miércoles, 6 de octubre de 2010

Historia de la festividad litúrgica de Nuestra Señora del Rosario (7 de octubre)

(Desde El Cañamelar, Valencia, José Ángel Crespo Flor)

Si miramos cualquier calendario de octubre veremos que la fiesta que corresponde al día 7 de octubre hacen mención a Nuestra Señora del Rosario. Y como ocurre siempre la elección no se ha hecho porque sí sino que corresponde a una situación y a un hecho que tuvo lugar hace muchísimo tiempo. Tantos como 440 años pues fue el 7 de octubre de 1571 cuando tuvieron lugar los hechos. 

Es importante pues que no se pierda esta perspectiva del 7 de octubre pues hacerlo sería poco menos que traicionar lo que es todo un hecho histórico. Por ese mismo motivo, para no traicionar la realidad, para mantener siempre vigente el 7 de octubre y para marcar la fecha en la que toda la Iglesia celebra la Fiesta de la Virgen del Rosario, titular entre otros muchos capitales y barrios del Cañamelar (Valencia), la Hermandad del Cristo de los Afligidos, que también está insertada en El Cañamelar, ha pensado -y lo ha hecho bien- clausurar su I Gran Muestra de Cruces y Crucifijos precisamente en esa fecha. Será, si se quiere, una clausura sencilla pero definitiva porque ya no se podrá visitar. Por supuesto que ese día no se quitarán todas las cruces, solo una y es intención de la Hermandad que sea el propio párroco del Rosario, José Polo, quien tenga el privilegio de iniciar esta clausura de la I Gran Muestra de Cruces y Crucifijos con la que la Hermandad ha querido ensalzar la Cruz donde padeció y murió Jesús. Esa cruz que otros la quieren hacer desaparecer, ningunear y hasta ocultar de nuestras vidas.

Pero antes, antes incluso de la Eucaristía vespertina, en la parroquia del Rosario del Cañamelar tendrá lugar el rezo del Santo Rosario como corresponde a un templo en el que la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, es la Titular del templo y la Señora y Patrona del barrio.

LA FECHA DEL 7 DE OCTUBRE

La institución de la fiesta de Nuestra Señora del Santísimo Rosario tuvo lugar en tiempos de Santo Padre Pío V (1566 - 1572).

Durante el transcurso de su pontificado, los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y aparentemente no notaban el peligro inminente. El Papa pidió que se rezara el Santo Rosario y también les solicitó ayuda sin recibir de ellos una respuesta positiva, hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión era certera, cuando los musulmanes en 1570 avanzaron sobre la isla de Chipre, al oriente del Mediterráneo, invadiéndola.

El 7 de octubre de 1571 se produjo el enfrentamiento de las dos flotas, la cristiana y la musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto.

La flota cristiana llamada La Liga Santa, fue formada especialmente para ésta misión y estaba compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Don Juan de Austria. La flota musulmana era un enemigo muy superior en número y buques de guerra. El final de ésta batalla decidiría el destino de la Europa cristiana.

Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con gran devoción y según se dice, durante la fervorosa oración, los vientos que soplaban sobre las aguas cesaron, obligando a las embarcaciones contrarias tener que replegar las velas y avanzar remando. La batalla que se libró en Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos. Liberaron así 12.000 esclavos cristianos que eran forzados en las galeras turcas y dieron fin a la supremacía naval turca en el Mediterráneo.

Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa que recitaba el Rosario en su capilla, tuvo una visión en la que se le anunció la victoria. Entonces decidió salir de su capilla para anunciar que la Santísima Virgen les había concedido la victoria a los cristianos. Semanas mas tarde llegó finalmente el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó el día de la victoria en Lepanto como la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanías de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario.


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