miércoles, 28 de diciembre de 2011

Amor tierno en Navidad y fuerte en la cruz

Por José Gea

Como en estos días todo mundo escribe sobre la Navidad, o escribe felicitaciones a familiares y amigos, también yo quiero escribir algo con motivo de la Navidad para felicitar a mis lectores.

Quiero ofrecerles una pequeña reflexión, con el tema que se indica en el título. Y es que cuando un cristiano piensa en el amor de Dios que se nos manifiesta en la pasión y muerte del Señor, queda ensimismado al ver hasta qué punto nos amó el Señor, dando su vida en la cruz por nosotros. Pero cuando piensa en la fiesta de Navidad, ve que ese mismo amor intenso y fue rte que nos manifestó en la cruz, se convierte en amor tierno; no sé cuál de los dos cualidades del amor de Dios me impresiona más.

¿Por qué me impresiona tanto ese Niño de Belén

Los niños siempre atraen; pero ver a todo un Dios en un niño recién nacido, a quien me imagino envuelto en pañales, llorando en brazos de la Virgen que se lo mira y remira, y se lo come a besos, recostado en un pesebre durmiendo plácidamente, sabiendo que es Dios como el Padre, y que ha venido a este mundo para manifestarnos el amor fuerte de Dios que se nos manifiesta en la cruz.

No me digan que si la ternura de cualquier madre junto a su hijo recién nacido, nos llama la atención, ¿no es para partir los corazones de quienes contemplamos la escena del nacimiento, sabiendo que el hijo es Jesús y la madre, la Virgen?

¿Por qué en esta fiesta no hablamos de la ternura de Dios? Por esa ternura podemos decir que Dios no sólo es Padre, sino que, por ser especialmente tierno el amor de la mujer, a Dios le podemos llamar también, madre; y esa ternura es la que se manifiesta en el día de Navidad.

Contemplando a Jesús recién nacido y a la Virgen junto a él, no le tengamos miedo a Dios; más bien tengamos miedo a nuestra debilidad que nos hace recaer en el pecado, y seamos conscientes de que si nos acercamos a Dios, nos encontraremos con un Dios Padre y Madre. Y al Padre y a la Madre no se les tiene miedo; al contrario, se les quiere al sentirnos queridos. Y es ese amor tierno de Dios lo que más me llama la atención en la contemplación de Jesús y de María en Belén.

Un abrazo a todos y feliz Navidad

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