(Desde El cañamelar y El Rosario, José Ángel Crespo Flor)
Las gentes del Rosario, imagen titular del templo del Cañamelar (Valencia) no saben, pese al tiempo transcurrido, el gran tesoro que tienen con santa Catalina de Siena. Un tesoro dificilmente cuestionable y que habla por si solo de la enorme riquezas que esta mujer, Catalina de Siena, ha dado a la Iglesia con su ejemplo de vida.
Realmente tener, en el grupo que preside el templo y le da nombre a una santa que es doctora de la iglesia y copatrona de Europa, es una riqueza que para si la querrían muchos. Se hace pues necesario que hoy, 29 de abril y dia en que la iglesia la recuerda, nos fijemos en esa santa dominica que pese a ser analfabeta la Iglesia, no contenta con elevarla al rango de santa, la ha nombrado nada menos que doctora de la Iglesia lo que la realza todavía más y le da unas consideraciones que no todos los santos pueden tener. Para que sepan más de esta mujer, de lo que hizo en vida y de cómo fue fiel a Cristo, les dejo con unos apuntes de su vida. Una vida que le valió el ascenso a Santa, después a Doctora y finalmente a patrona de Europa, Italia y Roma.
DATOS DE SU BIOGRAFIA
Caterina (Catalina) Benincasa era de origen muy humilde. Nació en Siena el 25 de marzo de 1347 de un humilde tintorero, Jacopo Benincasa y de Lapa di Puccio de Piacenti. Era la vigésimo cuarta hija de veinticinco hermanos y hermanas. Su hermana gemela murió de inmediato de haber nacido. El nombre Caterina es de origen griego y significa "mujer pura". Sin duda, esta pequeña era digna de llevar este nombre.
A la edad de seis años (1353) tiene la primera visión de Cristo; es una experiencia fundamental para toda su vida. De hecho, intuye que debía dedicarse con el corazón y la mente a Dios haciendo siempre su voluntad. A los siete años promete no casarse, pero la familia obstaculiza su vocación y deciden que su "deber" era el matrimonio. En sus obras, escribe que a los doce años, sus padres, sin tener conciencia de sus votos, empiezan a pensar en casarla. Caterina reacciona cortándose el pelo y cubriéndose la cabeza y la cara con un velo. Para vencer su terquedad, sus padres la obligan a realizar las agotadoras tareas domésticas. Esto no hace sino que reforzar su íntima convicción. Un día, su padre la sorprende rezando con una paloma revoloteando sobre su cabeza. Ante tal celestial imagen de pureza, Jacopo decide que la joven elija su propio camino.
Después de años de oración y penitencia, Caterina recibe, en 1363, el hábito de la Orden Tercera de Santo Domingo. A los veinte años, aprende a leer, obtiene el anillo de matrimonio místico con Jesús, empieza a dictar sus cartas e inicia su obra de caridad con los pobres, enfermos y presos; a menudo pagado con ingratitud y calumnias.
En 1371, Caterina comienza a ser seguida por sus primeros discípulos, que reciben burlonamente el nombre de "caterinati". En 1373, Caterina comienza a dirigir sus cartas a las principales figuras de la política.
Un año más tarde, es en Florencia, donde adquiere nuevos amigos y discípulos.
En 1376, viaja a Avignon, llegando el 18 de junio. Dos días más tarde, ve al Papa Gregorio XI, quien decide irse a Italia el 13 de septiembre.
Al pasar por Génova, Caterina lo convence para continuar su viaje a Roma, donde llega después de un año de viaje.
En 1378, Gregorio XI muere y le sustituye Urbano VI, que contaba con la oposición del colegio de cardenales a que se eligiera otro Papa. Es por ello que Caterina es llamada a Roma por el Papa Urbano VI para motivar fervosamente a los cardenales que permanecieron fieles. En 1379 la actividad episcopal es muy intensa, ya que la joven demuestra y convence a todos los políticos y eclesiásticos de la legitimidad de Urbano VI.
Caterina sufre en carne propia el dolor por la Iglesia dividida. Casi al borde de sus fuerzas, sigue todavía yendo a rezar a San Pietro y transcurrir todo el día en oración. Sin embargo, a mediados de febrero, queda completamente inmovilizada en su lecho. Antes de su muerte recibe las estigmas, que fueron descubiertas sólo después de su muerte. Muere el 29 de abril de 1380 hacia el mediodía en Roma. Es enterrada en Santa María debajo de una estatua de Minerva, diosa romana de la sabiduría.
Más tarde Raimundo de Capua (su confesor y su futuro biógrafo) cumpliendo el deseo de la población senese, traslada a Siena, la cabeza y el dedo pulgar de la Santa, que todavía se encuentran a la vista del público en la Basílica de San Domenico.
En 1461, Caterina Benincasa es canonizada; en 1866 se declara patrona de Roma; en 1939, con San Francisco de Asís, es proclamada patrona de Italia; en 1970 Doctora de la Iglesia Universal y, finalmente, en 1999, Juan Pablo II la proclama patrona de Europa.
IGLESIA DE SAN DOMENICO
Completamente sin educación, hasta el punto de no poder leer ni escribir, Caterina fue capaz de desempeñar una importante labor para las más altas autoridades de las instituciones políticas, eclesiásticas y civiles de la época, como aparece en su extensa bibliografía e iconografía, para traer la armonía y la paz entre los pueblos. Caterina tampoco fue favorecida por su condición femenina en una época donde las mujeres no se consideraban en absoluto.
Sin embargo, esta joven de condiciones modestas logra, en sus escasos 33 años de vida, tocar las alturas de la perfección espiritual; reunir un número considerable de discípulos incluyendo teólogos, académicos y nobles; así como también fue recibida y oída por Papas, cardenales, reyes y jefes de Estado en toda Europa. Logró la obtención de la transferencia de la sede pontificia a Roma, después de 70 años de exilio en Avignon. Además, obtuvo la reconciliación de Florencia con los Estados Pontificios después de mucho tiempo de guerra entre unos y otros. Sentó las bases para la reforma de la Iglesia y defendió de forma efectiva al papado durante el Gran Cisma de Occidente. Es un hecho milagroso que una mujer de origen plebeyo haya podido dirigirse con un tono firme a personalidades políticas sin perder su humildad y elocuencia.
Siendo Santa Caterina (Catalina) semi-analfabeta, la mayoría de sus escritos fue dictado. En cuanto a sus trabajos literarios, tuvieron un gran reconocimiento gracias al testimonio de su primer biógrafo el beato Raimundo de Capua. Sus obras son: "381 lettere", "Orazioni" e "Dialogo della Provvidenza". Este último es con el que se convierte en Doctor de la Iglesia. (Aporte del Grupo de Jóvenes Toscanos de Rafaela).
A la edad de seis años (1353) tiene la primera visión de Cristo; es una experiencia fundamental para toda su vida. De hecho, intuye que debía dedicarse con el corazón y la mente a Dios haciendo siempre su voluntad. A los siete años promete no casarse, pero la familia obstaculiza su vocación y deciden que su "deber" era el matrimonio. En sus obras, escribe que a los doce años, sus padres, sin tener conciencia de sus votos, empiezan a pensar en casarla. Caterina reacciona cortándose el pelo y cubriéndose la cabeza y la cara con un velo. Para vencer su terquedad, sus padres la obligan a realizar las agotadoras tareas domésticas. Esto no hace sino que reforzar su íntima convicción. Un día, su padre la sorprende rezando con una paloma revoloteando sobre su cabeza. Ante tal celestial imagen de pureza, Jacopo decide que la joven elija su propio camino.
Después de años de oración y penitencia, Caterina recibe, en 1363, el hábito de la Orden Tercera de Santo Domingo. A los veinte años, aprende a leer, obtiene el anillo de matrimonio místico con Jesús, empieza a dictar sus cartas e inicia su obra de caridad con los pobres, enfermos y presos; a menudo pagado con ingratitud y calumnias.
En 1371, Caterina comienza a ser seguida por sus primeros discípulos, que reciben burlonamente el nombre de "caterinati". En 1373, Caterina comienza a dirigir sus cartas a las principales figuras de la política.
Un año más tarde, es en Florencia, donde adquiere nuevos amigos y discípulos.
En 1376, viaja a Avignon, llegando el 18 de junio. Dos días más tarde, ve al Papa Gregorio XI, quien decide irse a Italia el 13 de septiembre.
Al pasar por Génova, Caterina lo convence para continuar su viaje a Roma, donde llega después de un año de viaje.
En 1378, Gregorio XI muere y le sustituye Urbano VI, que contaba con la oposición del colegio de cardenales a que se eligiera otro Papa. Es por ello que Caterina es llamada a Roma por el Papa Urbano VI para motivar fervosamente a los cardenales que permanecieron fieles. En 1379 la actividad episcopal es muy intensa, ya que la joven demuestra y convence a todos los políticos y eclesiásticos de la legitimidad de Urbano VI.
Caterina sufre en carne propia el dolor por la Iglesia dividida. Casi al borde de sus fuerzas, sigue todavía yendo a rezar a San Pietro y transcurrir todo el día en oración. Sin embargo, a mediados de febrero, queda completamente inmovilizada en su lecho. Antes de su muerte recibe las estigmas, que fueron descubiertas sólo después de su muerte. Muere el 29 de abril de 1380 hacia el mediodía en Roma. Es enterrada en Santa María debajo de una estatua de Minerva, diosa romana de la sabiduría.
Más tarde Raimundo de Capua (su confesor y su futuro biógrafo) cumpliendo el deseo de la población senese, traslada a Siena, la cabeza y el dedo pulgar de la Santa, que todavía se encuentran a la vista del público en la Basílica de San Domenico.
En 1461, Caterina Benincasa es canonizada; en 1866 se declara patrona de Roma; en 1939, con San Francisco de Asís, es proclamada patrona de Italia; en 1970 Doctora de la Iglesia Universal y, finalmente, en 1999, Juan Pablo II la proclama patrona de Europa.
IGLESIA DE SAN DOMENICO
Completamente sin educación, hasta el punto de no poder leer ni escribir, Caterina fue capaz de desempeñar una importante labor para las más altas autoridades de las instituciones políticas, eclesiásticas y civiles de la época, como aparece en su extensa bibliografía e iconografía, para traer la armonía y la paz entre los pueblos. Caterina tampoco fue favorecida por su condición femenina en una época donde las mujeres no se consideraban en absoluto.
Sin embargo, esta joven de condiciones modestas logra, en sus escasos 33 años de vida, tocar las alturas de la perfección espiritual; reunir un número considerable de discípulos incluyendo teólogos, académicos y nobles; así como también fue recibida y oída por Papas, cardenales, reyes y jefes de Estado en toda Europa. Logró la obtención de la transferencia de la sede pontificia a Roma, después de 70 años de exilio en Avignon. Además, obtuvo la reconciliación de Florencia con los Estados Pontificios después de mucho tiempo de guerra entre unos y otros. Sentó las bases para la reforma de la Iglesia y defendió de forma efectiva al papado durante el Gran Cisma de Occidente. Es un hecho milagroso que una mujer de origen plebeyo haya podido dirigirse con un tono firme a personalidades políticas sin perder su humildad y elocuencia.
Siendo Santa Caterina (Catalina) semi-analfabeta, la mayoría de sus escritos fue dictado. En cuanto a sus trabajos literarios, tuvieron un gran reconocimiento gracias al testimonio de su primer biógrafo el beato Raimundo de Capua. Sus obras son: "381 lettere", "Orazioni" e "Dialogo della Provvidenza". Este último es con el que se convierte en Doctor de la Iglesia. (Aporte del Grupo de Jóvenes Toscanos de Rafaela).
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