ACI-PRENSA (22 de Julio de 2011)
El Arzobispo Emérito de Santiago de Cuba, Mons. Pedro Meurice Estiú, falleció esta mañana a la edad de 79 años en la ciudad de Miami (Estados Unidos) a causa de un ataque cardiaco. El Prelado se gano el apelativo de "León de Oriente" por sus valientes críticas al gobierno castrista durante la visita del Beato Juan Pablo II a Cuba en enero de 1998.
Radio Martí dio a conocer esta noticia recogida por Cubaencuentro.com, sobre el tránsito de quien pronunció uno de los discursos más críticos al régimen de Fidel Castro el 24 de enero de 1998, cuando Juan Pablo II visitó la isla y pidió que "Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba".
Mons. Meurice, que fue despedido hoy por un repique de campanas en todas las parroquias de Santiago de Cuba, dijo ante miles de fieles presentes en la Misa de 1998: "Santo Padre: Cuba es un pueblo que tiene una entrañable vocación a la solidaridad, pero a lo largo de su historia, ha visto desarticulado o encallados los espacios de asociación y participación de la sociedad civil, de modo que le presento el alma de una nación que anhela reconstruir la fraternidad a base de libertad y solidaridad".
"Deseo presentar en esta Eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no encuentran sentido a sus vidas, que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del paternalismo".
Mons. Meurice se refirió además en aquel discurso a "un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología".
"Son cubanos que, al rechazar todo de una vez sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo".
Tras señalar que la Iglesia en Cuba vivió una importante época en la década del 50. Sin embargo, "fruto de la confrontación ideológica con el marxismo-leninismo, estatalmente inducido, volvió a ser empobrecida de medios y agentes de pastoral pero no de mociones del Espíritu, como fue el Encuentro Nacional Eclesial Cubano".
"Hay otra realidad que debo presentarle: la nación vive aquí y vive en la diáspora. El cubano sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá fuera. Somos un único pueblo que, navegando a trancos sobre todos los mares, seguimos buscando la unidad que no será nunca fruto de la uniformidad sino de un alma común y compartida a partir de la diversidad".
Mons. Pedro Meurice Estíu nació en Santiago de Cuba en 1932. Fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1955. Estudio en España y Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma (Italia).
Fue designado Obispo Auxiliar de Santiago de Cuba el 1 de julio de 1967 y recibió la ordenación episcopal el 30 de agosto de ese mismo año. El 4 de julio de 1970 fue promovido a Arzobispo titular de Santiago de Cuba. Estuvo al frente de la diócesis primada de Cuba durante 41 años.
"Llegará el día en que tanto dolor y tanto sufrimiento, tanto trabajo, tanto sudor, no serán en vano, darán su fruto y fruto abundante. Y todos podremos gozar de alegría, de paz, de unidad", dijo Mons. Meurice en su homilía de despedida en la Catedral de Santiago de Cuba.
Radio Martí dio a conocer esta noticia recogida por Cubaencuentro.com, sobre el tránsito de quien pronunció uno de los discursos más críticos al régimen de Fidel Castro el 24 de enero de 1998, cuando Juan Pablo II visitó la isla y pidió que "Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba".
Mons. Meurice, que fue despedido hoy por un repique de campanas en todas las parroquias de Santiago de Cuba, dijo ante miles de fieles presentes en la Misa de 1998: "Santo Padre: Cuba es un pueblo que tiene una entrañable vocación a la solidaridad, pero a lo largo de su historia, ha visto desarticulado o encallados los espacios de asociación y participación de la sociedad civil, de modo que le presento el alma de una nación que anhela reconstruir la fraternidad a base de libertad y solidaridad".
"Deseo presentar en esta Eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no encuentran sentido a sus vidas, que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del paternalismo".
Mons. Meurice se refirió además en aquel discurso a "un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología".
"Son cubanos que, al rechazar todo de una vez sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo".
Tras señalar que la Iglesia en Cuba vivió una importante época en la década del 50. Sin embargo, "fruto de la confrontación ideológica con el marxismo-leninismo, estatalmente inducido, volvió a ser empobrecida de medios y agentes de pastoral pero no de mociones del Espíritu, como fue el Encuentro Nacional Eclesial Cubano".
"Hay otra realidad que debo presentarle: la nación vive aquí y vive en la diáspora. El cubano sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá fuera. Somos un único pueblo que, navegando a trancos sobre todos los mares, seguimos buscando la unidad que no será nunca fruto de la uniformidad sino de un alma común y compartida a partir de la diversidad".
Mons. Pedro Meurice Estíu nació en Santiago de Cuba en 1932. Fue ordenado sacerdote el 26 de junio de 1955. Estudio en España y Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma (Italia).
Fue designado Obispo Auxiliar de Santiago de Cuba el 1 de julio de 1967 y recibió la ordenación episcopal el 30 de agosto de ese mismo año. El 4 de julio de 1970 fue promovido a Arzobispo titular de Santiago de Cuba. Estuvo al frente de la diócesis primada de Cuba durante 41 años.
"Llegará el día en que tanto dolor y tanto sufrimiento, tanto trabajo, tanto sudor, no serán en vano, darán su fruto y fruto abundante. Y todos podremos gozar de alegría, de paz, de unidad", dijo Mons. Meurice en su homilía de despedida en la Catedral de Santiago de Cuba.
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