi vida a favor del Cuerpo místico de la santa Iglesia. No tengo otra cosa que darte si no es lo que tú me has dado a mí. Toma mi corazón y estrújalo sobre la faz de esta esposa"
El mensaje que nos trasmite es, por tanto, de una fe purísima, de un amor ardiente, de una entrega humilde y generosa a la Iglesia Católica. Cuerpo místico y Esposa del divino Redentor. Este es el mensaje específico de la nueva doctora de la Iglesia, Catalina de Siena, para que sea luz y ejemplo de cuantos se glorían de pertenecer a ella. Acojámoslo con ánimo agradecido y generoso, para que sea luz de nuestra vida terrena y prenda segura de la definitiva pertenencia a la Iglesia triunfante del cielo.
Pablo VI
PLEGARIA AL PROFETA ISAÍAS, HOMBRE DE LA ESPERA
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista
Isaías:
Hijo de Amós, de la tierra de Judá.
¡Profeta de Dios, grito del Verbo!
Benditos tus pies,
porque han llegado para anunciar la paz al mundo entero.
Tú eres uno de las grandes poetas hebreos.
Tu eres uno de los grandes profetas de nuestra historia
En este tiempo de Adviento
deseamos acercarnos a tu figura.
A menudo se te adivina presente
en el pensamiento y hasta en las palabras de Cristo.
Tu eres el profeta por excelencia del tiempo de la espera;
estás asombrosamente cercano,
eres de los nuestros, de hoy y de siempre.
Y lo estás por tu deseo de liberación,
Por tu deseo de lo absoluto de Dios;
Estás cercano en la lógica bravura de toda tu vida
que es lucha y combate;
estas cercano hasta en tu arte literario,
en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto
por la imagen desnuda pero fuerte hasta la crudeza.
Tu eres uno de esos violentos
a los que les es prometido por Cristo el Reino de los cielos.
Todo debe ceder ante tu persona
Ante tu figura visionaria,
emocionada por el esplendor futuro del Reino de Dios
que se inaugura con la venida
de un Príncipe de paz y de justicia.
Encontramos en tu persona
ese poder tranquilo e inquebrantable
del que está poseído por el Espíritu que anuncia,
sin otra alternativa y como pesándole
lo que le dicta el Señor.
Tu, como profeta,
apenas eres conocido por otra cosa que por tus obras,
pero éstas son tan características
que a través de ellas podemos adivinar y amar tu persona.
Sorprende para nosotros tu proximidad
y tu sensibilidad de tu gran personalidad
habiendo vivido y desarrollo tu vocación profética
en el siglo VIII antes de Cristo,
que sentimos en medio de nosotros,
cotidianamente,
la fuerza que irradia de tu figura dominándonos
desde tu altura espiritual.
Tu viviste en una época de esplendor y prosperidad
cuando los reinos de Judá y Samaría
habían conocido tal optimismo
y su posición política les permitia ambiciosos sueños.
En medio de este frágil paraíso,
te erguirse valerosamente y cumpliste con tu misión:
Mostrar a tu pueblo
la ruina que le espera por su negligencia.
Alimentado por la literatura de tus predecesores,
sobre todo Amós y Oseas,
previste como ellos, inspirado por tu Dios,
lo que será la historia de tu país.
Superando la situación
en la que se entremezclan cobardías y compromisos,
viste el castigo futuro
que enderezaría los caminos tortuosos.
Tu exigías a tu pueblo un salto hacia adelante.
Y estando así las cosas
fuiste arrebatado por el Señor
cuando estabas en el templo,
y con tus labios purificados por una brasa
traída por un serafín
comenzaste tu vocación.
A partir de este momento,
ya no te perteneces.
Todo tu dinamismo va a ponerse al servicio de tu Dios,
convirtiéndose en su mensajero.
Mensajero terrible que anuncia el despojo de Israel
al que sólo le quedará un pequeño soplo de vida.
Los comienzos de tu obra,
que originará la leyenda del buey y del asno del pesebre,
marcará tu pensamiento y tu papel.
Yahvé lo es todo para Israel, pero Israel,
más estúpido que el buey que conoce a su dueño,
ignora a su Dios.
Tu fuiste para siempre
el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé.
La venida del Señor lleva consigo el triunfo de la justicia.
El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros",
reconfortará a un reino dividido por el cisma de diez tribus.
El anuncio de este nacimiento promete, pues,
a tus contemporáneos y a los oyentes de tu oráculo,
la supervivencia del reino,
a pesar del cisma y la devastación.
Príncipe y profeta,
ese niño salvará por sí mismo a su país.
Tu viste en este niño la salvación del mundo.
Y subrayas en tus ulteriores profecías
los rasgos característicos del Mesías.
Primero te contentas
con apuntarlos y te reservas para más tarde
el tratarlos uno a uno y modelarlos.
La venida de Yahvé aplastará a aquel
que haya querido igualarse a Dios.
El Apocalipsis de Juan tomará tus imágenes
para describir la derrota del diablo.
La tierra abrasada se trocará en estanque,
y el país árido en manantial de aguas
Reconoces la maldición de la creación del Génesis.
Pero proclamas que Yahvé
volverá a reconstruir el mundo.
Al mismo tiempo,
profetizas la acción curativa de Jesús
que anuncia el Reino:
Los ciegos ven, los cojos andan.
Vemos en ti como un enviado de Dios
al que has visto cara a cara.
No ceses de comunicarnos la intimidad del Santo
y, por lo tanto, del impenetrable, del separado,
de aquel que no se deja conocer,
o, más bien, se le conoce por sus obras que,
ante todo, es la justicia.
Amén.
domingo, 28 de noviembre de 2010
Coincidiendo con el primer domingo de Adviento los pescadores honran a la Virgen de la Buena Guía
Siempre que llega el primer domingo de Adviento, los pescadores del Marítimo lucen sus mejores galas pues no en balde festejan a la Virgen de la Buena Guía, Imagen que se venera en la parroquia del mismo nombre y que, en la actualidad, está regida por el sacerdote Amado Francisco Pau Magaña que lo es también de la parroquia san Vicente Ferrer de la demarcación Blocs Platja - Cañamelar.
La fiesta es sencilla pero no exenta de amor mariano. De hecho todos los años, cuando llega el primer domingo de Adviento, el templo resulta insuficiente para albergar con comodidad a todos los que quieren participar de la Fiesta.
Aprovechando la Fiesta de la Buena Guía hay que decir que este templo fue noticia porque puso de moda el rezo del Ángelus. Lo que entonces, y de esto hace ya varios años, resultó toda una novedad ahora prácticamente se ha hecho costumbre hasta el punto de que los habituales a las Misas de los Domingos de este templo esperan, tras la bendición del sacerdote, para que sea el propio Amado Francisco Pau Magaña quien inicie el rezo del Ángelus. Una bonita costumbre que hay que ensalzarla como se merece pues no son muchos los templos que suelen aprovechar la Misa del mediodía dominical para rezar esta plegaria mariana que tanto gusta al arzobispo de Valencia monseñor D. Carlos Osoro, hasta el punto de que él en persona lo ha impulsado y de hecho se reza todos los días en el propio palacio episcopal.
LA NOTICIA EN AVAN
Pescadores de los barrios valencianos del Cabañal, la Malvarrosa y el Cañamelar, en el distrito Marítimo, han participado este domingo, a las 11 horas, en una procesión en honor a su patrona, la Virgen de la Buena Guía, cuya imagen han llevado a hombros por el paseo marítimo de la playa del Canyamelar.
La imagen de Nuestra Señora de la Buena Guía, venerada en Valencia desde el siglo XVII como protectora de los pescadores, se conserva en la parroquia que se encuentra bajo su advocación en el barrio del Canyamelar, según ha indicado a la agencia AVAN el párroco, natural de Tabernes Blanques, Amado Francisco Pau Magaña.
La Virgen de las Buena Guía, que sólo sale en procesión el primer domingo de Adviento, ha sido paseada en procesión hasta la playa por varios pescadores y por una banda de música que la han portado a hombros desde la parroquia. A su llegada al templo, los fieles han participado en una eucaristía en honor de la patrona y han cantado los tradicionales gozos.
La talla actual de la patrona, realizada en 1960 en sustitución de la anterior que fue destruida en la persecución religiosa de 1936, es de madera policromada de casi dos metros de altura y representa a la Virgen en posición orante con el niño Jesús en brazos.
La imagen de la Virgen no ha podido, sin embargo, salir en barca como estaba previsto dado que su embarcación tradicional está siendo reparada.
El Rosario de La Aurora de Valencia en los cuatro domingos de Adviento
Aunque nos hallamos en Adviento, concretamente en el primer domingo, el Rosario de la Aurora de Valencia no para y va recorriendo distintos conventos e Iglesias. Se podría decir que el Rosario de la Aurora de Valencia va quemando etapas hasta llegar a ese 2011 en que se celebrará el 125 aniversario de esta devoción mariana publica que aunque no lo parezca tanto bien hace a la gente, sobre todo, a quien lo observa. De hecho son varios los que han presenciado de lejos el Rosario de la Aurora y luego, domingos más tarde, se han incorporado a este y han aumentado, con su presencia física, el número de devotos de esta práctica de piedad.
En este primer domingo el Rosario ha llegado al Convento de las Siervas de Jesús. Y en los posteriores domingos el Rosario llegará a la parroquia del Angel Custodio, a la parroquia de san Juan y san Vicente y a la parroquia de santa Catalina. Tres templos emblemáticos del centro de la ciudad y un convento, cuya obra social de atención y cuidado domiciliario a los enfermos e impedidos es todo un ejemplo para la sociedad en la que vivimos. Y ya que hablamos del Instituto de Las Siervas de Jesús de la Caridad vamos a hablar un poco de su fundadora, de Santa María Josefa del Corazón de Jesús porque solo leyendo y estudiando a fondo a la fundadora aprenderemos más de este Instituto y con ese aprendizaje se llega mucho más fácil y rápido a quererlas y estimarlas.
DATOS BIOGRAFICOS DE SANTA MARIA JOSEFA DEL CORAZON DE JESUS
Nació el 7 de septiembre de 1842 en Vitoria (España).
Recibió en su niñez una sana educación cristiana, la que fue sólido comienzo del edificio espiritual que ella había de construir en l futuro.
El 25 de Julio de 1871 dio comienzo al Instituto de RR. Siervas de Jesús de la Caridad que ella fundó. Del Corazón de Jesús, su principal devoción, recibió los sentimientos de Bondad y de amor para cuidar a los enfermos en sus domicilios, hospitales, clínicas y sanatorios; a los ancianos en las residencias, a los niños en guarderías y a todos los necesitados que acuden a los dispensarios, ampliando su fin específico a todas las obras de beneficiencia y caridad.
A su muerte, acaecida el 20 de Marzo de 1912 había fundado 42 casas. Fue declarada "Venerable" el 7 de setiembre de 1992 por S.S. Juan Pablo II. Finalmente, el 1 de octubre de 2000, hace, por lo tanto ya diez años, ha sido "Coronizada".
SANTO ROSARIO Y SANTA MISA
Volviendo al Rosario de la Aurora de Valencia, motivo de este comentario, recordar que, tras el rezo del Santo Rosario llega la Santa Misa, cada domingo en un sitio diferente, por lo que se puede decir que no existe mejor ocasión de empezar como 'Dios manda' un Domingo, el Día del Señor, que participando en este rezo popular y publico y después, participando de la Eucaristía dominical.
Bonita lección la que, domingo tras domingo, nos dan estos devotos del Santo Rosario. Se puede decir que prácticamente se encuentran finalizando el 124 aniversario de esta practica de piedad algo que, creánme, es una tarea muy compleja en estos tiempos que corren pero así es y se puede decir que sus dirigentes están ya deseosos de alcanzar el 2011 para encarar de lleno lo que debe ser todo un año de celebraciones y conmemorar así un aniversario redondo: los 125 años del Rosario de la Aurora de Valencia.
sábado, 27 de noviembre de 2010
La Hermandad del Cristo de los Afligidos del Cañamelar estuvo presente en el entierro del padre de Jesús Belda, párroco de Alcàntera de Xúquer
Aprovechando la presencia en la misa funeral del sacerdote cubano, adscrito a la parroquia de Santa María del Mar, Olbier Antonio Hernández Carbonell, viajamos hasta Vallada para acompañar a nuestro buen amigo Jesús Belda, natural de Vallada pero que, en la actualidad, ejerce su ministerio sacerdotal en Alcàntera de Xúquer para asistir a la Misa Funeral de su padre, Antonio Belda Vila.
El hecho de estar como párroco en Alcàntera de Xuquer hizo que nuestra presencia en dicha ceremonia fuese más precisa si cabe pues el patrono de dicha población es el Cristo de los Afligidos. Así que, de alguna manera, representamos en en la 'Misa de Cuerpo Presente' de D. Antonio Belda Vila a la Hermandad del Cañamelar que tiene como titular al Cristo de los Afligidos, patrono de El Cañamelar.
La Solemne Eucaristía fue presidida por el obispo auxiliar de Valencia, Enrique Benavent quien en su preciosa homilía, toda ella en valenciano, describió muy bien cómo D. Antonio supo aceptar con resignación cristiana los avatares de la larga enfermedad que fueron debilitando su cuerpo mortal. "De alguna forma, nuestra vida, es un continuo Adviento, porque tenemos esperanzas en una vida plena, sin límites, y D.- Antonio habrá abrazado ya a Jesús, resucitado en el que tanto creyó y confió".
D. Enrique, que durante la enfermedad lo visitó en varias ocasiones dijo que "descubrió un hombre muy entero, un ejemplo de cristiano, que afrontó, en todo momento, su enfermedad y que siempre me recibió con una sonrisa y siempre me dio las gracias por ir a visitarle".
Antes de finalizar, Jesús Belda, dio las gracias en nombre de todos sus hermanos, y lo hizo "como hubiese hecho mi padre en estos momentos": "gracias a D. Enrique por haber presidido la Misa, su Misa, gracias a tantos capellanes como habéis venido para estar junto a mi y para concelebrar esta Eucaristía, gracias a los médicos que se han desvivido en todo momento por mi padre, gracias a D. Angel porque soy consciente que siempre que mi padre lo ha requerido ha estado junto a él y gracias a todos los que hoy estáis aquí porque, con vuestra presencia, nos demostráis el afecto y la amistad que siempre habéis tenido con mi familia".
Por nuestra parte solo podemos decir que, dado que Jesús Belda se encuentra en Alcàntera de Xúquer y dado que el patrono de esa población es también el Cristo de los Afligidos vamos a tratar de crear unos lazos de hermanamiento que permitan por una parte, tener una presencia viva y anual en esta población y por otra, ofrecer la Misa en sufragio de D. Antonio y Dª Zenobia, los padres de nuestro amigo Jesús Belda, actual párroco de esta población con el que desde hace tiempo tenemos una buena 'química'.
viernes, 26 de noviembre de 2010
ADVIENTO 2010. Primer Domingo (28 de noviembre)
Si además de todo esto, le añadimos algún texto más, llámese como se llame su autor, estarán conmigo que dicha lectura se enriquecerá más y podrá dar 'mejores frutos'.
Adviento es un tiempo de espera y de esperanza. Nosotros también hemos de tomar este tiempo con estos dos condicionantes: espera ilusionada ante el nacimiento del Niño Jesús en Belén y esperanza ante el gran acontecimiento que marcó entonces y sigue marcando ahora, la historia de los pueblos: Jesús nació de la Virgen María, se hizo hombre, fue uno de los nuestros, pasó popr la vida haciendo el bien y al final de sus días murió en la cruz. Sin embargo su Resurrección Gloriosa al tercer día es lo que nos da la esperanza en la Vida Eterna, en esa existencia que no conoce trabas ni fronteras.
Vamos pues con las lecturas de este Primer Domingo de Adviento.
* Lectura del libro de Isaías 2, 1-5
Visión de ásalas, hijo de Amos, acerca de Judá y de Jerusalén:
Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor
en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob:
él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestraran para la guerra.
Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.
* Salmo responsorial, 121
R. ¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor"!
¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.» R.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.
* Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13, 11-14a
Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz.
Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de nuestro cuerpo no fomente los malos deseos.
* Lectura del santo evangelio según san Mateo 24, 37-44a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Y como antes anunciamos, aquí les presentamos dos reflexiones. Una es de san Efrén y la otra del sacerdote, periodista y poeta Antonio Diaz Tortajada. Les dejo con ellas.
* San Efrén acerca del Adviento nos dice:
En este tiempo de Gracia
'Esperamos:
A Aquel que llena de alegría nuestro mundo.
Al recién nacido que rejuvenece a la humanidad.
Al Fruto que se inclina para saciar nuestra hambre.
Al Bueno que enriquece nuestra pobreza.
Al Médico que se acerca para curar nuestras dolencias.
Al Hijo de Dios que por su venida da la vida al mundo-
Al Silencioso, que va a hablarnos por su Voz.
Al Oculto cuyo Hijo va a hacerse visible.
Al Viviente cuyo Hijo se hacer mortal.
Gloria a la Fuente que va a ser enviada para nuestro perdón.
Gloria al Misericordioso que llevará nuestras cargas.
Gloria a su venida que da la Vida a los seres humanos.
Gloria al que viene a nosotros por su Primogénito'.
Gloria al Grande cuyo Hijo desciende para hacerse pequeño.
* Al sacerdote y periodista Antonio Díaz Tortajada se le debe este Salmo de Adviento que ha publicado en Vilanova Maris
Yo no soy un Biuda feliz
que arrancó la raíz de los deseos.
Yo soy el amigo que dice: Ven
Yo soy la novia que grita: Ven
Yo soy la madre que espera: Ven
El mundo lucha y evoluciona.
Es la historia que está de parto,
que ha sido fecundada por el Espíritu,
que prepara la llegada del hijo nuevo: el Adviento.
Los trabajos del científico y del obrero,
las luchas del guerrillero y del no-violento
los desvelos de los padres y de los líderes,
los sufrimientos de los enfermos marginados
cantan a coro: Ven
Las ilusiones de los niños
las esperanzas del joven,
el tedio de los ancianos,
el canto de los que triunfan
y el llanto de los caídos
no dejan de repetir: Ven.
Un Adviento creciente,
hijo de la esperanza y la paciencia,
padre de la ilusión y del esfuerzo.
Una fuente secreta
y un murmullo repetido,
orquestado por el Espíritu:
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven!
jueves, 25 de noviembre de 2010
Benedicto XVI en la catequesis del miércoles. 24 de noviembre, ensalzó la figura 'ya de por si gigante' de Catalina de Siena
No puedo resistirme a publicitar en mi blog la catequesis que el pasado 24 de noviembre, miércoles, ofreció el papa Benedicto XVI a los fieles concentrados en la Plaza de san Pedro del Vaticano. Y no puedo resistirme porque en esa catequesis profundizó, como él solo sabe hacer en la figura gigante y magna de santa Catalina de Siena.
Los que somos fieles de Nuestra Señora del Rosario del Cañamelar tenemos la inmensa suerte de tener como titular del templo y patrona del barrio a la Virgen del Rosario pero junto a Ella, en el mismo grupo escultórico que tallara el recordado Francisco Martínez Aparicio, Cañameler d' Honor de la Hermandad del Cristo de los Afligidos, se encuentran Santa catalina de Siena y santo Domingo de Guzmán, dos santos de 'primera división' como he dicho en alguna ocasión anterior en este mismo blog.
Pues bien, Benedicto XVI al profundizar sobre Catalina de Siena ha venido a darme la razón cuando en más de una ocasión he defendido que, en su fiesta, (29 de abril), se hablase mucho más de esta gran santa dominica.
Voy incluso más lejos. Es responsabilidad de los sacerdotes de una comunidad parroquial hablar, destacar y ensalzar las virtudes gloriosas de todos los santos pero es una obligación de estos realzar aquellos o aquellas santas -como es el caso que nos ocupa- que poseen imagen devocional en el templo en cuestión porque así, aparte de realzar al santo o a la santa, las nuevas generaciones que acuden al templo o aquellos otros fieles laicos que se han incorporado a la comunidad parroquial y no saben su historia conocen un poco más las imágenes que tienen altar propio.
Insisto, los habituales al templo del Cañamelar tenemos la inmensa fortuna de poseer un grupo escultórico que para si querrían tener otros templos de clara vocación dominica. Tener, en el altar mayor, junto a la Imagen que da nombre a la parroquia, a dos de los más grandes santos del calendario litúrgico: Santa Catalina de Siena y santo Domingo de Guzmán es cuanto menos para sentirse orgulloso de pertenecer como feligrés al templo del Cañamelar.
Benedicto XVI, con su catequesis sobre Catalina de Siena, nos ha dado la razón, ha descubierto a una gran santa, que sigue marcando época en la Iglesia Católica Universal, que Juan Pablo II la situó como copatrona de Europa, junto a Santa Brigida de Suecia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), que Pablo VI en 1970 las proclamó doctoras de la Iglesia Universal y Pio XII hizo lo propio nominándola patrona de Italia. Lo dicho, una santa de 'Primera División'.
BENEDICTO XVI: CATALINA DE SIENA, COPATRONA DE EUROPA
Queridos hermanos y hermanas,
hoy quisiera hablaros de una mujer que ha tenido un papel eminente en la historia de la Iglesia. Se trata de santa Catalina de Siena. El siglo en que vivió – el decimocuarto – fue una época difícil para la vida de la Iglesia y para todo el tejido social en Italia y en Europa. Con todo, incluso en los momentos de mayor dificultad, el Señor no cesa de bendecir a su Pueblo, suscitando Santos y Santas que sacudan las mentes y los corazones provocando conversión y renovación. Catalina es una de estas y aún hoy nos habla y nos empuja a caminar con valor hacia la santidad para ser de forma cada vez más plena discípulos del Señor.
Nacida en Siena, en 1347, en una familia muy numerosa, murió en su ciudad natal en 1380. A la edad de 16 años, impulsada por una visión de santo Domingo, entró en la Orden Terciaria Dominica, en la rama femenina llamada Mantellate [llamadas así por llevar un manto negro, n.d.t.]. Permaneciendo con la familia, confirmó el voto de virginidad que había hecho de forma privada cuando era aún adolescente, se dedicó a la oración, a la penitencia, a las obras de caridad, sobre todo en beneficio de los enfermos.
Cuando la fama de su santidad se difundió, fue protagonista de una intensa actividad de consejo espiritual hacia toda categoría de personas: nobles y hombres políticos, artistas y gente del pueblo, personas consagradas, eclesiásticos, incluido el papa Gregorio XI, que en aquel periodo residía en Aviñón y a quien Catalina exhortó enérgica y eficazmente a volver a Roma. Viajó mucho para solicitar la reforma interior de la Iglesia y para favorecer la paz entre los Estados: también por este motivo el Venerable Juan Pablo II la quiso declarar Copatrona de Europa: para que el Viejo Continente no olvide nunca las raíces cristianas que están en la base de su camino y siga tomando del Evangelio los valores fundamentales que aseguran la justicia y la concordia.
Catalina sufrió mucho, como muchos Santos. Alguno pensó incluso que había que desconfiar de ella hasta el punto de que en 1374, seis años antes de su muerte, el capítulo general de los Dominicos la convocó a Florencia para interrogarla. Le pusieron al lado a un fraile docto y humilde, Raimundo de Capua, futuro Maestro General de la Orden. Convertido en su confesor y también en su “hijo espiritual”, escribió una primera biografía completa de la Santa. Fue canonizada en 1461.
La doctrina de Catalina, que aprendió a leer con dificultad y a escribir cuando era ya adulta, está contenida en el Diálogo de la Divina Providencia o bien Libro de la Divina Doctrina, una obra maestra de la literatura espiritual, en su Epistolario y en la colección de las Oraciones. Su enseñanza está dotada de una riqueza tal que el Siervo de Dios Pablo VI, en 1970, la declaró Doctora de la Iglesia, título que se añadía al de Copatrona de la Ciudad de Roma, por voluntad del Beato Pío IX, y de Patrona de Italia, por decisión del Venerable Pío XII.
En una visión que nunca se borró del corazón y de la mente de Catalina, la Virgen la presentó a Jesús, que le dio un espléndido anillo, diciéndole: "Yo, tu Creador y Salvador, te desposo en la fe, que conservarás siempre pura hasta cuando celebres conmigo en el cielo tus bodas eternas” (Raimundo de Capua, S. Catalina de Siena, Legenda maior, n. 115, Siena 1998). Ese anillo le era visible solo a ella. En este episodio extraordinario advertimos el centro vital de la religiosidad de Catalina y de toda auténtica espiritualidad: el cristocentrismo. Cristo es para ella como el esposo, con el que hay una relación de intimidad, de comunión y de fidelidad; es el bien amado sobre cualquier otro bien.
Esta unión profunda con el Señor está ilustrada por otro de la vida de esta insigne mística: el intercambio del corazón. Según Raimundo de Capua, que transmite las confidencias recibidas de Catalina, el Señor Jesús se le apareció con un corazón humano rojo resplandeciente en la mano, le abrió el pecho, se lo introdujo y dijo: “Queridísima hija, como el otro día tomé el corazón tuyo que me ofrecías, he aquí que ahora te doy el mío, y de ahora en adelante estará en el lugar que ocupaba el tuyo” (ibid.). Catalina vivió verdaderamente las palabras de san Pablo, “...no vivo yo, sino que Cristo vive en mi" (Gal 2,20).
Como la santa de Siena, todo creyente siente la necesidad de conformarse a los sentimientos del Corazón de Cristo para amar a Dios y al prójimo como el mismo Cristo ama. Y todos nosotros podemos dejarnos transformar el corazón y aprender a amar como Cristo, en una familiaridad con Él nutrida por la oración, por la meditación sobre la Palabra de Dios y por los Sacramentos, sobre todo recibiendo frecuentemente y con devoción la santa Comunión. También Catalina pertenece a este grupo de santos eucarísticos con la que quise concluir mi Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis (cfr n. 94). Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía es un extraordinario don de amor que Dios nos renueva continuamente para nutrir nuestro camino de fe, revigorizar nuestra esperanza, inflamar nuestra caridad, para hacernos cada vez más semejantes a Él.
Alrededor de una personalidad tan fuerte y auténtica se fue construyendo una verdadera y auténtica familia espiritual. Se trataba de personas fascinadas por la autoridad moral de esta joven mujer de elevadísimo nivel de vida, y quizás impresionadas también por los fenómenos místicos a los que asistían, como los frecuentes éxtasis. Muchos se pusieron a su servicio y sobre todo consideraron un privilegio ser guiados espiritualmente por Catalina. La llamaban “mamá”, pues como hijos espirituales tomaban de ella la nutrición del espíritu.
También hoy la Iglesia recibe un gran beneficio del ejercicio de la maternidad espiritual de tantas mujeres, consagradas y laicas, que alimentan en las almas el pensamiento de Dios, refuerzan la fe de la gente y orientan la vida cristiana hacia cimas cada vez más elevadas. “Hijo os digo y os llamo – escribe Catalina dirigiéndose a uno de sus hijos espirituales, el cartujo Giovanni Sabatini -, en cuanto que os doy a luz a través de continuas oraciones y deseo en presencia de Dios, así como una madre da a luz a su hijo" (Epistolario, Carta n. 141: A don Giovanni de’ Sabbatini). Al fraile dominico Bartolomeo de Dominici solía dirigirse con estas palabras: "Dilectísimo y queridísimo hermano e hijo en el dulce Jesucristo".
Otro rasgo de la espiritualidad de Catalina está ligado al don de las lágrimas. Estas expresan una sensibilidad exquisita y profunda, capacidad de conmoción y de ternura. No pocos santos tuvieron el don de las lágrimas, renovando la emoción del mismo Jesús, que no reprimió ni escondió su llanto ante el sepulcro del amigo Lázaro y al dolor de María y de Marta, y a la vista de Jerusalén, en sus últimos días terrenos. Según Catalina, las lágrimas de los Santos se mezclan con la Sangre de Cristo, de la que ella habló con tonos vibrantes y con imágenes simbólicas muy eficaces: “Tened memoria de Cristo crucificado, Dios y hombre (). Poneos por objetivo a Cristo crucificado, escondeos en las llagas de Cristo crucificado, ahogaos en la sangre de Cristo crucificado" (Epistolario, Carta n. 16: A uno cuyo nombre se calla).
Aquí podemos comprender por qué Catalina, aún consciente de las debilidades humanas de los sacerdotes, hubiese tenido siempre una grandísima reverencia por ellos: ellos dispensan, a través de los Sacramentos y la Palabra, la fuerza salvífica de la Sangre de Cristo. La Santa de Siena invitó siempre a los sagrados ministros, también al Papa, a quien llamaba “dulce Cristo en la tierra", a ser fieles a sus responsabilidades, movida siempre y solo por su amor profundo y constante por la Iglesia. Antes de morir dijo: “Partiendo del cuerpo yo, en verdad, he consumido y dado la vida en la Iglesia y por la Iglesia Santa, lo cual me es de singularísima gracia" (Raimundo de Capua, S. Caterina da Siena, Legenda maior, n. 363).
De santa Catalina, por tanto, aprendemos la ciencia más sublime: conocer y amar a Jesucristo y a su Iglesia. En el Diálogo de la Divina Providencia, ella, con una imagen singular, describe a Cristo como un puente lanzado entre el cielo y la tierra. Está formado por tres escalones constituidos por los pies, el costado y la boca de Jesús. Elevándose a través de estos escalones, el alma pasa a través de las tres etapas de todo camino de santificación: el desapego del pecado, la práctica de las virtudes y del amor, la unión dulce y afectuosa con Dios.
Queridos hermanos y hermanas, aprendamos de santa Catalina a amar con valor, de forma intensa y sincera, a Cristo y la Iglesia. Hagamos nuestras para ello las palabras de santa Catalina que leemos en el Diálogo de la Divina Providencia, en la conclusión del capítulo que habla de Cristo-puente: "Por misericordia nos has lavado en la Sangre, por misericordia quisiste conversar con las criaturas. ¡Oh Loco de amor! ¡No te bastó encarnarte, sino que quisiste también morir! (...) ¡Oh misericordia! El corazón se me ahoga al pensar en ti: a dondequiera que me vuelva a pensar, no encuentro sino misericordia" (cap. 30, pp. 79-80). Gracias.
La Hermandad del Cristo de los Afligidos felicita a Mons. D. Agustín García Gasco en su tercer aniversario como cardenal de la Iglesia de Roma
Cardenal, Arzobispo Emérito de Valencia
MONCADA - VALENCIA
Respetado y muy estimado Sr. Cardenal.-
En nombre propio y en el de la Hermandad del Cristo de los Afligidos de la que usted es HERMANO HONORARIO le mandamos esta ‘felicitación - recuerdo’ en su tercer aniversario como cardenal de la Iglesia de Roma con el titulo presbiteral de San Marcelo.
Lo que entonces supuso un hito en la larga y fecunda historia de la Iglesia de Valencia lo sigue siendo hoy porque, gracias a su creación como cardenal por el papa Benedicto XVI se le devolvió a la Archidiócesis de Valencia la categoría de Sede Cardenalicia.
Por todo ello, por lo que entonces supuso y por lo que supone todavía hoy dicho nombramiento, no podemos obviidar ese 24 de noviembre de 2007 ni ese 25 de noviembre de 2007 en el que ya investido como cardenal concelebró con el papa Benedicto XVI.
Reiteramos nuestra felicitación y elevamos oraciones a San Marcelo, al Cristo de los Afligidos, nuestro Titular y a Nuestra Señora del Rosario, patrona del Cañamelar, para que sigan velando por usted y pueda, como arzobispo emérito y como cardenal de la Iglesia de Roma con el titulo presbiteral de san Marcelo, seguir dando muchos frutos a la Iglesia particular que peregrina en Valencia y a la Iglesia Universal.
Por la Hermandad del Cristo de los Afligidos
José Ángel Crespo Flor
martes, 23 de noviembre de 2010
LA CORAL VICENTINA DE HERMANDADES DEL TRABAJO Y EL ORFEÓN MANUEL PALAU PARTICIPARAN EL 10 DE DICIEMBRE EN SANTA MARIA DEL MAR
La parroquia Santa María del Mar lucirá si cabe un poco más el próximo 10 de diciembre. Y lo hará porque albergará la XIV edición del 'Festival Villancicos Junto al Mar'. Lo que empezó siendo tan solo un festival de música navideña más con el paso de los años se ha convertido poco menos que en una cita ineludible para el buen amante de la música vocal, siempre, en torno al gran acontecimiento de la humanidad que supuso el nacimiento de Jesús en Belén.
Como ya viene siendo costumbre a la cita no faltará el cura párroco Antonio Díaz Tortajada que, en esta ocasión, estará acompañado por el sacerdote cubano, adscrito a este bello templo del Grao, Olbier Antonio Hernández Carbonell, que se estrenará en esta cita anual que supone este ya clásico 'Festival de Villancicos junto al Mar'.
Bajo la dirección y coordinación de los 'Amigos de las Fiestas Tradiciones y Cultura de la Comunidad Valenciana' y con la colaboración del Ayuntamiento de Valencia (Junta Municipal Maritim), Diputación de Valencia (Area de cultura) y Generalitat Valenciana (Conselleria de Cultura, Ciencia, Educacio i Esports), esta XIV edición, que dará comienzo a las 20,30 horas en Santa María del Mar, presenta dos conjuntos corales de renombrada fama. Se trata de la 'Coral Vicentina de las Hermandades del Trabajo de Valencia' y del 'Orfeón Manuel Palau'.
LOS DOS PROGRAMAS
La Coral Vicentina de las Hermandades del Trabajo de Valencia que se crea en 1971 dentro de la sección cultural de la Casa de los,Obreros de san Vicente Ferrer, dará vida a este programa: Stille Nacht ( Austria, Franz Grüber); Ding, Doong! Merril on High (Inglatyerra, Arm. J. R. Gil Tarrega); O Tannenbaum (Alemania, Arm. David Azurza); The First Noel (Inglaterra, Arm. Anónimo); Campanadas de Navidad (Argentina, Arm. Alejandro Vívolo); A la Nanita nana (Venezuela, Arm. Anónimo); Ya viene la vieja (Andalucia, Arm. Shaw - Parker); Chiquirriquitin (Córdoba, Arm. Oriol Martí); Dios ha Nacido (Valencia, Arm. J. Maragan) y Canta Conmigo (Valencia, Arm. J. Maragan). Su director es Juan González Noguera
Por su parte el Orfeón Manuel Palau, fundado en 1989 por Rafael Sánchez Mombiedro y desde septiembre de 1997 dirigido por Pepa Cervera Martínez interpretará este selecto programa: El Chiquirritin (Oriol Martí, pop. andaluza); Velo que bonito (Arm. Luis A. Escobar, pop. Colombia); The Holly and The Ivy (Arm, Kirby Shaw (pop. inglesa); A Holly Jolly Christmas (Arm. Kirby Shaw (Música y texto J. Marks); Blue Christmas (Arm Mac Huff (Música y texto J. Johnson); African Alleluia (Benjamin Harlan (pop. Kenia) y 100 Suite Comercial Navideña (José Bernardo Alvarez)
lunes, 22 de noviembre de 2010
SAN PÍO X, REFORMADOR DE LA MÚSICA SACRA
En esta ocasión vamos a profundizar sólo, que no es poco, en su faceta musical pues este papa puso mucho empeño en asentar -y lo consiguió- la musica gregoriana en las celebraciones mas solemnes al considerar a esta prácticamente la música oficial de la Misa. Musica que todavía hoy arrastra a mucha gente deseosa de participar en un tipo de música que además de ser muy tranquila te crea el clima perfecto para poder rezar y estar un rato a solas ante el Sagrario. Esta es la grandeza de la Musica Gregoriana.
SAN PIO X
Un historiador perteneciente al "Movimiento Litúrgico" ha escrito:
"Con el Papa Pío X, el Movimiento Litúrgico entra en un período totalmente nuevo. Hasta ahora, en efecto, había sido el atributo de fuerzas individuales en la Iglesia. Unas voces se habían levantado por ahí y por allá, manifestando su común acuerdo sobre un tipo de reacción contra la laicidad invasora y pregonando la vuelta a, las fuentes como el verdadero medio de recristianización... Pero estos llamados, que venían a rozar la trama de las prácticas cotidianas, podían golpear sin alarmas la indiferencia de toda una parte del clero por lejos, la más numerosa- que ponderaba mediocremente un cambio en las costumbres de piedad y en los métodos de apostolado. A partir del día en que fue electo Papa, Pío X se convirtió en el propagador oficial de la restauración litúrgica, y las cosas cambiaron. Sus intervenciones múltiples sobre la música religiosa, sobre el salterio y sobre la comunión frecuente, fueron «otros tantos enérgicos golpes de timón que orientaron resueltamente a la Iglesia hacia ua vida litúrgica totalmente impregnada de piedad tradicional, de gracia sacramental y de belleza inspirada»".
REFORMA DE LA MÚSICA SACRA
La preocupación de San Pío X por la liturgia no empezó a partir de su elevación al Sumo Pontificado. Como joven vicario, y todavía en Tómbolo, creó una "Schola cantorum" con jóvenes de Salzano, a los cuales formó con el mayor cuidado en la práctica del canto llano y en las ceremonias.
En su parroquia realizó su ideal de esplendor litúrgico, que provocaba admiración de clero y pueblo. Él mismo decía: "Ni hay que cantar, ni hay que rezar durante la misa; hay que cantar y rezar la misa".
Y también: "Me he convencido por una larga experiencia de que las puras armonías del canto eclesiástico, tales como las exigen la santidad del templo y de las ceremonias sagradas que en él se cumplan, influyen admirablemente sobre la piedad y la devoción, y por consiguiente sobre el verdadero culto de Dios". (2)
Como Obispo de Mantua, durante algún tiempo quiso desempeñar las funciones de rector, de profesor de teología y de canto gregoriano en su seminario, y enseñarles él mismo las ceremonias a sus seminaristas, para inculcarles el sentido de la grandeza y del respeto hacia las cosas sagradas.
Siendo Patriarca de Venecia, el 1 de mayo de 1895 publicó una carta pastoral acerca del canto y la música de Iglesia: "El canto y la música sacra por su melodía deben excitar a los fieles a la devoción, disponiéndolos a recibir más fácilmente los frutos de la gracia que acompañan a todos los santos misterios celebrados con solemnidad. Entonces, estando estrechamente unida a la liturgia, ka música sacra debe por esto mismo armonizarse con el texto y presentar las cualidades sin las cuales no sería más que un entremés: en particular, la santidad, la perfección del arte y la universalidad".
La primera de las reformas concierne a la música sacra. A lo largo del siglo XIX, numerosos abusos, desviaciones lentas y progresivas se habían ido introduciendo en la práctica musical eclesiástica. Culminaban bajo el pontificado del Papa precedente, León XIII. Hipólito Taine pronunció un día las siguientes palabras, a la salida de una misa de esponsales: "Muy linda ópera: análoga al quinto acto de Roberto el Diablo; solamente, que Roberto el Diablo es más religioso". (3)
Las causas de esta decadencia se resumen en su Motu Proprio "Tra le Sollicitudini", (4) publicado en la fiesta de Santa Cecilia, el 22 de noviembre de 1903:
"Sea por la naturaleza de este acto, en sí mismo flotante y variable; sea por la sucesiva alteración del gusto y de las costumbres en el curso de los tiempos; sea por la funesta influencia que el arte profano y teatral ejerce sobre el arte sagrado, sea por el placer que la música produce directamente y que no siempre es fácil contener en justos límites, sea, por fin, por los mismos prejuicios que, en semejante materia, se insinúan y luego permanecen tenaces, aún entre personas autorizadas y piadosas, hay una continua tendencia a desviarse del camino recto, fijado según la finalidad por la cual el arte sagrado es admitido al servicio del culto y muy claramente indicado en los cánones eclesiásticos, en las ordenanzas de los concilios generales y provinciales, en las prescripciones repetidas emanadas de las Sagradas Congregaciones romanas y de los Soberanos Pontífices".
El Papa precisa allí su pensamiento:
"Nuestro muy vivo deseo es que el verdadero espíritu cristiano vuelva a florecer en todas formas y se mantenga en todos los fieles. Por eso es necesario proveer, ante todo, a la santidad y a la dignidad del templo, donde precisamente los fieles se reúnen para sacar este espíritu de su fuente primera e indispensable, es decir, la participación activa en los sacrosantos misterios y a la oración pública y solemne de la Iglesia".
La liturgia aparece claramente como la fuente del espíritu cristiano:
"Como una parte integrante de la liturgia solemne, la música sacra participa de su finalidad general, que es la gloria de Dios, la santificación y la edificación de los fieles".
En la continuación de su Motu Proprio, llamado por el autor "Código jurídico de la música sacra", San Pío X enumera las cualidades de la música sacra:
"Debe ser santa, y por consiguiente excluir todo elemento profano, no solamente en sí misma, sino también en la manera con la cual se ejecuta. Debe ser un arte verdadero, pues si no, es imposible que tenga sobre el alma de los oyentes la eficacia que la Iglesia espera de su liturgia. Pero, a la vez, debe ser universal".
El Papa permite aquí a todas las naciones admitir en las composiciones religiosas formas particulares que, en una cierta manera, constituyan el carácter específico de su música propia; estas formas, sin embargo, deben estar subordinadas a los caracteres generales de la música sacra.
¿Dónde se puede encontrar la música sacra que responda a estas exigencias? La respuesta de San Pío X es triple.
Primero, en un grado eminente, en el canto gregoriano.
Luego, en un alto grado, en la polifonía clásica (por ejemplo, la de Palestrina);
Finalmente, en la música moderna, pero con mucho discernimiento y excluyendo especialmente el estilo teatral.
El Papa recuerda aquí que el canto propio de la Iglesia romana es el canto gregoriano. Éste encuentra de nuevo, entonces, todo su lugar desde que los estudios recientes de fines del siglo XIX (Dom Guéranguer, Dom. Pothiers) lo han establecido en su integridad y su pureza. Es el modelo supremo de la música sacra. El Santo Padre insiste luego para que "se tenga cuidado de restablecer el canto gregoriano para el uso del pueblo, a fin de que de nuevo los fieles tomen una parte más activa en los oficios de la Iglesia según la antigua costumbre".
Se vigilará en particular el Kyrie, Gloria, Credo, los salmos e himnos. Sin embargo, no estaba en la intención del Papa imponer exclusivamente el canto gregoriano, como lo escribirá su Secretario de Estado, el Cardenal Merry del Val:
"No estaba de acuerdo con la actitud de algunos fanáticos que iban a excluir de nuestras iglesias toda otra música que no fuera la gregoriana. Declaró que eso era una exageración.” (5)
Ahí se ve el realismo, la prudencia y la apertura de espíritu de San Pío X, y cuán falsas eran las acusaciones de fixismo, estrechez y rigorismo que le eran endilgadas por parte de sus enemigos.
Según diversas disposiciones prácticas: el uso del idioma profano, la exclusión de las mujeres del santuario o en la capilla musical, la primacía del órgano al servicio del canto, la exclusión de algunos instrumentos tales como el tambor, el piano, el bombo, los címbalos, las campanillas... En fin, el documento indica los medios más apropiados para promover esta reforma: comisiones diocesanas, educación práctica y teórica en los seminarios, resurrección de las Scholae Cantorum.
El Papa quería que las reformas fuesen rápidamente llevadas a la práctica. Por este motivo, el 8 de diciembre de 1903 le habría de escribir a su Cardenal Vicario:
"Para usted, señor Cardenal, no use de indulgencia, no otorguen plazo. Al diferirla, no se disminuye la dificultad, sino que se la aumenta y como hay que suprimirla, que se lo haga inmediata y resueltamente. Que todos tengan confianza en Nosotros y en Nuestra Palabra, a la cual están ligadas las gracias y la bendición del cielo". Uno de los primeros actos concretos que siguió fue la celebración del XIII°, aniversario de San Gregorio Magno en la Basílica de San Pedro de Roma, el 11 de abril de 1904, durante la cual 1200 seminaristas cantaron la misa en gregoriano.
Numerosos actos vinieron a confirmar y proseguir las prescripciones del documento.
Después del Motu Proprio, prontamente se anunció una revisión oficial de los libros de canto gregoriano (el 8 de enero de 1904). Una comisión especial, bajo la presidencia de Dom Joseph Pothier, O.S.B. (abad de San Wandrille) fue creada el 25 de abril de 1904, a fin de examinar los trabajos que debían ser realizados por los benedictinos de Solesmes. Entre sus miembros se encontraban los grandes nombres de los artesanos de la reforma: Dom Andrés Mocquereau, O.S.B. (prior de Solesmes), el Padre Ángel de Santi, S.J., Monseñor Lorenzo Perosi (director perpetuo de la Capilla Sixtina), Monseñor Carlos Respighi (ceremoniario pontificio). La publicación del nuevo Gradual tuvo como fecha el 12 de marzo de 1908, la del nuevo Antifonario el 8 de diciembre de 1912.
En 1910 se fundó en Roma la Pontificia Escuela Superior de Música Sacra.
Veinticinco años más tarde, el Papa Pío XI renovó el impulso de Pío X en su bula "Divini cultus", del 6 de febrero de 1929. En particular, declaró:
"Es absolutamente necesario que los fieles no se comporten como extraños o como espectadores mudos, sino que, atraídos por la belleza de la liturgia, deben tomar parte de las ceremonias sagradas (...) intercalando alternativamente sus voces, según las reglas trazadas, con las voces del sacerdote y de la Schola".