miércoles, 20 de abril de 2011

La Hermandad del Cristo de los Afligidos y la Aurora de Vinalesa homenajearon a Juan Pablo II en la "Procesión de las Siete Últimas Palabras"

(Desde El Cañamelar, José Angel Crespo Flor)

El próximo 1º de Mayo Juan Pablo II será proclamado por Benedicto XVI como nuevo beato de la Iglesia Católica. Pues bien, esta efemérides que vivirá toda la Iglesia el próximo 1 de mayo ha servido para que al término de la procesión de las Siete Ultimas Palabras que Cristo pronunció en la Cruz y antes de que Salvador Cebolla, párroco de Benaguacil, proclamase la Oración Final, el grupo de Auroros, presente en dicho acto, homenajease al Papa Magno.

El silencio de la noche ayudó a mantener viva esa llama que quiere y persigue la Hermandad en esta procesión: silencio, oración, meditación e interiorización, en una palabra, que nuestro pensamiento se confunda con aquel momento trágico que experimentó desde lo alto de la Cruz, en la Primera Semana Santa, el mismo Jesucristo instantes antes de expirar.

La aurora en cuestión tiene esta letra. Letra compuesta especialmente por Francisco Ros, tío del vicario episcopal de la diócesis de Valencia Arturo Ros, para esta ocasión:

Venerable es hoy el papa Magno
quien Nuevo Milenio a esta edad llamó;
con sus cruces ascender le vimos
al Monte Calvario, su trono de honor.

Mil gracias a Dios
y a la Virgen Madre del Rosario
que el 13 de mayo su vida guardó.

Ha sido, si se quiere, un sencillo homenaje pero un homenaje al fin y a la postre. Como señalaron diversas fuentes de la Hermandad, "hemos querido añadir a las 7 auroras tradicionales que corresponden a las 7 Últimas Palabras que Cristo pronunció en la Cruz, esta otra en homenaje a un papa muy querido por todos, al papa Juan Pablo II.
Ante su próxima proclamación oficial como Beato, La Aurora ha querido adelantarse a esta Proclamación y homenajearle aquí, en El Cañamelar, y en la procesión de las 7 Ultimas Palabras. Una procesión intima, sencilla y con mucho calado religioso. Un acto en suma para verlo, pensar y meditar".

Cada uno de los siete lectores recibió una cruz de nácar de Tierra Santa, una bolsa con hojas de olivo del Huerto de Olivos y un Rosario de Jerusalén junto a un opúsculo del nuevo beato de la Iglesia, el papa Juan Pablo II. Con ello la hermandad pretendió dos cosas: honrar la memoria de Juan Pablo II y testimoniar el hermanamiento que se tiene, gracias a la Asociación Valenciana de Amigos de Tierra Santa (AVATS), con la Custodia Franciscana que guarda Los Santos Lugares.
El teólogo y artista José Cosme, elegido por la Hermandad para leer la oración oficial de estas Siete Ultimas Palabras y que vino acompañado de José Luis Sánchez, vicerrector de la Universidad Católica San Vicente Mártir de Valencia, recibió un recuerdo de su participación en la misma y Salvador Cebolla, párroco de Benaguacil que concluyó el acto recibió un cáliz y una patena adquiridos en el lugar donde se produjo la Multiplicación de los Panes y los Peces, en Tabgha (Israel), detalle que agradeció mucho el propio Salvador Cebolla

ORACION FINAL OFICIAL DE LA PROCESIÓN DE LAS 7 PALABRAS DEL CAÑAMELAR (Autor: Antonio Díaz Tortajada)

Padre:
Nosotros
que caminamos viviendo las peripecias de este mundo,
los gozos y esperanzas de los hombres de nuestro tiempo
nos unimos a este Jesús,
Cristo de los apenados y afligidos,
Hijo tuyo y hermano nuestro,
que coronó su vida y la vida del mundo
en la soledad de la Cruz.


Queremos unir nuestra vida a la verdad de su amor.
Cristo de los Afligidos:
Desde ese trono glorioso de la cruz,
Danos la capacidad de valorar la vida del hombre
Desde su concepción hasta su muerte.


Danos el don de la paz,
Que sea esta el camino para el desarrollo de los pueblos.


Danos el don de la justicia y de la fraternidad,
para que todos nos propongamos
construir la cultura de la vida y del amor,
Guíanos en esta aventura de la historia
y ayúdanos a vivir y caminar juntos,
creando hermandad,
servicio y entrega
hasta la casa común que Tú nos tienes preparada
y dispuesta en las moradas eternas
de tu Padre y de nuestro Padre.


En tus manos ponemos nuestra vida.
Que nada ni nadie nos haga dudar de ti,
de tu bondad,
de tu amor,
y de tu misericordia.

En la vida y en la muerte queremos estar cerca de ti,
Y vivir como hijos tuyos,
en la verdad del amor y de la esperanza,
esperando el momento gozoso de encontrarnos
con tu mirada misericordiosa de Padre bueno
de la mano de tu Hijo
que nos diste como hermano,
con la fuerza del Espíritu Santo,
sostenidos por el amor maternal de la Santa Virgen María
y en la comunión de la santa Iglesia.


Amén

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