domingo, 16 de mayo de 2010

XLIV JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

(Desde El Cañamelar y El Rosario, José Ángel Crespo Flor). 

De siempre, la Iglesia ha tenido muy en cuenta la presencia de los medios de comunicación para llegar a más gente porque, entre otras cosas, 'son pocos los que acuden a Misa y pueden así 'beber' del 'agua' que emana La Palabra de Dios. De ahí la importancia que siempre han tenido y hoy mucho mas, los medios de comunicación porque estos se convierten en verdaderas plataformas para así poder llegar a más gente. 

El mismo Papa, el Obispo de Roma, Benedicto XVI, es uno de los más convencidos de la necesidad que tiene la Iglesia - y en Ella incluyo a los sacerdotes - para que el Mensaje pueda llegar a más gente y por lo tanto sean más los que se puedan aprovecharse del Mensaje que contiene la Palabra de Dios.

Ocurre sin embargo - y no quiero que se me malinterprete - que algunos curas miran de uñas a los informadores y cuando estos 'no les bailan sus gracias' los informadores se convierten en los malos de la película. A estos - a los curas- yo les diría que leyesen los dos documentos que adjunto a esta información. El primero es de obligada lectura porque proviene del mismo Papa y el segundo no se debe de infravalorar porque los que lo firman y, por lo tanto, lo suscriben son obispos españoles. Los dos son pues de obligada lectura y, por lo tanto, de obligada reflexión. Y hoy, Domingo en que se celebra la Ascensión del Señor y que la Iglesia dedica también a reflexionar sobre los medios de comunicación social se hace imprescindible esas dos lecturas. Además, se quiera o no, la prensa, la televisión, el mundo de las nuevas tecnologías, están presentes en nuestras vidas porque la actualidad así lo quiere y lo demanda. Por ello se hace necesario e imprescindible que existe una comunicación fluida entre quien da la noticia y quien la tiene luego que contar. Porque una cosa es cierta: el periodista cuenta lo que ve o lo que le han dicho, nunca inventa por inventar o narra algo porque si.

Y un último apunte, en periodismo existe una máxima y es que la noticia es la noticia da igual quien la cree por lo que hay que ir a la noticia cuando la hay y ... noticias hay siempre cuando el sacerdote o el laico están abiertos a los medios de comunicación que representan los periodistas.


* MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA XLIV JORNADA MUNDIAL  DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

«El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: 
los nuevos medios al servicio de la Palabra»

[Domingo 16 de mayo de 2010]

 

Queridos hermanos y hermanas:

El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales –«El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra»– se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal, y pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra. Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los nuevos medios de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y de contacto con el propio territorio, instaurado en muchos casos formas de diálogo aún de mayor alcance. Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, hacen cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal.

La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos. La Iglesia, convocada por la Palabra, es signo e instrumento de la comunión que Dios establece con el hombre y que cada sacerdote está llamado a edificar en Él y con Él. En esto reside la altísima dignidad y belleza de la misión sacerdotal, en la que se opera de manera privilegiada lo que afirma el apóstol Pablo: «Dice la Escritura: “Nadie que cree en Él quedará defraudado”… Pues “todo el que invoca el nombre del Señor se salvará”. Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en Él? ¿Cómo van a creer si no oyen hablar de Él? ¿Y cómo van a oír sin alguien que les predique? ¿Y cómo van a predicar si no los envían?» (Rm 10,11.13-15).

Las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han convertido en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a estas preguntas, que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que se notan especialmente en el mundo juvenil. En verdad el mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio de una «nueva historia», porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra.

Sin embargo, la creciente multimedialidad y la gran variedad de funciones que hay en la comunicación, pueden comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo por la mera exigencia de hacerse presentes, considerando internet solamente, y de manera errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario, se pide a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, para ejercer su papel de animadores de comunidades que se expresan cada vez más a través de las muchas «voces» surgidas en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis.

El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo. Para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios –adquirido también en el período de formación– con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante diálogo con el Señor. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la «red».

También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En efecto, la pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a la humanidad desorientada de hoy que «Dios está cerca; que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente» (Discurso a la Curia romana para el intercambio de felicitaciones navideñas, 21 diciembre 2009).

¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a través de la propia competencia en el campo de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? ¿Quién mejor que él para presentar la sabiduría religiosa del pasado como una riqueza a la que recurrir para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro? Quien trabaja como consagrado en los medios, tiene la tarea de allanar el camino a nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano y la atención a las personas y a sus auténticas necesidades espirituales. Le corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro tiempo «digital» los signos necesarios para reconocer al Señor; darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral. La Palabra podrá así navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y decir de nuevo: «Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos» (Ap 3, 20).

En el Mensaje del año pasado animé a los responsables de los procesos comunicativos a promover una cultura de respeto por la dignidad y el valor de la persona humana. Ésta es una de las formas en que la Iglesia está llamada a ejercer una «diaconía de la cultura» en el «continente digital». Con el Evangelio en las manos y en el corazón, es necesario reafirmar que hemos de continuar preparando los caminos que conducen a la Palabra de Dios, sin descuidar una atención particular a quien está en actitud de búsqueda. Más aún, procurando mantener viva esa búsqueda como primer paso de la evangelización. Así, una pastoral en el mundo digital está llamada a tener en cuenta también a quienes no creen y desconfían, pero que llevan en el corazón los deseos de absoluto y de verdades perennes, pues esos medios permiten entrar en contacto con creyentes de cualquier religión, con no creyentes y con personas de todas las culturas. Así como el profeta Isaías llegó a imaginar una casa de oración para todos los pueblos (cf. Is 56,7), quizá sea posible imaginar que podamos abrir en la red un espacio –como el «patio de los gentiles» del Templo de Jerusalén– también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido.

El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano. Los nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que lo invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva sobre todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en la oración; al que anunciamos con la predicación y el testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y celebramos en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa Eucaristía y la Reconciliación.

Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las oportunidades específicas que ofrece la moderna comunicación. Que el Señor os convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva «ágora» que han dado a luz los nuevos medios de comunicación.

Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios y del Santo Cura de Ars, y con afecto imparto a cada uno la Bendición Apostólica.

Vaticano, 24 de enero 2010, Fiesta de San Francisco de Sales.

 

BENEDICTUS PP. XVI


* ANUNCIADORES DEL EVANGELIO EN EL MUNDO DIGITAL


Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española

 Publicamos el mensaje que ha escrito la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra este domingo, 16 de mayo.


* * *
1. Celebrando el Año Sacerdotal, con motivo del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el Papa Benedicto XVI ha querido dedicar la 44ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del próximo día 16 de mayo de 2010, a reflexionar sobre "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital. Los nuevos medios al servicio de la Palabra". Con este lema el Santo Padre quiere destacar la gran misión que tiene el sacerdote en el nuevo mundo de las comunicaciones sociales que han surgido de las modernas tecnologías, hasta el punto de crear un nuevo ámbito para las relaciones humanas, con una influencia muy importante en la vida de las personas y de la entera sociedad contemporánea.
Los nuevos medios, al servicio de la Palabra
2. Se trata de un nuevo escenario donde el sacerdote está llamado a ejercer su ministerio, cuya principal tarea es "anunciar a Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los Sacramentos". En la actualidad los sacerdotes han de llevar a cabo esta tarea pastoral con la ayuda de las nuevas tecnologías digitales, especialmente Internet, considerando estos modernos recursos como nuevas oportunidades para la misión evangelizadora que constituye la propia razón de ser de la Iglesia[01]. Así lo entiende también el Papa Benedicto XVI cuando afirma en su Mensaje que el mundo digital constituye una gran oportunidad en el que los "sacerdotes deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis".
3. En esta misma línea y deseando que los medios de comunicación gocen de la mayor consideración en nuestra tarea pastoral ordinaria en las diócesis, parroquias y demás comunidades, animamos a los sacerdotes y a los fieles, especialmente a los padres, educadores y catequistas, en particular a los más jóvenes y "nativos" de la Red, a que se adentren por estos nuevos caminos del "mundo digital", poniendo con creatividad y audacia apostólica, todas las nuevas tecnologías de la comunicación al servicio del anuncio de Jesucristo. "La Palabra podrá así -como señala el Papa- navegar mar adentro hacia las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y decir de nuevo: «Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos» (Ap 3, 20)".
4. Para lograr este objetivo apostólico de un mayor espacio para Dios en la sociedad actual, trabajemos también para alcanzar, a su vez, un mayor espacio para los medios en la propia Iglesia, a escala nacional, diocesana y parroquial. La evangelización de la cultura actual, esencialmente mediática, pasa por esta necesaria exigencia a la que no basta responder sólo con encomiables consideraciones teóricas sobre los medios, sino sobre todo con un mayor esfuerzo práctico en proyectos y realizaciones, con la imprescindible y generosa aportación económica de los fieles, que han de ver también en esta tarea pastoral su deber de "ayudar a la Iglesia en sus necesidades".
5. Este empeño exige entre nosotros más atención a la dimensión formativa en comunicación social de aquellos que han de ser o son ya predicadores de la Palabra de Dios, y lo mismo habría que decir de los educadores y catequistas, cuyo bagaje formativo debería incluir esta materia específica con entidad propia. A todos se nos pide hoy una nueva oratoria para transmitir adecuadamente Palabra de Dios a los hombres y mujeres de nuestra cultura mediática, además de la imprescindible ayuda del Espíritu Santo y una sólida espiritualidad y formación teológica. Alentamos a participar en los cursos y medios formativos en comunicación que la Iglesia ofrece a sacerdotes, seminaristas y fieles.
Poner "alma" en  el mundo digital
6. Esta visión positiva del mundo de las comunicaciones, heredera y deudora del Concilio Vaticano II, no significa, según el mismo espíritu del Decreto Inter Mirifica, renunciar a la necesaria responsabilidad y sentido crítico que, como usuarios -destinatarios y emisores-, han de tener los propios sacerdotes y se ha de inculcar también al resto de los fieles mediante la debida formación moral de la doctrina de la Iglesia.
Hemos de ser conscientes de que las innovaciones tecnológicas suponen también cambios de valores. Esto ha ocurrido siempre, y ahora se nota en componentes esenciales de lo humano. Así una de las paradojas de la actual sociedad de la información es que es precisamente la propia verdad la que se le ha tornado para muchos imposible con lo que esto supone de carencias para la transmisión de la fe cristiana. Es más, constatamos que un inadecuado y abusivo uso de los modernos medios está produciendo, especialmente en los más jóvenes, la pérdida de interioridad que lleva a ignorar la dimensión espiritual y trascendente de la persona, así como la propagación del contacto superficial que dificulta el encuentro personal y relacional, sobre todo en la familia, con una predominante tendencia al anonimato, al espectáculo y a la excitación de los sentimientos, así como a la sustitución de la verdad por la opinión en un creciente relativismo.
7. Valoramos los efectos benéficos y los recursos que las nuevas tecnologías de la comunicación suponen para la pastoral de la Iglesia y el progreso humano, y alentamos su uso personal y pastoral en las comunidades cristianas, como hacen los documentos Iglesia e Internet[02] y Ética en Internet[03], pero a la vez hemos de poner en guardia frente a los efectos negativos que se puedan producir desde el punto de vista antropológico, ético y educativo, por parte de las nuevas tecnologías de la comunicación si no se usan adecuadamente por emisores y receptores.
8. Ya que estamos en el Año Sacerdotal y en esta Jornada de las Comunicaciones Sociales tiene un protagonismo especial el sacerdote, no podemos dejar de hacer una clara denuncia de la parcialidad con la que es tratada con frecuencia la figura y misión del sacerdote en muchos medios de comunicación en los que, faltando a la verdad y tan injustamente, se generaliza sobre la inmensa mayoría del clero la sospecha de comportamientos inmorales y delictivos de una minoría infiel de sacerdotes y religiosos. Todos lamentamos con mucho dolor el daño producido, a la vez que nos solidarizamos con las víctimas a quienes hay que acompañar con más caridad y justicia.
La heroica y fiel trayectoria de santidad y entrega a los demás de la inmensa mayoría de los más de cuatrocientos mil sacerdotes de hoy, así como de los que les han precedido, muchos de los cuales están en la gloria de los altares, no puede quedar oscurecida y relegada hoy a las páginas de sucesos por algunos medios, cuando no ridiculizada en series de ficción. No queremos un trato privilegiado o de favor, sino la verdad y la justicia: la de dar a cada uno lo suyo también en la información.
9. Se trata de salvaguardar en todo la dignidad y los derechos del ser humano y la búsqueda del bien común. Para ello el Papa Benedicto XVI nos invita a llevar a cabo en el mundo digital de la comunicación una verdadera diaconía de la cultura: "Sin temores queremos adentrarnos en el mar digital, afrontando la navegación abierta con la misma pasión que desde hace dos mil años gobierna la barca de la Iglesia. Más que por los recursos técnicos, aún necesarios, queremos cualificarnos habitando este universo con un corazón creyente, que contribuya a dar un alma al ininterrumpido flujo comunicativo de la red. Esta es nuestra misión, la misión irrenunciable de la Iglesia: la tarea de cada creyente que trabaja en los medios de comunicación es allanar el camino a nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano y la atención a las personas y a sus verdaderas necesidades espirituales; ofreciendo a los hombres que viven en este tiempo 'digital' los signos necesarios para reconocer al Señor" [04].
Pedimos a los comunicadores cristianos que sigan poniendo "alma" en el mundo de los medios con su vocación y trabajo, realizados con profesionalidad y espíritu de servicio a favor de las personas y de la entera sociedad, a la vez que con coherencia a su identidad cristiana. A ellos va de manera especial nuestra cercanía, agradecimiento y aprecio por la labor que desarrollan junto con sus compañeros de profesión, para quienes también tenemos en esta Jornada un recuerdo agradecido.
Un periodista en los altares: el nuevo beato Manuel Lozano "Lolo"
10. A todos os ponemos bajo la protección y ejemplo del periodista español Manuel Lozano Garrido, primer Premio ¡Bravo! de Prensa en 1971, quien será beatificado, Dios mediante, en la tarde del próximo día 12 de junio en Linares (Jaén), en una solemne celebración religiosa a la que invitamos especialmente a los periodistas españoles.
"Lolo", como era conocido Manuel Lozano, destacó como un gran comunicador cristiano, anunciando a Jesucristo a través de los medios. Su obligada postración por la enfermedad en el lecho del dolor no le impidió realizar este empeño, sino que lo reforzó con la credibilidad que para el anuncio cristiano aporta su vivencia personal de la identificación con Cristo sufriente. A ello unió el nuevo beato una extraordinaria capacidad de vida contemplativa que hacía que en sus escritos periodísticos y libros siempre reflejara no sólo la verdad de los hechos, sino también la verdad del hombre, a imagen de Jesucristo. Se empeñó también en la fundación de iniciativas apostólicas para ayudar, con la oración y el sacrificio, a la evangelización los medios de comunicación y a sus profesionales, a cada uno de los cuales aconsejaba: "Trabaja el pan de la limpia información, con la sal del estilo y la levadura de lo eterno y sírvela troceada por el interés, pero no le usurpes al hombre el gozo de saborear, juzgar y asimilar"[05].
En definitiva, su trayectoria santa ejemplifica el logro de los retos que nos marcamos y por los que oramos en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y en la que invocamos de corazón para todos la ayuda y bendición del Buen Dios.

 

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida y Presidente+ Juan del Río Martín, Arzobispo Castrense de España+ Joan-Enric Vives Sicilia, Arzobispo de Urgell+ Antonio Montero MorenoArzobispo emérito de Mérida-Badajoz+ Ginés García Beltrán, Obispo de Guadix+ Raúl Berzosa Martínez, Obispo auxiliar de Oviedo+ Sebastià Taltavull AngladaObispo auxiliar de Barcelona

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