(Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor).-
El joven sacerdote cubano Olbier Antonio Hernández Carbonell, todavía vicario del Rosario, suele despedir, siempre que preside una Eucaristía, a los feligreses desde la puerta del templo. Hoy sábado, en la misa vespertina, también lo ha hecho aunque el sacerdote quita importancia a este hecho porque "en Cuba es una cosa tan normal que lo que me extraña es que aquí se vea como una cosa trascendente, noticiable y poco menos que extraordinaria. Allí lo hacemos porque es el momento que tenemos los curas para preguntar por la familia, por el trabajo o por la salud y porque de esta forma nos hacemos presentes. Lo veo tan lógico esto que, desde luego, me cuesta creer que este detalle insisto insignificante para nosotros, pueda molestar a alguien".
Cuando le hicimos saber que el mismo arzobispo de Valencia, mons. D. Carlos Osoro, lo ha realizado varias veces en la Iglesia Catedral y la última vez que lo vimos, además personalmente, fue tras la misa que presidió en la parroquia de Cristo Redentor - san Rafael antes de reunirse con los miembros de la Semana Santa Marinera de Valencia en un acto que, por anunciarlo y ensarzarlo en este mismo blog, conllevó el malestar de algunos párrocos, Olbier fue claro "si lo hace D. Carlos que es la primera autoridad eclesiástica de Valencia, me imagino que no estará tan mal que yo lo haya hecho en la parroquia del Rosario. Son formas de ver las cosas y son maneras de finalizar una celebración. D. Carlos aprovecha la ocasión para hacerse presente y agradecer la presencia de los fieles y yo para preguntarles por la familia, ver si necesitan algo o tratar de ponerme a su disposición como cura y como persona. Esto en Cuba, insisto, es muy normal. Tanto que pasa poco menos que desapercibido. Además, es un signo de abajarse, de ser uno más y no mostrar superioridad. Los curas necesitamos de los fieles como estos necesitan de los curas y ni uno es más que otro ni el otro puede considerarse inferior a nadie. Todos tenemos nuestro lugar y todos ocupamos un puesto en la Iglesia de Cristo".
A este propósito me viene a la cabeza una foto muy significativa, que define perfectamente el talante de nuestro arzobispo y que algún párroco debería de tomar ejemplo. Ocurrió en san Antonio de Benagener. Concretamente, en el Real Colegio de los Niños Huérfanos de san Vicente Ferrer. Los juniors homenajearon a D. Rafael Sanus, obispo emérito de Valencia y que, en sus comienzos, apoyó decisivamente a este grupo eclesial. Pues bien, los juniors no desaprovecharon la ocasión y, con motivo de la fiesta de su Patrono San Mauro, homenajearon a D. Rafael y le entregaron una distinción. No sería la única porque en la misa conclusiva de la citada Fiesta D. Carlos le cedió su lugar y presidió la Eucaristía D. Rafael Sanus concelebrando el actual arzobispo de Valencia. Todo un detalle que muchos párrocos deberían de tener en consideración, sobre todo aquellos que trabajan con vicarios. D. Carlos no por ello dejó de ser el arzobispo, pero ese detalle merece la pena recordarlo, resaltarlo y tenerlo muy en cuenta porque hay párrocos que suelen mirar a los vicarios, no como sacerdotes de igual a igual, sino como 'sacerdotes de segunda', o, lo que es lo mismo, como vicarios, sin detenerse a pensar que la única diferencia entre uno y otro es el adjetivo que suele acompañar al nombre. ¡Oído pues, en la Iglesia, todos tenemos un puesto y todos debemos de saber respetar porque insisto,. el sacerdote necesita del laico para poder cumplir con su misión eclesiástica y el laico necesita del sacerdote para poder ser eficaz en la Iglesia de Jesucristo!.
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