viernes, 11 de febrero de 2011

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOS PIRINEOS (NUESTRA SEÑORA DE LOURDES)

Antonio DÍAZ TORTAJADA Sacerdote-periodista-poeta

Señora de los Pirineos:
En el corazón de estas montañas
confluyen tu mirada maternal
y la de tantos hijos tuyos que dominados por la enfermedad
los achaques y el dolor acuden a tus pies.
Tu eres la causa de nuestra alegría,
ilumina a cuantos lleguen a estas montañas
para que te reconozcan como Madre y Señora
en medio de tanta belleza,
y así se dejen atraer por la bondad y belleza del Creador
que hizo de ti el vértice de la hermosura humana y divina.
Tu te acercaste en medio de estos peñascos
hace más de 150 años a la niña Bernardita Soubirous
y te manifestaste como la Inmaculada Concepción,
y aquí en medio de tanta belleza pusiste tu casa y, sin cesar,
dispensas los dones de tu Hijo Tu quisiste fijar tu morada
en estas verdes y ásperas montañas de Francia,
para ver mejor desde lo alto de las cumbres
los gozos y esperanzas,
alegrías y tristezas de tus hijos.
Hoy llegamos ante tu bella imagen
trayéndote la flor perfumada de nuestro corazón.
Te cantamos hoy,
como te cantaron ayer y te cantarán siempre
todas las generaciones:
¡Tú eres la flor más hermosa
y el fruto más preciado de la humanidad!
Eres la bendición pura de Dios
en el corazón del mundo
y de la Iglesia.
Bendita, porque creíste y te fiaste de Dios,
porque a Él consagraste,
por entero, las fuerzas de tu alma y de tu cuerpo.
Tu eres Señora de los Pirineos
tú eres la sierva del Señor,
nuestra Madre y Reina.
Tu eres la bella morada de estos cerros,
que este reencuentro contigo en tu imagen
sea el reencuentro con cada uno de nuestros hermanos.
Tu que eres la Madre de Dios y nuestra y todo lo puedes.
Te pedimos, Señora, desde este corazón de los Pirineos que es tu cueva,
tu casa, tu trono,
por todos los que invocan tu nombre
en tantos otros lugares que,
esparcidos en la geografía del mundo,
son faros de fe, santuarios donde brota el fervor de la esperanza,
morada tuya donde tus hijos se reúnen en torno al altar
Préstanos esos tus ojos misericordiosos
para que aprendemos de ti a encontrar la música y la letra,
el tono justo de las bendiciones
que debemos pronunciar los unos sobre los otros.
Dános tu valiosa ayuda
para que podamos llegar un día desde estos Pirineos
a la resplandeciente montaña del paraíso
y reinar eternamente contigo.
Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario