sábado, 4 de junio de 2011

En torno a la Solemnidad del 'Domingo de la Ascensión)

(Los acrósticos de José Ángel Crespo, Cañamelar - Valencia)

Dios asciende entre aclamaciones, pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con  gritos de júbilo.

Oremos a Cristo resucitado, el mismo que se hizo presente a los discípulos de Emaús que lo reconocieron al partir el pan.

Mientras asciende a los cielos en el Monte de los Olivos demuestra su grandeza, su omnipresencia de Señor y Rey.

Incrédulos como Tomás, que tuvo que poner  su mano en el costado para creer que Cristo, el Señor,  había resucitado y era Él, el mismo que murió en la Cruz, de carne y hueso.

No es momento para tristezas sino, como dice el evangelista Lucas,  de gran alegría y satisfacción,  al relatar él mismo que "se volvieron a Jerusalén con gran alegría".

Gozo, esperanza y alegría. Los discípulos se ven fortalecidos  por el Maestro que se despide diciendo "Vosotros seréis testigos de esto" aventurando además que "Os enviaré lo que mi Padre ha prometido".

Oración y Plegaria. Gratitud y Despedida. Te vas pero no del todo porque te quedas en el Sagrario. Esperándonos. Nos quieres demasiado para dejarnos solos. En cada Eucaristía volvemos a vivir tu Pasión, Muerte y Resurrección.
 

Dia gozoso el de la Ascensión pues marca el final del camino de Jesús y el inicio del peregrinaje de la Iglesia. Jesús vuelve a su condición divina, es el final de su Encarnación  y es el inicio de la Encarnación de la Iglesia.

Experimentamos así nuestra propia pobreza como Jesús, cuando nació en Belén, la experimentó al dar a luz en un estable muy lejos de lo que cabía pensar dada su categoría de Señor y Rey.


La Ascensión es un día grande en el calendario de la Iglesia.  De hecho este dia se califica como Solemnidad y no como Fiesta.

Ayer, hoy y siempre la Ascesión marca el final  de la cincuentena pascual y es el anticipo al Domingo de Pentecostés o Domingo de la Venida del Espíritu Santo.
 

Ascensión y Asunción dos fiestas muy importantes en el devenir de la Iglesia Universal. La Ascensión, es cristológica y la Asunción mariológica.

Señor, con tu Ascensión, no nos abandonaste sino que quisiste permanecer  con nosotros y entre nosotros en el Santísimo Sacramento y cada vez que se realiza la Eucaristía.
  
Cristo no opuso resistencia ante la ignominiosa Pasión que tuvo que sufrir camino del Calvario porque sabía que era preciso  padecer, morir  y pasar por el sepulcro para resucitar y ascender a los cielos en honor de majestad y realeza.

Enseñó a todos que era preciso morir  en la cruz y ser enterrado para resucitar al Tercer Día,  cumplir con las Escrituras  y mostrarnos el camino  de la vida sin fin, la que no se acaba. La Vida Eterna. 

No estamos tristes sino alegres y contentos porque sabemos que continua  con nosotros y entre nosotros y se hace presente siempre que lo necesitamos.

Señor y Dios nuestro que quisiste permanecer con nosotros a pesar de esta Ascensión gloriosa que presenciaron tus discípulos y el gentío que te siguió hasta el Monte del los Olivos, sigue con nosotros y no nos abandones porque sin Tí no somos nada y nos podríamos perder.

Inmóvil nos dejaste con su Ascensión a los Cielos pero por otra parte regresamos a Jerusalén llenos de Júbilo  y deseosos de hacer lo que Tu,  a lo largo de tu vida terrenal, nos enseñaste.

Oración y más oración como Tú hacías antes de cualquier milagro. Es algo que se ha perdido y que en estos tiempos tenemos que rescatar  si queremos seguir siendo discípulos tuyos. 

No te fuiste. Tampoco pensaste en abandonarnos porque ya lo habías prometido en tu Ascensión "estaré siempre con vosotros. No os dejaré solos". Y cumpliste lo que entonces dijiste. Estás esperándonos en el Sagrario de cualquier parroquia y te haces presente en todas las Eucaristías.

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