(Publicado en Religion en Libertad)
Con él desaparece un testimonio viviente del enfrentamiento de la Iglesia Católica con el régimen de Fidel Castro. Se trata del sacerdote franciscano, Fray Miguel Ángel Loredo, ex preso político cubano e incansable luchador por los derechos humanos, quien ayer miércoles 21 de septiembre recibió cristiana sepultura en Nueva York.
Fray Miguel Ángel fue un promotor incansable de las libertades democráticas en la isla y un pilar espiritual de la comunidad cubana en el exilio, según informa OMPRESSS.
Cuando triunfó la revolución de 1959, Loredo ya había decidido que sería sacerdote. Sus estudios teológicos los realizó en España, entre 1960 y 1964. Se ordenó en julio de 1964 y un mes después regresó a Cuba, justamente en momentos de agrias relaciones entre la Iglesia católica y el Gobierno comunista, que ya había enseñado sus verdaderas intenciones con la expulsión de 131 sacerdotes en 1961.
A su regreso fue designado para asumir su labor pastoral en la Iglesia de San Francisco, en La Habana, y se desempeñó también como párroco de Guanabacoa.
En 1966 fue arrestado y condenado a quince años de prisión acusado de proteger a un prófugo de la Justicia cubana, esconder armas y conspirar con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE.UU. En el presidio organizó misas clandestinas para los presos políticos y realizó numerosas huelgas de hambre en protesta por la condiciones de su confinamiento.
Por gestiones del Vaticano, Loredo fue liberado el 2 de febrero de 1976. Se le ordenó que no hablara públicamente ni ofreciera entrevistas de prensa. Pero el Gobierno no toleró que se le nombrara profesor de Teología en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio en La Habana, lo que forzó su salida del país con destino a Roma en 1984.
En 1987 se trasladó a Puerto Rico, donde continuó su labor eclesiástica y comenzó su colaboración con la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra. En 1991, fue trasladado a la Iglesia de San Francisco en Nueva York.
Aficionado a la pintura, en 2002 realizó su primera exposición en esa ciudad estadounidense, coincidiendo con el primer aniversario de los atentados del 11-S.
A raíz de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, en 1998, Loredo fue incluido en la lista de clérigos y personalidades religiosas que viajarían desde Estados Unidos. Sin embargo, el Gobierno cubano le negó la entrada.
El padre Loredo falleció a consecuencia de una grave enfermedad el sábado 10 de septiembre en St. Petersburg, Florida. Había nacido en La Habana en 1938.
Según recordó Abel Nieves Morales, quien compartió años con Loredo en varias prisiones cubanas, el fraile “fue un hombre muy valiente, firme en sus principios y en su fe, que no dejó nunca de levantar su voz para denunciar los horrores que vivió en carne propia en las cárceles de Cuba”.
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