miércoles, 17 de octubre de 2012

VILLA TERESITA: 70 AÑOS DE EVANGELIO PUESTO EN PRACTICA

(PAGINA WEB DE VILLA TERESITA)

El encuentro y la relación de amistad con mujeres prostituidas, la sensibilidad ante las situaciones de injusticia y sufrimiento, la  búsqueda de la voluntad de Dios  hicieron brotar en 1942 la primera comunidad y casa de acogida de Villa Teresita de la mano de una mujer, Isabel Garbayo. Ella, al igual que Jesús, vivió la incomprensión por andar en “malas compañías”, relacionarse con ellas, estar a su lado en lugares públicos, plantear alternativas, comer en la misma mesa, ... le llevó a caminar contracorriente, perder “amistades” y ser considerada como una “loca”, una “idealista”.

Isabel Garbayo, mujer de Evangelio, abrió cauces de liberación entre las mujeres prostituidas, viendo en ellas a las más pobres, no sólo por su situación de necesidad, sino por ver rota su dignidad como personas.

Todo empezó en Pamplona en 1942 con una mujer, Isabel Garbayo, dócil a la acción del Espíritu y valiente, que se atrevió a adentrarse en el reverso de la historia.

Inquieta, comprometida con los últimos,…un día mientras atendía a niños tuberculosos en el hospital, oyó unos gritos: ¿Quiénes son? – preguntó- Son unas mujeres malas ( aquel día descubrió que había un pabellón aparte cerrado bajo llave, que no recibía visitas, era el pabellón de las enfermas de sífilis -una enfermedad contagiosa, que generaba gran rechazo social-, todas ellas eran prostitutas, muchas esperaban la muerte porque aún no existía la penicilina). - No puedes visitarlas, reiteraba la encargada. (el contexto social era muy clasista y estigmatizador) Ella insistió hasta que la dejaron entrar.

Cuando pasó el umbral de la puerta, se encontró con una realidad desoladora… las chicas pensaron que era una de ellas (no podía ser de otra forma porque nadie “decente” se atrevería a entrar en relación con ellas en un lugar público).  Isabel se acercó con estas palabras:  “soy una amiga vuestra y si queréis vendré a visitaros todos los días”… La relación con ellas marcaría su vida para siempre.  Cuando a una chica le daban el alta y volvía a la casa pública, Isabel también la visitaba allí. Cuenta que la primera chica que murió la lloró como a alguien de su familia.

 Inició así un camino de descenso (como el de Jesús): descendió para encontrarse con los pobres y excluidos, con rostros concretos el rostro de la mujer prostituida, herido en su dignidad y vulnerado en todos sus derechos.  
Descendió de su clase social (era de una familia muy acomodada), de sus seguridades (se  adentraba a la intemperie), de sus relaciones (se fue quedando sola…). Al igual que Jesús, vivió la incomprensión por andar en “malas compañías”. Su relación de amistad con ellas, estar a su lado en lugares públicos, ser confundida con ellas (nunca llevó habito), comer en la misma mesa.....le llevó a caminar contracorriente, perder “amistades” y ser considerada una “loca”, una “idealista”.

En sus conversaciones con las chicas, muchas le decían: no queremos seguir viviendo así, pero a dónde ir… “a nosotras no nos des conventos”. Ella les preguntaba: ¿Qué os gustaría? Y junto a ellas y a partir de lo que ellas le decían fue trazando lo que sería la casa de Villa Teresita: un lugar en el que se viviría un clima de familia, en que el que respetase la libertad de cada una; un lugar que posibilitase recuperar la dignidad, promocionarse, reconciliarse con la propia historia y preparase para el futuro. -Ahora mismo nos iríamos- le decían

Su sensibilidad hacia las situaciones de injusticia y sufrimiento, su deseo de abrir cauces de liberación entre las mujeres –a las que llamaba cariñosamente, “las chicas”- y sobre todo la búsqueda de la voluntad de Dios, hicieron brotar la primera casa de acogida en 1942, la andadura de una comunidad de mujeres consagradas a Dios y a los más pobres.

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