domingo, 28 de febrero de 2010

OREMOS AL DIOS DE LA VIDA POR LOS CHILENOS

  Por Antonio DIAZ TORTAJADA
Grao (Valencia - España)
Sacerdote-periodista
 

 

 

Padre nuestro que estás en el cielo
en el nombre de tu Hijo Jesucristo
que nos enseñó a rezarte
nos reunimos los hijos que te amamos,
y reconocemos tu gran poder,
para confesar que tu mueres con los que han muerto
y estas sufriendo con tus hijos de Chile
que lamentan su suerte en medio de la desolación,
la destrucción y la muerte.
Santificado sea tu nombre,
y el de todos nuestros hermanos de Chile que han fallecido
por nacer en un país zarandeado por la tierra.
Venga, Señor, venga a nosotros tu reino,
tu gran misericordia,
tu fidelidad,
tu inmenso amor hacia tu creación y tus hijos,
haznos sentir el dolor que sienten
nuestros hermanos y amigos en Chile,
el dolor de la perdida de sus seres queridos,
de sus viviendas,
o de ver su ciudad destruida.
Hágase, Señor, tu voluntad
de una vez por todas en Chile
y en todas las naciones de América Latina,
en esta tierra nuestra
o en todas las naciones del mundo como en el cielo
para desterrar a los gobiernos corruptos,
para desarrollar una economía local,
para que la comunidad internacional tome como prioridad
el bienestar de las naciones más pobres.
Padre nuestro, por favor, se tu propicio a cada una de ellas,
arranca los corazones de piedra
y pon corazones de carne entre sus carnes,
dales un nuevo corazón y un nuevo espíritu
mete a cada hombre en una capsula de amor
que sientan un gran deseo por doblar las rodillas ante Ti
y un anhelo por confesar el señorío de Jesucristo en sus vidas;
que comprendan que estas señales indican
que es un tiempo de reflexión,
que es un tiempo para meditar
¿qué estamos haciendo de nuestras vidas?,
tanto afanarse en adquirir cosas materiales
y nos olvidamos que lo más importante es buscar tu rostro,
que apartados de ti nada podemos hacer,
que en esta tierra estamos de paso,
que aquí es una vivencia temporal
y que debemos preocuparnos por nuestra vida eterna.
Nosotros somos los responsables
de que nuestra tierra
sea como el Reino de los cielos que tú nos predicaste.
El pan nuestro de cada día dánosle hoy
y a su vez nosotros se lo hagamos llegar
en forma de ayuda humanitaria a todos ellos
y así palien las infinitas carencias que ahora sufren.
Padre, perdona nuestras ofensas,
perdona que permitamos que tres cuartas partes
del mundo pase hambre,
perdona que hayamos tenido olvidados a tantos
y tantos hermanos nuestros
perdona nuestra insensibilidad,
perdona nuestra falta de solidaridad…
que esto sea muestra de que tenemos un corazón generoso
que nos lleve a volcarnos en esta y otras catástrofes;
no nos dejes caer en la tentación de dejar de lado
en dos semanas estas tragedias
y que seamos concientes de que se tardarán muchos años
en recuperar la normalidad
en estos países que sufres los horrores del terremoto.
Y líbranos del mal a nosotros y a todos.
Que seamos capaces de conseguir que,
cuando la naturaleza se rebela
nos lance a vivir esa catástrofe como nuestra,
dé igual en qué país esté la población para poder ponerla a salvo.
Que con tu ayuda y bendición hagamos que así sea.
Amén.

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