jueves, 3 de mayo de 2012

Mes de María

 Por Monseñor Ramón del Hoyo López

1. Muchos de nosotros hemos tenido la suerte de heredar de nuestros mayores la devoción a la Santísima Virgen María.

En una ocasión me decía un compañero: “Estoy seguro de que mi madre me enseñó a la vez a hablar y a rezar a la Virgen”. Seguramente que muchos podríamos decir lo mismo, mucho más en estas tierras de Jaén y Andalucía donde tanto se quiere a la Madre de Dios, que es también nuestra Madre.

Llamamos a Mayo “MES DE LAS FLORES”, para ofrecer su generoso y repleto jardín a la Virgen María. Y es que los sentimientos más finos y profundos los expresamos, los humanos, con flores. En Mayo oramos “con flores a María, que Madre nuestra es”.

Ojalá que en todos los templos y en muchos hogares y otros lugares se piense en “la Reina de los flores” y se rece para renovar nuestra vida cristiana y pedir sus bendiciones para cuantos sufren en este valle de lágrimas.

2. Cuando se quiere honrar a una madre, al menos así lo he pensado siempre, lo mejor es decirle que el hijo se le parece; entonces, sobre los labios de la mujer que lo escucha, florece una sonrisa de satisfacción; la madre no va en busca de otras bellezas; la madre se enorgullece si el hijo se le parece.

¡Qué no hará María Santísima cuando encuentre en nosotros un parecido!

Y, ¿cómo parecernos cada vez más a ella? Ofreciéndole flores concretas. Sería el mejor ramillete y rosario mariano para el mes de mayo.

Pensemos: En la Anunciación es ejemplo de fe, de humildad, de pureza y obediencia. En la casa de Nazaret es maestra de oración, de modestia, de trabajo, de sumisión amorosa a la voluntad de Dios. En la pasión de Jesús es modelo de paciencia y de esperanza hasta el heroísmo. En la Resurrección, norte y apoyo para aquella primera comunidad de cristianos.

3. Virgen santa, ¡ayúdanos! Tú que eres mediadora universal de gracia, bendice y extiende tu manto acogedor sobre tantas personas tristes y preocupadas en situaciones difíciles. Que sus angustias y temores se transformen en flores de alegría y confianza.

Madre amabilísima, esculpe tu imagen en los corazones limpios de tantos niños y niñas que se acercarán durante este mes a recibir, por primera vez, a tu Hijo Jesucristo en la Santísima Eucaristía. Ayúdales a ser siempre “sus amigos” y tenerte a ti por “Madre del cielo”.

Que acertemos a llenar nuestra travesía de la vida de flores de amor cuya fragancia llegue hasta los más queridos de tu Hijo y de ti. Madre de todos desde el Calvario y ya para siempre, ruega por nosotros.

¡Venid y vamos todos con flores a María!

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