Miguel Ángel Fernández González (ZENIT. Org)
Sin lugar a dudas, este año 2012 está siendo prolífico en
celebraciones, aniversarios y acontecimientos relacionados con nuestra
fe cristiana, dos veces milenaria, para todos los católicos cubanos,
dentro y fuera de la Isla.
Todas la comunidades eclesiales a lo largo y ancho de toda Cuba, han
venido preparándose desde hace más de dos años, con la Peregrinación
Nacional de la Imagen de Nuestra Señora de la Caridad, la “Virgen
Mambisa”, por todas las diócesis, ciudades, pueblos y pequeños lugares
rurales de misión, para el importante Jubileo Nacional conmemorativo del
400 aniversario del Hallazgo de la Venerada Imagen de Nuestra Señora de
la Caridad de El Cobre, Patrona de Cuba, que se celebra a lo largo de
este año 2012; acontecimiento que ha propiciado lo que muchos católicos
cubanos ya consideran como otro más entre los innumerables milagros de
Nuestra Madre, con la Visita Apostólica de su santidad, el papa
Benedicto XVI quien permaneció en Cuba, desde el lunes 26 hasta el
miércoles 28 de marzo del año en curso, como etapa conclusiva de su 23
Viaje Apostólico Internacional a México y Cuba. Con dicha visita, la
isla caribeña alcanzó el inusual privilegio de ser uno de los escasos
países de nuestro planeta que hayan acogido la visita de dos sumos
pontífices en menos de menos de quince años.
Pero no ha sido tan sólo la ya referida peregrinación de Nuestra
Patrona, el único acontecimiento que ha venido preparando todo este
caminar de los católicos cubanos para la celebración de los 400 años de
Presencia Mariana en nuestra amada Isla, sino que a esto se han sumado
seminarios y catequesis parroquiales sobre la figura de la Virgen María
en medio de la Iglesia.
Además, este año, ha traído también consigo la conmemoración de un
acontecimiento de especial relevancia para algunas comunidades
específicas: la Parroquia de San José de Jatibonico y Arroyo Blanco y la
Orden Agustiniana.
Se trata de la celebración del centenario del nacimiento del primer
beato originario de Cuba, el diácono y mártir agustino fray José López
Piteira, nacido el 2 de febrero de 1912 en Jatibonico, actual provincia
de Sancti Spíritus, diócesis de Ciego de Ávila, (hace un siglo provincia
y diócesis de Camagüey). Su síntesis biográfica fue publicada por vez
primera coincidiendo con el día de su beatificación en Roma, el domingo
28 de octubre de 2007, la cual puede consultarse siguiendo el enlace: www.zenit.org/article-25258?l=spanish.
En el marco de las celebraciones conmemorativas de dicho centenario,
el día 2 de febrero pasado, tuvo lugar una Misa de Acción de Gracias en
la parroquia madrileña de San Germán de Constantinopla, a petición de
parte de quienes en su devoción particular, pretenden honrar la memoria
del primer beato cubano precisamente en la capital de España, muy
vinculada a su trayectoria religiosa y al último y traumático período de
su existencia terrenal, ya que junto a otros cincuenta compañeros
agustinos, fue asesinado in odium fidei en la madrugada del 30
de noviembre de 1936, hace poco más de 75 años, en la localidad
madrileña de Paracuellos de Jarama. Reposan sus restos mortales, junto a
los de otros miles de víctimas, de entre las cuales 119 ya han sido
beatificadas por la Iglesia, en alguna de las siete fosas comunes que
componen ahora el Camposanto de Nuestra Señora de los Mártires de
Paracuellos, situado entre la ladera de dicha población y las márgenes
del río Jarama.
También es recordado en la memoria de la Orden Agustiniana en el Real
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, así como por otros miembros
de dicha congregación que mantienen por distintos motivos algún tipo de
cercanía con Cuba, patria natal del beato, al igual que por otros tantos
devotos jatiboniquenses o no, que desde distintos lugares tanto dentro
de Cuba, como en las distintas comunidades eclesiales del Exilio Cubano,
mantienen viva la llama de su memoria por su personal recuerdo y
rogativas de intercesión hacia la figura de nuestro primer beato.
Destacan entre ellos el octogenario padre Eduardo Ángel Aguirre García,
también natural de la parroquia de Jatibonico, exiliado en distintos
países desde hace más de 50 años, quien ahora vive en una Residencia de
sacerdotes en San José de Costa Rica.
Precisamente, hace año y medio que la Orden Agustiniana, por medio
Ediciones Escurialenses, publicó un libro que recoge los principales
hechos acaecidos durante sus 24 años de vida, titulado “Beato José López
Piteira, Agustino, Primer Beato Cubano”, escrito por el padre Miguel
Ángel Keller OSA, durante sus años de estancia misionera en La Habana,
del cual se reeditaron 500 ejemplares en la propia Cuba.
Tras haber invitado monseñor Mario Mestril Vega, obispo de la
diócesis de Ciego de Ávila, a monseñor Juan García Rodríguez, arzobispo
de Camagüey, para presidir el 2 de febrero la celebración del centenario
del beato, hubo que aplazar la misma por coincidir con las Fiestas
Patronales.
Finalmente, en la tarde del jueves 16 de febrero, tuvo lugar en la
parroquia de San José de Jatibonico una solemne Eucaristía de Acción de
Gracias, en la cual monseñor Mario cedió su lugar como celebrante
principal a monseñor Juan García. Toda la ceremonia constituyó un
auténtico tributo local a la vida del beato nacido allí hace justo un
siglo. También resultó muy emotiva la bendición por parte de monseñor
Mario de una talla en madera de la imagen de fray José, hecha por el
escultor local, Héctor Remedios, catecúmeno que recibió los Sacramentos
en la Vigilia Pascual. Este artista atribuye, en gran parte, su camino
de conversión a la fe católica, la devoción que ha despertado en él su
conocimiento de la vida del mártir y beato.
Otro momento sumamente emotivo de la Celebración Eucarística tuvo
lugar durante el ofertorio cuando varios niños de la catequesis
presentaron distintos objetos que rememoraban la identidad cristiana y
cubana del beato, seguido de una representación del escenario de su
muerte y el último instante de su vida, cuando, ante el pelotón de
fusilamiento, prorrumpió el grito de “Viva Cristo Rey”.
Todo lo acaecido en el marco de dicha celebración es un reflejo de
las vivencias y del peregrinar de una sencilla Comunidad Parroquial en
Cuba, que resume lo que los cristianos católicos cubanos han venido
haciendo en los últimos meses a modo de preparación de los
acontecimientos vividos bajo el lema con que la Conferencia de Obispos
Católicos de Cuba quiso otorgarle a la Visita Apostólica: “Junto a la
cruz de Cristo esperamos al Papa”.
Ciertamente es un gran privilegio para todos los cristianos, contar
con la ayuda, intercesión y auxilio durante nuestro diario peregrinar
terrenal, de todos aquellos que son contados entre los “amigos de Dios”,
bien sean santos, beatos o mártires, quienes bien merecen el nombre de
“preferidos del Altísimo”.
Para quienes provenimos de la Isla Caribeña, ya vivamos dentro o
fuera de ella, poder contar con la intercesión de uno de aquellos que
"han pasado por la Gran Tribulación y han lavado sus vestiduras y las
han blanqueado en la Sangre del Cordero" (cf. Ap 7,14), es un grandísimo
y auténtico privilegio, con toda la Gracia y la Gloria que conlleva el
tener semejantes intercesores ante el Trono del Padre en el Cielo, junto
al Hijo y en presencia de María, Nuestra Madre Celestial, Reina de los
Mártires.
Con estas celebraciones de los 100 años del nacimiento del Beato José
López Piteira, tanto los jatiboniquenses, como el resto de los cubanos,
queremos dar gracias a Nuestro Buen Dios por las gracias derramadas
sobre la Iglesia cubana.
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