jueves, 14 de enero de 2010

La Hermandad de Los Afligidos pone la 'Luz de la Paz de Belén' y una 'Hucha Solidaria' para todo aquel que quiera apoyar a Haití

(Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor)

La Hermandad del Santísimo Cristo de los Afligidos, con sede en la parroquia Nuestra Señora del Rosario y que tiene por titular a quien es considerado por todos como Señor y Patrono de el Cañamelar, ante el desastre de Haiti ha puesto a disposición de todo aquel que quiera apoyar a este país la 'Luz de la Paz de Belén' y una 'Hucha Solidaria'.

Fuentes del colectivo semanasantero indicaron a este blog que "como colectivo de la Semana Santa Marinera de Valencia (SSMV) estamos obligados a hacer todo lo que sea posible para llevar un poco de esperanza a aquellos hermanos nuestros que sufren la mayor tragedia que cualquier ser humano recuerda. Con 'la Luz' pretendemos que los gobernantes de todas las naciones tengan la iluminación que se necesita para posibilitar, en el menor tiempo posible, la normalidad dentro de la desesperanza de aquellas gentes. Con la 'Hucha Solidaria' pretendemos eso, recaudar el máximo de dinero posible para, a través de Caritas, hacer que la ayuda del Cañamelar llegue hasta Haiti".

Las mismas fuentes señalaron que "en estos momentos no nos marcamos ningún objetivo. Simplemente contamos con la generosidad de nuestro barrio y, aunque reconocemos las dificultades por la que atraviesan algunos de nuestros convecinos eso no es nada comparado con lo que están pasando nuestros hermanos de Haiti".

Por otra parte desde la Hermandad se recuerda que "en este 2010 este colectivo conmemora y celebra el 125 aniversario de la primera salida del Santísimo Cristo de los Afligidos por las calles del Cañamelar. Fue con ocasión del cólera de 1885. Y si entonces Valencia y El cañamelar contaron con muchas ayudas ahora los valencianos debemos ser generosos con nuestros hermanos en Haiti. Toda ayuda es necesaria y ninguna cantidad es poca. Cada uno, con arreglo a sus posibilidades, ha de ayudar. Luego, cuando estimemos que la campaña ha finalizado, con lo recaudado se irá a Cáritas y se hará entrega de la Hucha. Creemos que es la vía más directa y desde luego Caritas y Manos Unidas, son dos organizaciones eclesiales que trabajan por y para el más desfavorecido".

No quiero finalizar esta '"llamada a las conciencias de todos cuantos nos leen" sin dejaros con un documento magistral. Se trata de una Oración. Una Oración que es un canto a la esperanza dentro del desastre. Su autor, Antonio Díaz Tortajada, sacerdote valenciano con un brillante curriculum periodístico. Lean esta Oración y seguro que me dan la razón.

ORACIÓN ESPERANZADA
ANTE EL TERREMOTO DE HAITÍ



Por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-Periodista


Señor:
¿Dónde estabas?
¿Y dónde estás ahora?
¿Dónde te podemos encontrar?
¿Dónde estabas cuando la gente sufría?
¿Dónde estabas cuando sucedió el terremoto?
Son las preguntas que te hago, Señor,
cuando mis pensamientos se ofuscan
al contemplar tanto dolor y tanta tragedia;
tanto edificio derrumbado y tantos muertos por las calles.
Ante el terremoto,
no solo ha temblado la tierra sino también los corazones.
Señor:
No estabas lejos de tantos hermanos nuestros;
estabas en cada persona
y morías cuando moría un hermano nuestro
aplastado por los escombros
o por el vaivén de la tierra movediza.
Y siempre, Señor, sufren las catástrofes los mismos,
y siempre sufren las destrucciones los mismos,
y siempre mueren los mismos.
Miles de heridos,
miles de muertos
y muchísimos más los damnificados.
Y en el horizonte:
Un futuro incierto.
Las escenas son aterradoras:
Dolor y llanto sin consuelo por los muertos,
familias enteras que han desaparecido.
Basta lo dicho para poner en palabra una gran tragedia
y un gran sufrimiento
El terremoto no es, pues,
Señor, sólo una tragedia,
sino que es también una radiografía del país.
Muy mayoritariamente mueren los pobres,
quedan soterrados los pobres,
tienen que salir corriendo
con las cuatro cosas que les quedan los pobres,
duermen a la intemperie los pobres,
se angustian por el futuro los pobres,
encuentran inmensos escollos
para rehacer sus vidas los pobres.
Señor:
La tragedia ha sido grande para los pobres.
Y en medio de la tragedia la vida sigue pujando,
atrayendo y moviendo con fuerza.
Y junto al impulso del propio vivir,
surge también la fuerza de la solidaridad
Es la santidad del sufrimiento.
Puede sonar exagerado,
pero ante estos pobres,
quizás podamos repetir lo que dijo el centurión ante Jesús crucificado:
“Verdaderamente éstos son hijos e hijas de Dios”.
En los pueblos sufrientes, crucificados
Señor:
¿Dónde estabas?
¿Y dónde estás ahora?
¿Dónde te podemos encontrar?
¿Dónde estabas cuando la gente sufría?
¿Dónde estabas cuando sucedió el terremoto?
Las preguntas siguen resonando:
También las hizo Jesús,
y Pablo tuvo la audacia de responder: En la Cruz.
Dios está en entre los escombros de las ciudades rotas,
refugio de damnificados sin nada.
Dios está entre los muertos y destruidos
por la rabia de la tierra que se balancea a su antojo.
Señor:
La mayor esperanza es seguir caminando,
practicando la justicia y amando con ternura.
En este sentido,
ojalá la solidaridad ayude a reconstruir una nueva historia
pero sobre todo personas y pueblos;
ayude a reparar caminos,
pero sobre todo modos de caminar en la vida;
ayude a construir templos, pero sobre todo pueblo de Dios.
Ojalá la solidaridad dé esperanza a este pueblo que sufre y muere
Con ella ya encontrará la gente modos de valerse por sí misma.
Ayúdanos, Señor.
Amén.

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