(Desde El Cañamelar (Valencia) José Ángel crespo Flor)
La parroquia Santa María del Mar en pleno corazón de El Grao de Valencia tuvo un recuerdo en la misa vespertina de ayer con los mártires del terrible Holocausto en el que perecieron más de 6 millones de judíos a manos de los nazis. Antonio Díaz Tortajada, párroco de dicho templo y arcipreste, quiso así sumarse a la Memoria del día del Holocausto promulgado por Naciones Unidas que, de este modo, quiso recordar aquella barbarie para que nunca, nunca más vuelva a producirse.
Ignoramos si las demás parroquias rezaron por las víctimas del Holocausto pero como estuvimos en El Grao y lo escuchamos así lo decimos. En realidad la Iglesia tiene que vivir la actualidad y ayer la actualidad era esa Memoria anual que se tiene todos los 27 de enero, para recordar aquel luctuoso genocidio.
Antonio Díaz Tortajada lo supo hacer, rezó por esos casi 6 millones de judíos torturados, gaseados y asesinados en los campos de exterminio nazi y, como fuimos testigos de su suplica, así lo hacemos saber porque creemos que es importante dar fe de esto actos. Como también es importante que antes de la Misa se rece el Santo Rosario. Santo Rosario que ayer se ofreció precisamente por todas esas víctimas de los campos de concentración.
No quiero que nadie me malinterprete pero es totalmente lógico que en Santa María del Mar (en El Grao de Valencia) se tuviese este recuerdo porque Antonio Díaz Tortajada ha vuelto a mostrar su vena periodística confeccionando una oración que además, de servir para rezar te hace estar metido de lleno en aquella horrorosa realidad que fue la Shoah y la Solución Final. La Oración, por cierto, fue repartida en Misa. No se leyó porque como muy bien dijo finalizada la Eucaristía el propio Díaz Tortajada "prefiero que se la lleven a sus casas, que recen con ella, que la mediten y que la Oración les interpele porque entiendo que entonces ha merecido la pena haberse hecho y el esfuerzo de editarla habrá tenido su recompensa".
Sobre la plegaria del Santo Rosario el mismo párroco aseguró que "lo importante es rezarlo. Por supuesto que ayer una de las intenciones era la de ese recuerdo para los casi 6 millones de judíos asesinados por los alemanes nazis pero el Rosario vale lo mismo si a esta intención se le añade otras. Para la Virgen lo importante es que se rece y que, a medida que se avanza por los misterios del Rosario, nos demos cuenta del episodio con que hemos anunciado el Misterio y reflexionemos acerca de lo que el enunciado ha querido recordarnos de la vida de Jesús".
A continuación vamos a hacernos eco de lo que ayer dijo el Papa Benedicto XVI acerca de esta jornada del Día de la Memoria del Holocausto porque además de venir de quien viene el papa Benedicto XVI siempre, cuando habla, suele poner los acentos muy bien colocados y ayer, al hablar de esta barbarie, fue al grano, no se despistó ni un ápìce de lo que quería decir y marcó nuevas directrices de cómo vivir plenamente esta jornada. Tras las palabras del papa finalizaremos la presente nota publicitando la Oración realizada para la ocasión por Antonio Díaz Tortajada con la que ha querido que nadie pasase por alto este 27 de enero de 2010 en el que recordamos la barbarie nazi contra los judíos.
Llamamiento del Papa: que Auschwitz no se repita nunca más
Con motivo de la 65ª Jornada de la Memoria
El Papa Benedicto XVI hizo hoy un llamamiento a que tragedias como la de Auschwitz “no se repitan más”, con motivo del Día de la Memoria, que celebra la liberación de los supervivientes de este campo de exterminio.
Al terminar los saludos en las diversas lenguas, el Papa se dirigió a los presentes recordando que hoy (27 de enero de 2010) se celebra el 65 aniversario de la apertura del lager de Auschwitz, liberado por el Ejército Rojo el 27 de enero de 1945.
“Este acontecimiento y los testimonios de los supervivientes mostraron al mundo el horror de crímenes de inaudita crueldad, cometidos en los campos de exterminio creados por la Alemania nazi”, afirmó.
El Papa quiso recordar “a las víctimas de aquellos crímenes, especialmente del aniquilamiento planificado de los Judíos”.
“Con ánimo conmovido pensemos en las innumerables víctimas de un ciego odio racial y religioso, que sufrieron la deportación, la prisión, la muerte en aquellos lugares aberrantes e inhumanos”.
También recordó que este día se celebra “en honor de cuantos, arriesgando su porpia vida, protegieron a los perseguidos, oponiéndose a la locura homicida”.
“La memoria de estos hechos, en particular del drama de la Shoá que golpeó al pueblo judío, suscite siempre un respeto más convencido de la dignidad de toda persona, para que todos los hombres se perciban como una sola gran familia”, añadió el Papa.
Con palabras similares, Benedicto XVI se dirigió a los peregrinos de lengua alemana, durante los saludos particulares en distintos idiomas, recordando “los innobles crímenes producidos en Alemania por la megalomanía despreciativa del género humano y por el odio racial de la ideología nazi”.
El recuerdo de estos hechos, y especialmente el Holocausto, “nos llama constantemente al respecto absoluto de la dignidad de la persona y de la vida humana”, afirmó el Papa
“Todos los seres humanos de los distintos pueblos y de cada rincón del mundo deben sentirse como una sola y gran familia”, afirmó, reafirmando su llamamiento para que “no puedan repetirse nunca más esos terribles delitos”. (Zenit)
ORACIÓN Y RECUERDO
EN EL DIA DEL HOLOCAUSTO
Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-periodista
Dios y Padre nuestro:
No podemos ver claramente tu plan misterioso,
sólo vemos hechos aislados,
y nos equivocamos al ponernos como tus jueces y de la historia.
Así no defenderíamos al hombre
sino que contribuiríamos a su perdición.
Cuando todo está dicho y hecho,
Cuando hacemos memoria de tanto horror
y recordamos el holocausto judío,
te debemos seguir gritando con humildad e insistencia:
¡Levántate, Dios mío!
¡No te olvides de la humanidad, tu criatura!
Ahora que recordamos los seis millones de personas gaseadas
asesinadas, ahogadas o quemadas vivas,
torturadas, golpeadas o congeladas
mientras el mundo miraba –y mira-- en silencio
la crucifixión de un pueblo,
surge en nuestro corazón este interrogante:
¿Dónde estuviste, Señor, en esos días?
¿Por qué estuviste en silencio?
¿Cómo pudiste permitir esta masacre sin fin,
o este triunfo del mal entre los hombres?
Nuestro grito, Señor, es al mismo tiempo un grito
que penetra en nuestro mismo corazón
para que despierte en nosotros tu presencia escondida,
para que el poder que has depositado en nuestros corazones
no quede cubierto o sofocado en nosotros
por el fango del egoísmo,
por el miedo de los hombres,
por la indiferencia o el oportunismo”.
Dachau, Buchenwald, o Sachsenhausen, en Alemania;
y Auschwitz o Lublin en Polonia, entre otros,
son los símbolos de la crisis de la fe ante la sinrazón humana;
alli se destruía toda tu obra creadora.
¿Cómo hablar desde Auschwitz de Ti como padre,
como creador y como señor de la historia?
¿Te tendremos que satanizar haciéndote
el último responsable del holocausto judío?
Todavía queda el recuerdo de tanto dolor inútil,
la memoria de las víctimas,
el luto ante un pasado que no se ve cómo puede quedar redimido.
¿Cómo experimentar tu actividad redentora
en y después de Auschwitz, Dachau o Lublin?
También estas preguntas conciernen a lo que vivió Hiroshima
actualizadas hoy en Indochina, en Yugoslavia o en Argelia
bajo los nombres de las hambrunas del África subsahariana
o las guerras del Oriente próximo. o en nuestros días Haití.
Algunos anuncian a bombo y platillo
la pregonada muerte de Dios
llevando a eliminar los viejos códigos morales,
a predicar la transvaloración de los valores,
según lo cual ya no existe ni el bien ni el mal,
y nos conducen a una moral sin culpa,
en la que se enaltece el olvido
más que la memoria de las víctimas.
Queremos creer y queremos preguntar: ¿Por qué?
Y no encontramos respuestas oportunas.
El “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?”
pronunciado por tu Hijo en el Gólgota sobre la Cruz
forma parte irrenunciable de tu afirmación tras Auschwitz.
A veces solo nos queda preguntar y con ella,
la duda. porque sabemos de quienes nos hemos fiado.
Dios y Padre nuestro:
Tu no quieres ni eres la causa de lo que nos acaece en la historia.
Tu no eres el Dios que nos castiga ni el que nos recompensa
con los acontecimientos históricos.
La historia tiene su autonomía,
sus tendencias y dinamismo propio,
como la naturaleza sus leyes.
Tu no eres el agente de la historia humana
sino el hombre,
y Tu, Señor,
sólo puedes serlo en cuanto que
el ser humano se deja inspirar,
motivar y guiar por ti.
Desde dentro,
no desde la exterioridad del sujeto
sino desde la inmanencia subjetiva e histórica,
suscitas su acción liberadora.
Hay que encontrarte, Señor, en todo:
En el amor y en el odio, en el bien y en el mal.
Sólo dando sentido a lo que no lo tiene,
siendo testigos tuyos con las víctimas en Dachau o en Auschwitz,
y en los genocidios y asesinatos posteriores,
se puede creer en ti como Padre providente y creador.
Que los santos Teresa Benedicta de la Cruz,
Maximiliano María Kolbe,
y los beatos María Teresa Kowalska, Santiago Gapp, Nicolás Gross o Tito Brandsma,
testigos en la vida y en la muerte de tu Hijo Jesucristo
en los campos de concentración nazis,
síntesis dramática de la historia de nuestro último siglo
nos enseñen a vivir nuestra vida
siendo fieles a Ti y a los hombres de nuestro tiempo.
Dios y Padre nuestro:
Que nunca nos olvidemos
que Tú hablas también cuando callas o guardas silencio.
Que te callas por amor,
y hablas por amor.
Tanto si te callas como si hablas,
Tú eres siempre el mismo Padre,
el mismo corazón paterno,
tanto si nos guías por tu voz,
como si nos enseñas por tu silencio.
Amén.
Valencia, 27 de enero de 2010
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