sábado, 2 de abril de 2011

LOS AFLIGIDOS, ENTRE LOS HUEVOS FRITOS Y LA BANDERA DEL VATICANO

(Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor)

En el Marítimo, y el Canyamelar forma parte de él, es muy normal que se apode a todo y a todos. De hecho no hay hermandad o cofradía que no tenga su apodo. Cariñoso o a mala leche, pero apodo a fin y a cuentas.  Hago mención a esto porque a 'Los Afligidos' se nos conoce como los huevos fritos por aquello de llevar los días de Gloria, capa blanca y túnica amarilla; aunque también se refieren a nosotros cuando nos dicen la hermandad de la caña. Bien, todo eso que es cierto hay que contraponerlo a lo que yo siempre digo cuando respondo: sí, para algunos seremos los huevos fritos pero para muchos otros seremos la hermandad que más cerca está del Vaticano, por aquello de llevar los colores de la bandera del Vaticano que, por si alguno no lo sabe son blanco y amarillo. ¿Casualidad?. Tomese como se quiera pero yo, por si acaso, siempre me he apuntado a esta respuesta que, cuando la escuchan nuestros interlocutores suelen callar por lo que de significativo para la Iglesia tienen estos colores: el blanco y el amarillo. Es ... lo de siempre, para informar hay que estar formado y saber de lo que uno va a hablar.
Todo esto lo he sacado a colación porque...la verdad, me apetecía hablar de nuestros colores pero me apetecia hacerlo cuando tocase y...vaya, ahora ha llegado el momento porque hace poco un reportaje en el rotativo Levante - El Mercantil Valenciano daba cuenta de ello. Me da igual que alguien de la Hermandad lo mencionase. Quien escribe debe de saber que la Bandera del Vaticano luce los mismos colores: blanco y amarillo. Y no de unos años para aquí, sino de mucho, mucho tiempo. Me explico. Hace más de 200 años, en 1808, esos colores, el blanco y el amarillo, se constituyeron como colores pontifícios. La noticia que sigue a esta entradilla nos ha llenado de orgullo por cuanto significa que estamos en lo cierto cuando hablamos que cuando vestimos con la capa blanca y túnica amarilla estamos, de alguna manera, más cerca del Vaticano, más cerca de su doctrina, más cerca de la iglesia que, al fin y a la postre, es lo que tenemos que procurar al ser la nuestra una hermandad inscrita en el seno de la Iglesia que peregrina en Valencia.
Pese a estas líneas estoy convencido que se nos seguirá llamando los huevos fritos pero ahora con más fuerza podremos contestar que de acuerdo. Seremos para vosotros los huevos fritos pero para nosotros y también para muchos, el hecho de llevar los colores vaticanos nos llena de alegría y orgullo porque entendemos que el Patrón del Canyamelar, el Stmo. Cristo de los Afligidos, como mínimo se merece, por lo que es y representa, ese respeto, de todos. Un respeto que los cofrades, cuando salgan a la calle el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua, y lo hagan con los colores de la bandera del Vaticano, lo han de hacer con orgullo, con alegría y con arrogancia porque somos los que mejor representamos en la Semana Santa Marinera de Valencia la bandera del Vaticano. ¿Queda claro?.


LA HISTORIA DE LOS COLORES DEL LEVANTE
En un artículo publicado en L´Osservatore Romano se precisa cómo fue el Papa Pío VII quien desde 1808 estableció que los colores del Vaticano fueran el blanco y el amarillo. A continuación la historia contada por el experto Claudio Ceresa.
En el artículo titulado El amarillo y el blanco de dos siglos como colores pontificios, Ceresa explica que para hablar del uso de los actuales colores de la bandera vaticana, es necesario referirse a la ocupación de la urbe por parte de las tropas napoleónicas, ocurrida en febrero de 1808.El comandante de las milicias francesas, general Miollis, colocó sobre los muros de la ciudad unos manifiestos, con los que se imponía la incorporación de las fuerzas armadas del Papa a las imperiales. Para los  oficiales que seguían siendo fieles al reinante Pío VII se venían arrestos y deportaciones, luego de cual las reacciones no fueron muy notables,incluso también porque se hizo circular la noticia de que el Pontífice estaba al corriente y no genero dificultad. Se rebeló solo un pequeño grupo de oficiales que fue deportado a la cárcel de Mantova.Para subrayar la unificación, y probablemente también para aumentar lasituación de incertidumbre continúa el experto  se permitió a los militares seguir usando el distintivo amarillo-rojo sobre sus sombreros.
Ceresa señala después como el Papa no quería que Napoleón sujetara al Estado Pontificio, por lo que el13 de marzo de 1808 protestó enérgicamente. Ordenó, entre otras cosas, a los cuerpos que aún eran fieles a él que sustituyeran la insignia con los colores romanos con una blanca y amarilla.En el diario de un contemporáneo, el abad Luca Antonio Benedettalla escribe en la misma fecha que el Papa para no confundir a los soldados romanos que están bajo el comandante francés, con los pocos que han quedado a su servicio, ha ordenado la nueva insignia amarilla y blanca. La han adoptadolos guardias nobles y los suizos. La cosa es querida.
Ceresa escribe a continuación que tres días después, el 16 de marzo de 1808,Pío VII comunicó por escrito tal disposición al Cuerpo Diplomático, y el respectivo documento se considera con el acta de nacimiento de los colores de la actual bandera del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Este experto también explica que la elección del blanco y amarillo recoge una antigua tradición según la cual, el oro y la plata simbolizan las llaves del Reino que custodia San Pedro, y que en la antigüedad eran entregadas al Pontífice cuando este asumía la sede de Roma en la Archibasílica lateranense.
Tras algunos desencuentros más, que terminan cuando Napoleón exige que quienes están a su mando usen una insignia con los colores de Francia o Italia; el emperador decretó el 17 de mayo de 1809 la unión de Roma y el Estado Pontificio a Francia.
Con esta situación, señala Ceresa, Pío VII excomulgó a quienes perseguían a la Iglesia, y en la noche entre el 5 y 6 dejulio de 1809 el Obispo de Roma fue arrestado y enviado al exilio en Grenoble, Savona y Fontainebleau hasta 1814, cuando pudo volver a la ciudad eterna.El Papa Chiaramonti no había olvidado el episodio de seis años atrás, y sobre los sombreros de las tropas romanas apareció nuevamente la insignia blanca y amarilla, signo de lealtad al legítimo soberano.
Ceresa explica luego como durante el siglo XIX distintas representaciones vaticanas comenzaron a usar la bandera con estos colores y precisa que actualmente, ésta se expone en distintas solemnidades religiosas y civiles como Navidad, Pascua, Corpus Christi, aniversarios del Papa, aniversario de la conciliación entre la Santa Sede e Italia; entre otras. La bandera seiza al alba y se arría a la puesta del sol, indica finalmente el experto italiano.

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