Un texto de ... Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia
Cuando recibáis esta carta, estaremos celebrando la fiesta de Todos los Santos, habrá sido clausurado ya el Sínodo sobre la “nueva evangelización” y estaremos en esas fechas celebrando el Congreso de Pastoral Juvenil que organiza la Conferencia Episcopal Española en nuestra Archidiócesis de Valencia. Todos estos acontecimientos me han hecho recordar unas palabras del Beato Juan Pablo II que, con motivo del comienzo del tercer milenio, nos dirigió a todos los cristianos: “No dudo en decir que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad”. La fiesta de Todos los Santos nos lo recuerda, como nos decía San Irineo de Lyon en la mitad del siglo II: “Dios se ha hecho hombre para que el hombre se hiciese Dios”. Es esto lo que han instaurado los Santos en sus vidas cuando reciben la vida de Cristo: expresan la verdad de lo que nos da el Bautismo, que es la entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación del Espíritu. Por otra parte, el Sínodo sobre la “nueva evangelización” nos está llamando a vivir siendo santos. Solamente con nuevo ardor, método y expresión seremos creíbles y evangelizaremos. Y esto lo tendremos si somos santos. También el Congreso de Pastoral Juvenil nos interpelará sobre cómo llevar a los jóvenes a ser santos. En definitiva, todos estos acontecimientos quieren llevarnos a descubrir lo que la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II nos decía en aquel capítulo V, verdadero programa que quiere entrar en lo que debe ser el manantial del que bebamos, la “vocación universal a la santidad en la Iglesia”.
Todos los Santos nos interpelan y nos hacen esta pregunta: ¿podéis contentaros con vivir una vida mediocre después de haber recibido la vida de Jesucristo por el Bautismo? Ciertamente que no. A lo que se nos invita es a ponernos en el camino del Sermón de la Montaña: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. (Mt 5, 48). Ese camino es el que nos regala Jesucristo cuando nos da su Vida por el Bautismo, cuando nos injerta en Él. La Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II nos dice: “Todos en la Iglesia, ya pertenezcan a la jerarquía, ya sean apacentados por ella, son llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación (1 Tes 4, 3; Ef 1, 4)” (LG 39).
“Los seguidores de Cristo, llamados y justificados por Dios en el Señor Jesús no por sus propios méritos sino por su designio y gracia de Él, han sido hechos verdaderamente hijos de Dios y partícipes de la naturaleza divina por el Bautismo de la fe y, por tanto, santos en realidad. Conviene, por consiguiente, que esa santidad que recibieron la conserven y perfeccionen en su vida con la ayuda de Dios” (LG 40). ¡Qué fuerza tienen para todos nosotros estas palabras! Todos los cristianos, en cualquier condición en la que vivamos, estamos llamados a vivir la santidad, es decir, la plenitud de la vida cristiana y llegar a la perfección de la caridad. ¿No recordáis la pregunta que le hizo el sacerdote a nuestros padres el día que nos llevaron a bautizar? ¿No habéis visto cómo, cuando va a recibir el Bautismo un adulto, se le pregunta, precisamente, “quieres recibir el Bautismo”? En ambos casos, ya sea niño o adulto y ya respondan los padres por él o sea él mismo quien responda, la respuesta es proclamar: quiero el Bautismo. Con ello, lo que se quiere decir y se afirma por parte de los padres es: “quiero que mi hijo sea santo”. Y, en el caso de un adulto, lo que anuncia es: “quiero ser santo”.
En esta “nueva evangelización” que tenemos que hacer nos planteamos la misma pregunta que el Beato Juan Pablo II: “¿Cómo callar ante la indiferencia religiosa que lleva a muchos hombres de hoy a vivir como si Dios no existiera o a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse con el problema de la verdad y con el deber de la coherencia?” (Tertio Millennio Adveniente, n. 36). No hay otra solución más que la que nos decía el propio Beato Juan Pablo II: la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad. Muchos se han preguntado: ¿es que se puede programar la santidad? Ciertamente que no. Pero sí podemos situar el camino pastoral bajo el signo de la santidad. ¿Cómo? Expresando con convicción firme que el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu. Viviremos, construiremos la historia y todas las relaciones entre los hombres de una manera muy diferente con la vida de Cristo en nosotros y con la fuerza del Espíritu en nuestras vidas.
Este momento de la historia de la humanidad necesita de la presencia de santos. La fiesta de Todos los Santos nos anima y nos alienta a vivir siendo santos. El santo es el que muestra con su vida, con el sí coherente que ha dado a Jesucristo, la omnipotente presencia del Redentor mediante frutos de fe, esperanza y caridad. ¡Atrevámonos a ser santos! ¡Atrévete a ser santo! Frente a la indiferencia, está el sí a Cristo de tantos hombres y mujeres de todas las edades y condiciones. ¿Cuál es la grandeza que entrega Jesucristo a nuestras vidas? La seguridad de que, mediante Él, llega la salvación al hombre; la certeza de que Él da al hombre luz y fuerza por su Espíritu para que pueda responder a su máxima vocación, de que Él es el centro y el fin de toda la historia humana.
El santo es quien ha descubierto el Bautismo como el verdadero fundamento de la existencia cristiana, queda transformado por la vida nueva que le ha dado. Por el Bautismo estamos llamados a seguir a Jesucristo, a ser otro Cristo en la vida que hagamos. Gracias a la fe viva, el cristiano acepta a Cristo de manera consciente y personal para que influya en todos sus intereses y vivencias. ¡Qué fuerza tiene el comprobar que nuestro sí es algo vital, que cambia nuestra vida, que nos hace ser distintos por ser verdaderamente humanos, con el humanismo verdadero que es el de Cristo, y que esto es para siempre! Por tanto, no es un sí ocasional, mercantilista o sentimental. Hemos sido incorporados a Cristo, vivimos en, con y para Cristo, tenemos los mismos sentimientos de Cristo, no nos regimos por un código, sino por una persona que me amó y se entregó por mí.
El santo es el que se ha dado cuenta de que, si amar y ser amado da sentido a cualquier vida, precisamente el amor cristiano, la caridad fraterna, es el valor máximo del vivir en Cristo. Y ello por la unión que tiene con el amor a Dios y por ser el distintivo del mensaje de Jesucristo, que nos dice que está mutilado el amor a Dios cuando no está acompañado del amor al hermano. ¡Qué fuerza tiene el amor de Dios para cambiar todo! La caridad es don de Dios y es participación del amor de Dios; es energía divina como presencia de la acción de Dios; es una petición realizada por Dios mismo al hombre, cuando le dijo “amarás al Señor tu Dios… y al prójimo como a ti mismo”; es la donación total de Dios que está pidiendo el “sí” total al hombre; nos pide la entrega a los hermanos, pues se trata de amar con obras y de dar la vida. ¡Atrévete a ser santo! ¡Atrévete a dejar que Dios entre en tu vida! ¡Atrévete a dar razón del Bautismo que un día recibiste!
sábado, 3 de noviembre de 2012
viernes, 2 de noviembre de 2012
PORTA FIDEI
LETRA DE LA CANCION 'PORTA FIDEI' que se cantó ayer en la Basilica de la Virgen de los Desamparados durante la vigilia con los jóvenes que presidió, como siempre, el arzobispo mons. Carlos Osoro
PORTA FIDEI, PORTA FIDEI CHRISTUS EST.
PORTA FIDEI
PORTA FIDEI, CHRISTUS EST.
Comprendéis lo que he hecho con vosotros,
haced vosotros lo mismo.
Os doy un mandamiento nuevo
que os améis los unos a los otros como yo os he
amado.
La paz os dejo mi paz os doy
no sed turbe vuestro corazón ni se acobarde
Si permanece en mi y mis palabras en
vosotros
pedid lo que deseáis y se realizará.
Nadie tiene amor más grande,
que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos.
“PARA TI LA VIDA ES CRISTO”: EL PRIMER ANUNCIO (Ponencia del Sr. Arzobispo, en el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil)
Por Carlos Osoro (Arzobispo de Valencia)
*INTRODUCCIÓN:
ACLARACIONES PREVIAS PARA ENMARCAR LA PONENCIA
¿Qué es lo que hay que entender cuando se habla del “primer anuncio”?:
Antes de hacer una propuesta clara de lo que creo que debe ser el “primer anuncio”, me parece necesario realizar algunas aclaraciones que den marco a la ponencia o reflexión que voy a entregaros.
Ya desde el inicio de esta reflexión, quiero decir que nuestras comunidades cristianas necesitan incorporar en su vida el primer anuncio. La “nueva evangelización” lo está pidiendo. Aquella definición que hizo el Beato Juan Pablo II sobre la “nueva evangelización”, con aquellos tres elementos que la distinguen: nueva en ardor, nueva en método y nueva en expresión, nos estaba hablando ya de la incorporación del primer anuncio.
Estoy convencido de que el cansancio o la rutina de nuestras comunidades cristianas y de cada uno de nosotros, en la que a veces nos sentimos y que ciertamente nos paralizan y que es lo que las lleva a vivir como si aquí no se pudiera hacer nada, se desvanecerán si recuperamos el vigor que mana de la vida de los creyentes cuando asumen como misión de sus vidas “el primer anuncio”.
¿Qué queremos decir cuando empleamos este término primer anuncio? Entregar el anuncio explícito de Jesucristo a los hombres, es decir, el anuncio del nombre de Jesús, Hijo de Dios, y de la acción salvadora que Dios realiza por medio de su Pascua. En el primer anuncio de lo que trata es de proclamar y proponer el mensaje nuclear del Evangelio (kerigma) a quienes no conocen a Jesucristo, también a quienes un día lo conocieron pero se alejaron de Él, o a quienes creyendo que lo conocen viven la vida cristiana de una manera rutinaria y sin fuerza de interpelación para los hombres que les rodean. Se trata, en definitiva, al hacer el “primer anuncio”, de suscitar un interés tan especial y singular por Jesucristo que les pueda llevar a una adhesión viva a Él, adhesión que les haga descubrir el verdadero sentido de su vida o los remueva y les haga ver que tienen que vivir de Aquél (Piedra angular 1a Pedro 2,4-8; Efesios 2,20) en donde no peligra que vengan “vientos o tempestades” ya que la casa, nuestra vida, está construida sobre “Roca firme”.
¿Cómo podemos ser hoy los cristianos “luz” e “interpelación”? ¿Cómo llevar esa luz que es Jesucristo, para que ilumine el misterio que envuelve la vida humana y nos lleve a dejarnos envolver por el Misterio de Dios? ¿Cómo ser interpelación hoy para todos los hombres que nos encontremos en el camino, para que asumamos la responsabilidad que tenemos todos los hombres, de tomar la decisión de adherirnos a Aquél que ha salido a nuestro camino para salvarnos? ¿Cómo seguir sanando en la raíz y entregando de primera mano a los hombres, a quien es la salud y la sanación, es decir a quien es el Camino, la Verdad y la Vida, Jesucristo? Lo hemos de hacer como lo hicieron los primeros discípulos.
Hay unas características en el Nuevo Testamento muy claras del kerigma o el “primer anuncio” en cuanto a los contenidos y en cuanto a la eficacia. En cuanto a los contenidos, el kerigma o “primer anuncio” tiene este contenido preciso: muerte y resurrección de Jesucristo, donación del Espíritu Santo como acontecimiento salvador que es propuesto a la aceptación del que escucha el anuncio. Y también tiene una eficacia especial el kerigma en la proclamación misma del anuncio, cuando se acompaña del testimonio de vida de quien lo proclama, pues esto lleva una fuerza de impacto en el corazón de quien escucha y lo pone en la alternativa de abrirse o cerrarse al mensaje que se propone. Cuando hay una respuesta positiva, es cuando se da una primera adhesión o conversión a Jesucristo. ¡Qué fuerza tienen aquellas palabras del Papa Benedicto XVI, cuando nos dice: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”!
La Iglesia se edifica mediante la Palabra. La Palabra edifica a cada uno de los miembros y al conjunto de la comunidad. El primer anuncio es una misión y mandato de Jesús a su Iglesia, es un aspecto fundamental de su naturaleza y esencia. La Iglesia es criatura de la Palabra porque nace de esta palabra que también la nutre, la educa y la adorna. Sin anuncio no hay Iglesia, y sin Iglesia no se encarna el anuncio, no se visibiliza. La Iglesia vive de la Palabra de Dios, así como la palabra necesita del pueblo de Dios para que realice aquello para lo que fue pronunciada y enviada (cf. Is 55,11). La Iglesia no sólo vive de la Palabra sino que debe servirla. De modo que la existencia de la Iglesia se cimienta también a partir de este servicio y misión. Más aún, cuando la Iglesia no sirve a la palabra de Dios no responde a su naturaleza. La Iglesia es fruto de la promesa de Palabra de Dios, depende de la palabra pronunciada por Dios. Esta Palabra que da vida a la Iglesia es dada por el Espíritu de Dios y está llena de Él. El Espíritu Santo es la profusión del amor de Dios, la forma como Dios sale de sí creándose un interlocutor (la Iglesia) con el que entra en comunión a través de su Palabra.
La Iglesia tiene la misión y el reto de convertirse en el futuro de la humanidad porque es la sal y la levadura de la tierra. La Iglesia ante este reto debe partir del diálogo íntimo y de la identificación con Cristo para poder salir a anunciar el Evangelio promoviendo vida, sentido y alegría en la sociedad actual. La Iglesia que manifiesta y hace posible en la historia y en la sociedad el mandamiento de Dios, el precepto del amor, promueve a través de su anuncio la realización plena del proyecto existencial del hombre llamado a la comunión con Dios (filiación) y con los hombres (fraternidad). Ella es la comunidad que hace presente en la historia la llegada del Reino de Dios, cuyo valor supremo es la caridad que garantiza la dignidad y la promoción del hombre integral y de su mundo.
1. PRIMER ANUNCIO Y CATEQUESIS, SUS DIFERENCIAS: AMBAS NECESARIAS EN LA ACCIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA
1.1. Del nacimiento a la fe al crecimiento de la fe: dos metodologías necesarias en la acción evangelizadora de la Iglesia:
La metodología del crecimiento de la fe es la “catequesis” y ésta siempre ha estado presente en la vida de la Iglesia en todos los lugares de la tierra en los que se hace presente en su misión evangelizadora. La metodología del nacimiento es el “primer anuncio” y a veces en lugares de tradición cristiana fue sustituida en la manera singular de hacerse desde el nacimiento de la Iglesia por otras estructuras que ayudaban a nacer a la fe. Hoy es necesario que las dos metodologías, en su modo de hacerse desde los inicios de la misión de la Iglesia, se hagan presentes en la misión evangelizadora.
No es una alternativa la que presento entre las metodologías del crecimiento de la fe y las del primer anuncio. Son necesarias para la evangelización las dos. Pero sí hemos de decir que en el mundo y en la cultura que estamos no bastan solamente las del crecimiento que son las que normalmente hemos desarrollado en nuestra acción pastoral, ya que las del nacimiento a la fe nos venía dada por la familia, la escuela y la cultura. Hoy es urgente y es necesario incorporar de una manera nueva o con la originalidad del primer momento del anuncio que inició la vida de la Iglesia, las del nacimiento a la fe en la evangelización. Basta que recordemos la descripción que el Concilio Vaticano II nos hacía de nuestro mundo hace cincuenta años:
“El cambio de mentalidad y de estructuras somete con frecuencia a discusión las ideas recibidas. Esto se nota particularmente entre jóvenes, cuya impaciencia e incluso a veces angustia, les lleva a rebelarse. Conscientes de su propia función en la vida social, desean participar rápidamente en ella. Por lo cual no rara vez los padres y los educadores experimentan dificultades cada día mayores en el cumplimiento de sus tareas. Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahí una grave perturbación en el comportamiento y aun en las mismas normas reguladoras de éste. Las nuevas condiciones ejercen influjo también sobre la vida religiosa. Por una parte, el espíritu crítico más agudizado la purifica de un concepto mágico del mundo y de residuos supersticiosos y exige cada vez más una adhesión verdaderamente personal y operante a la fe, lo cual hace que muchos alcancen un sentido más vivo de lo divino. Por otra parte, muchedumbres cada vez más numerosas se alejan prácticamente de la religión.
La negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy día, en efecto, se presenta no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo. En muchas regiones esa negación se encuentra expresada no sólo en niveles filosóficos, sino que inspira ampliamente la literatura, el arte, la interpretación de las ciencias humanas y de la historia y la misma legislación civil. Es lo que explica la perturbación de muchos”.
Aunque voy a hablar del primer anuncio, ello no quiere decir que no tengamos que tener en cuenta los diversos elementos que deben integrar todo el complejo proceso que llamamos evangelización. Mi propuesta es el primer anuncio, que sabemos que en éste el principal protagonista es el Espíritu Santo y la necesidad de recuperarlo en la vida de la Iglesia, también en los países de antigua tradición cristiana. Por otra parte, poner hoy el acento en la evangelización explícita es acoger lo que el Concilio Vaticano II nos propone. Hoy resuenan de una manera urgente en nuestra vida aquellas palabras del Señor: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. Abordar el primer anuncio no quiere plantear un cristianismo individualista o de corte intersubjetivo, es una parte de un todo que en el proceso de evangelización se tiene que abordar.
1.2. Diferencias fundamentales entre el primer anuncio y la catequesis:
Me gustaría expresar cómo el “primer anuncio” está determinado por su objetivo, que es suscitar e incentivar el interés por Jesucristo y generar un movimiento en la persona hacia la fe inicial. Es el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) quien marca la meta a la que debe dirigirse el primer anuncio y que después tendrá que ser consolidado por el pre-catecumenado.
Nos dice el RICA: “De la evangelización (primer anuncio/pre-catecumenado), llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con la que cada uno se siente arrancado del pecado e inclinado al misterio del amor divino”. Y además nos regala la clave en la que el primer anuncio debe suscitar en los no creyentes la “simpatía” por el Evangelio”, debe suscitar “alguna inclinación a la fe cristiana” y seguirla. ¡Qué fuerza tiene para todos nosotros el primer anuncio! Con él, la Iglesia trata de despertar al ser humano y de hacerle poner interés por Jesucristo.
Después, en la pre-catequesis o pre-catecumenado, se acoge esa inquietud y se ayuda a quien simpatiza para que tome una decisión seria por la fe y entre en un proceso progresivo de conversión en el seno de la comunidad cristiana. El primer anuncio es informal y puntual. La pre-catequesis está estructurada.
Voy a intentar describir las diferencias entre el “primer anuncio” y la “catequesis”, desde un marco en el que se vean las diferencias y al mismo tiempo la necesidad y complementariedad de ambos. Es muy importante caer en la cuenta de la diferencia:
1. El nombre del “primer anuncio” y la “catequesis” ya nos marcan la diferencia. El “primer anuncio” se le llama “kerigma” que quiere decir “pregón” o “anuncio” “predicación”, “proclamación”..., y es sinónimo de “Evangelio” o “Buena Noticia”, en el sentido de que el “kerigma” es el contenido de la “Buena Noticia”. La “catequesis” se la llama “katecho” que quiere decir guardar o retener y que es sinónimo de “didaché” o “enseñanza”.
2. Los destinatarios son diferentes: en el “primer anuncio” son quienes no conocen a Jesucristo o quienes se alejaron de Él o quienes viven una fe sin fuerza o simplemente para cumplir. Sin embargo los destinatarios de la “catequesis” son quienes ya conocen a Jesucristo y han optado por Él.
3. El objetivo es bien claro y preciso en uno y otro caso, el nacimiento de la fe y el de la conversión inicial a Jesucristo (primer anuncio); y el crecimiento de la fe y de la comunión con Jesucristo (catequesis).
4. Los contenidos en el “primer anuncio” son claros, vienen descritos en el libro de Hechos de los Apóstoles 2, 32-33. 36: “A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís (...) Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado” .También se puede ver Apocalipsis 3, 20. El método es la comunicación verbal del mensaje en clave de diálogo (Rm 10, 17). Por su parte, en la “catequesis” el contenido es la revelación de Dios transmitida en la Escritura y en la Tradición a través de la Iglesia (Biblia, Catecismo...) y el método es la exposición sistemática, progresiva y didáctica de todo el contenido de la fe, es decir lo que hay que creer, lo que hay que celebrar, lo que hay que orar y lo que hay que vivir. El “primer anuncio” lo tiene que hacer todo bautizado. La “catequesis” lo debe hacer un catequista preparado. Los lugares propios para realizarlo, en el primer caso, es en todo lugar y en el segundo, en un lugar propio de reunión.
2. NECESIDAD Y URGENCIA DEL PRIMER ANUNCIO EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
2.1. Los jóvenes están en una situación que el Papa Benedicto XVI ha llamado de
“gran emergencia educativa”:
Estamos acostumbrándonos a oír hablar de emergencias muy diversas en la situación actual, pero el Papa Benedicto XVI, está insistiendo en una que es fundamental y que él la califica de “gran emergencia” y se refiere a la educación. Y es que de entre todas las emergencias de las que se viene hablando en este tiempo, la más preocupante de todas es la que el Santo Padre califica de “gran emergencia educativa”. Es cierto que en esto coinciden numerosas personas de todos los ámbitos y procedencias, ya sea en el campo cultural o en el político e ideológico.
Todos sabemos que es en el campo de la educación donde mejor y mayormente se reflejan los problemas más profundos de cada época. Sin embargo, hay algunas connotaciones que hacen diferente la novedad de esta crisis o “gran emergencia educativa”. En un mundo sobresaturado de informaciones, ¡qué importante es enseñar a vivir en este mundo como persona! La novedad de la situación actual proviene de que no sabemos qué finalidades debe cumplir y hacia dónde debe orientar sus acciones, no hay norte, ni sur, ni este, ni oeste. Las finalidades están oscuras y las ideas muy débiles y raquíticas.
¿Qué podemos hacer cuando hay una confianza ingenua en un desarrollo espontáneo de la persona; cuando hay una disminución de la autoridad educativa; cuando se da un ambiente de dispersión y facilidad en el estilo de vida; cuando se manifiesta un desprestigio de los medios didácticos tradicionales y se hace sólo una opción por los métodos activos y globales; cuando se dan unas disfunciones en el sistema educativo que tienen su manifestación en la indisciplina, el desorden, la violencia en el mismo aula; cuando hay desmotivación, politización de la educación? Ciertamente todo ello trae desconcierto a nivel teórico y práctico. Y lo más perjudicados son los alumnos. Cuando faltan los criterios que hay que enseñar, transmitir y corregir, se crea una desorientación generalizada. Esas palabras que tanto bien han dado a la persona en su realización como son constancia, esfuerzo, sacrificio, responsabilidad, autoridad, parece que han desaparecido. ¿Hemos abdicado de la tarea educativa? Urge repensar en profundidad y analizar por una parte las manifestaciones de la crisis, como también dónde hunde sus raíces y dónde se encuentran las dificultades que están surgiendo. Esta la tarea a la que el Papa Benedicto XVI nos está invitando cuando nos habla de la “gran emergencia educativa”, tarea en la que de fondo está también el “primer anuncio”. Pues el desconocimiento y el ocultamiento de Dios esta en la raíz de esta “gran emergencia”. Hay situaciones que el Santo Padre nos ha descrito de una manera muy clara en las diversas y numerosas intervenciones que sobre este tema ha tenido: fracasos, comportamientos de violencia y criminalidad, ruptura de generaciones, renuncia de los padres y educadores a la misión educativa, respiración y atmósfera en la que se duda del valor de la persona, del significado del bien y de la verdad, la no entrega de certezas y convicciones. En el fondo, lo que realmente se está poniendo en juego es la concepción de hombre, la antropología y ética (moral) que subyace en estos comportamientos.
Todas las situaciones, a las que apunta el Santo Padre sobre la “gran emergencia educativa, tienen unas raíces antropológicas y culturales muy profundas.
Es necesario recordar aquí, lo que el papa Benedicto XVI nos decía en la última encíclica social, cuando nos hablaba de dónde estaba la clave para salir de la “gran emergencia” o de la crisis que él apuntaba que fundamentalmente era ética y moral: la clave no está en la técnica, sino “en una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la persona considerada en la globalidad de su ser”.
¿No está aquí la urgencia y la necesidad que tiene el ser humano de una formación integral, de una formación humanista? En esta “gran emergencia” hay que situar un aspecto muy importante y preciso, “la emergencia educativa asume un aspecto muy preciso: el de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones”.
¿A qué se refiere con esta expresión el Santo Padre? Muy en concreto a la dificultad que plantea la cultura actual, que pretende poner a Dios entre paréntesis o mejor ocultarlo, desalentando opciones de compromiso y definitivas y proponiendo satisfacciones inmediatas. El Papa Benedicto XVI, nos ha hablado de que la crisis actual hunde sus raíces en la “crisis de fe”, de ahí la invitación que nos hace permanentemente al “primer anuncio”, a la evangelización, anunciar en todas las ocasiones y circunstancias, de todas las maneras a Jesucristo, muy especialmente valorando la aportación desde el campo de la educación a la evangelización, debemos de tener claro que sin educación no hay evangelización duradera y profunda, no hay desarrollo en el crecimiento y maduración, no hay cambio de mentalidad y de cultura. El Papa insiste que hay “un clima generalizado, una mentalidad y una forma de cultura que llevan a dudar del valor de la persona humana, del significado mismo de la verdad y del bien;; en definitiva de la bondad de la vida”.
Estas dificultades, y otras muchas, hacen más urgente “el primer anuncio”. Y en este nos tenemos que implicar todos los bautizados, a todos se nos ha dicho “id y anunciad”. Este “primer anuncio” tiene unas dificultades reales para poder hacerlo con los jóvenes. El Papa nos decía que es “cada vez más difícil proponer de manera convincente a las nuevas generaciones certezas sólidas y criterios sobre los que construir su vida”.
Pero éstas, no son insuperables, es cierto que tenemos que suscitar pasión por anunciar el Evangelio. La encíclica Spe salvi nos habla de cómo la esperanza se ve acechada y en nosotros existe el riesgo de convertirnos en hombres y mujeres “sin esperanza y sin Dios en este mundo”.
Y esto produce una incapacidad para resultar creíbles y una crisis de confianza en la vida. Resulta imposible hacer el anuncio de Jesucristo y crear simpatía por Él, cuando no está claro el modelo de hombre, de experiencia humana, de calidad de vida, por lo que vale la pena hacer un compromiso.
¿Cómo hacer posible una propuesta radical de vida, como es dándole noticia de Jesucristo, a un joven que crece sin haberle entregado miradas certeras de la realidad, que ofrezcan significado y sentido, a quienes nuestra atmósfera cultural los hace en muchas ocasiones inconstantes y escépticos, que pasan de todo, donde lo que más abunda es la tendencia al “colegueo”, al igualitarismo, al todo vale, al permisivismo, al consumismo, al dejarse llevar...? ¿Quiénes tiene que hacer esto? ¿Cómo hacer posible que quienes se acerquen a los jóvenes dejen de vivir en lo que yo llamo “juvenilismo”, es decir, acercarse a los jóvenes si es adulto, no queriendo ser adulto y si es joven abdicando de su misión que es llegar a lo profundo de su vida y sepan darle a quien es capaz de cambiar todos sus horizontes y encontrar la felicidad que todo ser humano consciente o inconscientemente añora en su corazón? No hay otra forma más que hacer la opción por vivir la radicalidad del Bautismo y entregar la novedad que tenemos, de tal manera que experimentemos la necesidad de realizar una tarea urgente como es “es formar a las nuevas generaciones para que sepan entrar en relación con el mundo, apoyadas en una memoria significativa que no es solo ocasional, sino que se incrementa en el lenguaje de Dios que encontramos en la naturaleza y en la Revelación, con un patrimonio interior compartido, con la verdadera sabiduría que, a la vez que reconoce el fin trascendente de la vida, orienta el pensamiento, los afectos y el juicio”.
Es cierto que esto no es fácil realizarlo en una cultura “caracterizada por el relativismo, el consumismo y una falsa y destructiva exaltación o, mejor, profanación del cuerpo y de la sexualidad". Pero creemos y estamos seguros que la fuerza de Dios es más grande que la de los hombres.
¿Dónde se encuentran las raíces de tal “gran emergencia educativa”? Es imposible educar si falta un modelo de hombre. La “gran emergencia” de la que habla el Papa Benedicto XVI, es la expresión y manifestación de un problema más profundo, como es la crisis antropológica en la que estamos. El Papa insta a ir a las raíces, por eso nos dice: “es necesario llegar a las raíces profundas de tal emergencia para encontrar también las respuestas adecuadas a este desafío”.
Voy a intentar enumerar estas raíces, ya que en ellas se encuentra el quebrantamiento de la persona, ello nos da datos suficientes para descubrir la gran oportunidad que nos regala el Señor de anunciarle a Él y de proponer el modelo de persona que nos entrega y regala a los jóvenes:
1. El relativismo: nos dice el Papa Benedicto XVI: “En una sociedad y en una cultura que con demasiada frecuencia tiene el relativismo como su propio credo y en la que el relativismo se ha convertido en una especie de dogma, falta la luz de la verdad, más aún, se considera peligroso hablar de verdad, se considera autoritario, y se acaba por dudar de la bondad misma de la vida -¿es un bien ser hombre?, ¿es un bien vivir?- y de la validez de las relaciones y de los compromisos que constituyen la vida”.
En nuestra cultura prevalece la insatisfacción, el vacío de la existencia, se pierde el deseo y la necesidad de creer, amar y esperar. ¿Cómo proponer a los jóvenes algo válido y cierto, algo que sea convincente? Cuándo faltan cimientos ¿cómo ponerlos? “La construcción de la ciudad del ser humano se convierte en un intento lleno de sentido cuando se sabe quién es el ser humano, cuando se conoce la medida de lo humano”18. Está en juego el que la persona llegue a ser lo que en verdad es y se ponen en juego las bases de la convivencia y del futuro de la humanidad.
2. El encapsulamiento de la persona sobre sí misma: el Papa Benedicto XVI nos lo dice, “una raíz esencial consiste, a mi parecer, en un falso concepto de autonomía del hombre”.
Cerrarse en uno mismo y no abrirse a los otros y a Dios es la muerte del ser humano. Nuestra cultura provoca un falso concepto de autonomía, como es el encapsulamiento de la persona, el encerrarse en sí misma. Las tragedias que provoca esta manera de vivir las estamos observando continuamente: los jóvenes así quedan prisioneros de sus gustos, instintos, sin criterios, sin referencias, sin convicciones, esclavos del consumismo, a merced de los vientos que más fuerte soplen, de las ideas que más fuerzas tengan para dominar y de los gustos y fuerzas que sostengan los medios de comunicación social. ¡Qué tragedia el prescindir de algo que es esencial para el crecimiento y desarrollo de la persona! Como dice el Papa Benedicto XVI, la persona humana no puede prescindir de lo que le es esencial, que llega a ser ella misma a partir del otro: “El yo llega a ser él mismo solo a partir del Tú y del vosotros;; está creado para el diálogo, para la comunión sincrónica y diacrónica, y sólo en el encuentro con el Tú y el nosotros se abre el yo a sí mismo”.
Hay que superar la falsa idea de autonomía del hombre como si fuese un yo completo en sí mismo. Solamente llega a ser yo en el encuentro con el tú, con el Tú de Dios y con el nosotros. Nuestra cultura tiende a cerrar a la persona en sí mismo, dentro de sí misma, a vivir por sí misma. Sin embargo el ser humano queda definido por las relaciones que tiene, constitutivamente es un ser de relaciones y abierto a los demás y a Dios.
3. El ocultamiento de lo que es la naturaleza y la Revelación, instaura la dictadura del relativismo: Hoy se considera la naturaleza como una realidad que es mecánica, que en sí misma no contiene ningún imperativo moral, ninguna orientación de valores y por otra parte, la Revelación se la considera como una fase del desarrollo histórico y cultural que no incluye contenidos orientadores para la vida y la acción de los hombres. ¿Qué sucede cuando estas dos fuentes se ocultan? Silenciadas, todo queda reducido a un conjunto de decisiones culturales, que son ocasionales y arbitrarias, que en modo alguno valen para el presente y mucho menos para el futuro. Este es el caldo de cultivo para que florezca el relativismo, el escepticismo y el nihilismo. No hay verdad, todas las verdades son equivalentes, es decir, todo vale. Esto hiere de muerte a la persona, a la familia, a la escuela, a la cultura y declara que todo está permitido, es decir, produce un clima anémico y permisivista, que asfixia y disuelve el yo. Así la persona queda al pairo de lo que es vano, superficial, relativo, fragmentario, aparente, provisional. ¡Qué resumen más maravilloso hizo el Papa en el discurso de apertura del cónclave de donde saldría elegido Papa: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo, que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus antojos”!
4. La desesperanza que es el corazón del nihilismo: Los valores esenciales quedan aniquilados o perdidos. Y desaparecidos los fines, sobran las respuestas a los por qué del sentido. El Papa Benedicto XVI nos dice que “la esperanza hace que el hombre no se cierre en el nihilismo paralizador y estéril, sino que se abra al compromiso generoso en la sociedad en la que vive, para poder mejorarla”.
Hay que convocar a los jóvenes, hay que inyectarles esperanza. Y ésta, solamente la puede entregar Jesucristo. A los jóvenes hay que llamarlos por su nombre, mostrar interés por ellos, lo necesitan. El método es el mismo de Jesucristo, “sígueme”, “ven y verás”. Esto saca de la mazmorra del nihilismo, da esperanza. Solamente lo puede hacer en verdad Jesucristo. La encíclica Caritas in veritate aporta algo fundamental sobre la centralidad de la persona. Nos dice: “la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica”.
“Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida para la vida social”.
Detrás de todo esto está una cuestión fundamental como es la cuestión antropológica. ¡Qué diferencia más abismal entre entendernos como apertura de yo al tú, al nosotros y al Tú de Dios o entendernos solamente cerrados en nosotros mismos! “Para educar es preciso saber quién es la persona humana”.Anunciar a Jesucristo es un imperativo necesario para promover un nuevo humanismo y dar verdaderos fundamentos a la persona.
Benedicto XVI estima que estamos en un momento de la historia idóneo para proponer a nuestro continente el axioma moral que Pascal ya propuso a sus contemporáneos no creyentes, esto es, vivir y orientar su vida como si Dios existiera (veluti si Deus daretur) porque Dios no limita a nadie su libertad sino que más bien toda la existencia humana encuentra en Él un sentido y un criterio del que tenemos urgente necesidad. Nuestro Papa, por consiguiente, tiene la esperanza de impulsar un giro copernicano al axioma ilustrado (herencia de Hume) que animaba a vivir como si Dios no existiera. Actualmente los cristianos podemos dar esperanza a nuestra sociedad si hacemos memoria de la mirada de amor del Señor al mundo que custodia su verdad plena y que es la garantía última de su dignidad. Nuestro mundo espera de los cristianos que anuncien la dignidad del hombre y el respeto a la vida con su palabra y con su testimonio.
2.2 En la situación cultural que estamos y con los jóvenes que tenemos, hay que buscar la pedagogía mejor para el “primer anuncio”:
Tenemos que buscar una pedagogía que despierte al joven y lo pase de una vida que puede estar aletargada, disminuida, cansada, con dudas, sin haberse planteado los grandes interrogantes que tiene la vida, que tiene un desdibujamiento existencial; a una vida que le abra a la novedad que trae Jesucristo a la misma, a abrir su vida a horizontes nuevos, a sembrar interés en lo más profundo de su corazón por Jesucristo.
Cualquier momento es bueno para compartir la vida con quien aún no ha experimentado la cercanía de Jesucristo y el sentido cristiano de la vida. ¿Quién tiene que hacer esto? Cualquier cristiano, por el hecho de tener la vida de Cristo por el Bautismo. Pero en estos momentos, creo que están llamados muy especialmente los jóvenes. Entregar de primera mano la noticia de Jesucristo a otros jóvenes, hacer el “primer anuncio”, es de todos, hay que realizarlo bajo el signo de la misión, un bautizado representa al Señor, tiene su vida y tiene que estar pronto a anunciar con obras y palabras a Jesucristo. Pero este momento de la historia que vivimos, tiene la Iglesia necesidad de llamar a los jóvenes de una forma especial a realizarlo. Con este deseo comenzó el Beato Juan Pablo II los encuentros mundiales de la juventud, a ellos les propuso que fuesen misioneros de la fe para otros jóvenes. Para ello, quien realiza este primer anuncio, tiene que tomar iniciativas claras y precisas: 1) presencia no vergonzante en medio de la realidad suya, 2) diálogo con otros jóvenes en su realidad concreta, 3) testimonio real de vida y 4) pedir al Señor ayuda para que nos dé la palabra oportuna que lleve la sabiduría, la fuerza y la verdad de Jesucristo.
El Beato Juan Pablo II cuando comenzó a hablar de la “nueva evangelización” nos decía que tenía que ser “nueva en ardor”, “nueva en método” y “nueva en expresión”. La “nueva evangelización” nos está llamando a realizar “el primer anuncio”. Y la novedad del ardor tiene que estar en la fuerza contemplativa de quien anuncia, es decir, mostrar con nuestra vida el testimonio de la realidad de Dios que ha entrado en mi vida, me ha hecho partícipe de su vida y se ha hecho fundamento de salvación, se trata de hacer presente y casi visible al Dios cristiano, se trata de que el cristiano secunde el testimonio que Dios da de sí mismo en su Hijo Jesucristo y que haga ver que la intervención de Dios en la vida es lo que hace distinguir que hablo y vivo de Dios y no de los ídolos. La novedad del método está en que como los santos, nosotros somos método (“método”: camino, vía) para encontrase otros con Jesucristo; con nuestra vida mostremos el poder humanizador que tiene el mensaje cristiano cuando se convierte en testimonio y anuncio. La novedad de la expresión viene subrayando con nuestra vida el carácter histórico del acontecimiento cristiano en Jesucristo, poniendo en valor la condición mistérica de la fe y apoyándonos en la acción que el Espíritu Santo mismo hace en el corazón del hombre; haciendo ver con nuestra vida que el verdadero conocimiento de Dios y el acceso a su salvación solamente acontece en la relación con Él.
Este “nuevo ardor, “nuevo método” y “nueva expresión”, lo está pidiendo la misma situación que vivimos y que el Beato Juan Pablo II tan bien describía:
“Muchos europeos contemporáneos creen saber qué es el cristianismo, pero realmente no lo conocen. Con frecuencia ignoran ya hasta los elementos y las nociones fundamentales de la fe. Muchos bautizados viven como si Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas de culto, pero no se corresponden con una acogida real del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús. En muchos, un sentimiento vago y poco comprometido ha suplantado a las grandes certezas de la fe; se difunden diversas formas de agnosticismo y ateísmo práctico que contribuyen a agravar la disociación entre fe y vida; algunos se han dejado contagiar por el espíritu de un humanismo inmanentista que ha debilitado su fe, llevándoles frecuentemente, por desgracia, a abandonarla completamente; se observa una especie de interpretación secularista de la fe cristiana que la socava, relacionada también con una crisis de la conciencia y la práctica de la moral cristiana”.
Hoy se necesitan testigos y mistagogos, es decir, hombres y mujeres que dan testimonio de Cristo por la fe en Él y que saben conducir sus vidas por el itinerario de conversión que por una parte nos abre a la acción del Espíritu Santo y por otra es capaz de reconocer la presencia salvadora de Jesucristo en la propia vida. Y con todo esto se siente capaz de conducir a otros a vivir esta misma realidad. Nuestro mundo, nos recuerda nuestro Papa, necesita de testigos de Cristo con la razón y con el corazón. Necesitamos de hombres y mujeres que a través de una fe iluminada y vivida hagan a Dios creíble en este mundo. Tenemos necesidad de hombres y mujeres cuyo intelecto esté iluminado por la luz de Dios y cuyos corazones estén abiertos a Dios, de modo que su intelecto pueda hablar al intelecto de los otros y pueda abrir el corazón de los demás. Hombres y mujeres que teniendo la mirada puesta en Dios aprendan de Él la verdadera humanidad. Sólo a través de hombres y mujeres tocados por Dios, Dios puede acercarse a los hombres.
Quien recibe este “primer anuncio”, ¿qué es lo que pide? Lo mismo que los primeros cristianos: ¿qué tengo que hacer? Y nuestra respuesta tiene que ser la misma de siempre: conviértete y cree, que se manifiesta en dos signos: la adoración en la que reconocemos a Dios como el origen y meta de la vida que se me ha revelado en Jesucristo y el cambio de vida (“metanoia”: conversión), pues descubrimos que no estamos en sintonía con Jesucristo.
3. EN LAS ENTRAÑAS DEL “PRIMER ANUNCIO” O CÓMO DECIR A LOS JÓVENES “VEN Y SÍGUEME”
3.1. ¿Cómo hizo el “primer anuncio” Nuestro Señor Jesucristo a un joven?:
Hay una manera singular en la que se concentra el contenido fundamental de “el primer anuncio” de Nuestro Señor Jesucristo, me refiero a aquella expresión que aparece en el Evangelio de San Marcos decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios.
Convertíos y creed en el Evangelio”. ¡Qué fórmula más expresiva y sintética para decirnos el contenido fundamental del “primer anuncio”! Con cuatro expresiones nos dice todo el contenido: 1) “se ha cumplido el tiempo”, es decir, ha llegado la hora, ha llegado el momento en el que se ha hecho presente la gracia de Dios por medio de la persona de Jesús;; 2) “está cerca el Reino de Dios”, es decir, anuncia el Reino de Dios, anuncia que el contenido fundamental de su predicación y de su vida va a ser hacer presente la misericordia y el amor de Dios en medio de nuestro mundo, Dios ha comenzado a ejercer su soberanía en los gestos y en las palabras de Jesús; 3) “convertíos”, es decir, hay que hacer un cambio de vida, hay que orientar la vida hacia Dios, volver a la verdadera dirección que tiene que tener nuestra vida;; 4) “creed en el Evangelio”, es decir, la conversión lleva necesariamente a la fe, hay que reconocer la verdad que se ofrece en el Evangelio que es la propia persona de Jesús. Inmediatamente, después de hacer este primer anuncio, llama al seguimiento.
Pero me quiero detener y hacer una referencia explícita a cómo hizo este anuncio ante una persona concreta, que era un joven, ya que nos puede orientar en aspectos esenciales para nosotros hacer el “primer anuncio”. Así habló e hizo Jesús un “primer anuncio” a un joven:
“Se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para
obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico”.
¡Qué fuerza tiene este coloquio del joven con Jesucristo! Tiene como cuatro partes muy diferentes el coloquio:
1) El testimonio provoca el acercamiento. El joven algo ha visto en Jesucristo que se acerca a Él. Tiene interés por su persona. Jesucristo crea en el corazón de aquél joven una simpatía. Por eso se atreve a acercarse a Jesús para hacerle la pregunta que en el fondo del corazón todo ser humano tiene y más un joven, como es el deseo de felicidad, de vida verdadera, de plenitud.
2) El testimonio hace sentir simpatía y deseos de hacer lo mismo. El joven ha visto que Jesús hace cosas buenas y él quiere hacer lo mismo, por eso a la pregunta: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?” Jesús responde con esta pregunta: “¿por qué me preguntas qué es bueno?” Como podemos descubrir el joven iba haciendo preguntas morales, de tener un comportamiento bueno, semejante al que él veía en Jesús. Pero el Señor le quiere llevar no al terreno de los comportamientos, sino a que se encuentre con quien hace posible que la vida cambie de tal manera al entrar Él en ella, que es una vida nueva la que se vive, por eso añade Jesús: “Uno sólo es Bueno”. Y se refiere a Dios mismo, a quien ha entregado a los hombres los mandamientos, por eso añade: “Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Y le recuerda algunos del Decálogo. Este es un primer paso, el Señor ha creado, ha generado un interés en el joven por Dios. Pero la conversación no termina. Pues el joven afirma así: “Todo eso lo he cumplido”. Se ve que quien se acerca a Jesús, es un joven bueno, cultivado, deseoso de vivir conforme a su ser imagen de Dios.
3) Mirada de misericordia y de amor, con una propuesta de vida. Pero Jesús va a hacer algo especial con aquél joven, quiere que viva una comunión plena con Él, desea que diga “para mí la vida es Cristo” como dijo San Pablo después de su conversión. La descripción de lo que hace el Señor para conquistar su corazón es de una fuerza singular, “poniendo los ojos en él”, es decir, le miró con la mirada de Dios y le amó con el amor mismo de Dios. El Señor quiso entrar en su vida con todas las consecuencias y que su riqueza no fuese otra más que Él, pues es en Él donde se experimenta que uno tiene Camino, está en la Verdad y tiene en su vida la Vida, por eso le dice “ven y sígueme”. En el Evangelio de San Marcos se nos dice que ante la respuesta del joven: “¿Qué me falta?”, “Jesús poniendo en él los ojos, le amó y le dijo: Una sola cosa te falta”. Aquí en el Evangelio de San Mateo es el joven quien pregunta “¿qué me falta?”. Dios llama, pero nos deja libertad para tomar decisiones en las que se juega la comunión con Dios, “si quieres ser perfecto” y perfecto sólo es Dios y a nosotros nos va llegando la perfección cuando dejamos que Él entre en nosotros.
4) Hay que tomar una decisión siempre en la vida o dejarse mirar por Dios y vivir de su amor para tener Camino, Verdad y Vida o vivir desde uno mismo, es decir o ponerse en manos de Dios o vivir en mis propias manos. Por eso, ante la pregunta “¿Qué me falta?”, la respuesta de Jesús es clara: “si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme”. La riqueza aquí tiene dos modos de presentarse: la hacienda que poseía y la riqueza de su juventud. La primera, su hacienda, es la que le hace tomar la decisión de marchar por su cuenta, sin embargo la de su juventud le llevó a fijarse en el Señor y a entrar en una conversación sincera con Él. Pero tiene que tomar una decisión. Si la toma sólo con sus fuerzas tal y como lo hizo, eligió la hacienda, es decir, quedarse en sí mismo. ¡Qué fuerza más grande tiene este momento! En ese momento cambia el clima del encuentro, cambia el semblante del joven, cambia su vida: “al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico”. Estas palabras expresan la situación de una persona cuando opta por no vivir una comunión plena con el Señor, cuando deja de incorporar a su vida a Jesucristo, queda sin Vida, sin sentido, sin verdadera riqueza, sin Camino, al margen de la Verdad, por eso marcha triste. La tristeza, la desesperanza, el agobio llega a la vida humana cuando nos quedamos encerrados en nosotros mismos, preferimos ser autosuficientes y esto mata la vida.

3.2. Entrar en la pedagogía de Jesús para realizar “el primer anuncio”:
Hay dos encuentros en el Evangelio que a mi modo de ver, pueden ser paradigmáticos para realizar “el primer anuncio”. En uno de ellos, Jesús va directamente a la persona, entra en su corazón de tal manera que comienza un dinamismo nuevo en su vida e inicia una orientación absolutamente nueva, me refiero al encuentro con Zaqueo31. En el otro lo que hace Jesús es hacer sentir que Él tiene necesidad de su persona y comienza un diálogo que lleva al interlocutor a pedirle que sacie su vida, me refiero al encuentro con la Samaritana32. Dos modos y dos procesos diferentes de realizar el anuncio, pero válidos para todos nosotros.
En este proceso de ambos, encontramos una serie de pasos que son necesarios e imprescindibles en “el primer anuncio”. Los enumero así:
1. Etapa de contacto: tiene que realizarse conectando con las vivencias y las expectativas de la existencia a quien nos dirigimos. Encontrarnos con lo positivo de esta persona, partir de su riqueza positiva aunque aparentemente exista poca, pero hay que buscarla. Jesús en Zaqueo observa la curiosidad que tiene por verlo y lo que hace el Señor es mirarlo a él: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Jesús en la Samaritana, ve la capacidad que tiene para detenerse con atención ante un judío y darle de beber: “Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: Dame de beber” y comienza una conversación tan de fondo que llega un momento en que es la samaritana la que pide a un judío de beber: “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”.
2. Etapa de conversión: tiene que hacer caer en la cuenta de los límites que tiene la vida humana, de tal manera que nuestros deseos de felicidad, de plenitud, de vida, de alegría, no se pueden realizar desde nuestras fuerzas y límites, sólo se puede construir la vida poniéndola en manos de Dios. Así lo vemos en Zaqueo, cuando Jesús en su casa, todos los que lo ven critican al Señor por haber entrado en casa de alguien con muchos límites, es un pecador oficial. Pero en el encuentro del Señor con los límites de Zaqueo, se da una experiencia singular en el corazón de Zaqueo, cambia su vida, su orientación de vida: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituiré cuatro veces más”. La cercanía del Señor agranda la geografía humana de Zaqueo, antes era raquítica y con muchos límites, ahora tiene otra versión, la que Dios mismo da a la vida, que es de reconciliación y de comunión con los demás. En el encuentro del Señor con la Samaritana, después de aquella conversación en el que Él, muestra interés por ella, pidiéndola que le dé de beber, se produce un cambio total de su existencia, pues ella reconoce sus límites exteriores e interiores: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos)”...”El que bebe de esta agua vuelve a tener sed;; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed”...”La mujer le dice: Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”. Es en esos límites de su existencia, en los que el Señor se le hace presente y patente a la samaritana: “La mujer le dice: Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo. Jesús le dice: Soy yo, el que habla contigo”.
3. Etapa de comunicación: el “primer anuncio” comunica un relato, entrega una interpretación, muestra la intervención de Dios en la historia, aproxima la persona de Jesucristo a los hombres. No trata de meter a las personas en lógica o razonamiento. Trata de aproximar lo más posible a la persona de Jesucristo. Y le hace vivir una experiencia fundante. En Zaqueo lo contemplamos con estas palabras: “Jesús le dijo: Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. En la Samaritana lo contemplamos así: “y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”.
4. Etapa de confianza: en el “primer anuncio” hay que hacer percibir que la fe en Jesucristo no es un acto irracional, sino todo lo contrario, ayuda a encontrar razones para vivir, para ser, para caminar, para estar en el mundo, para encontrar sentido a todo lo que vivimos. Solamente Jesucristo nos da luz para ver, salud para vivir y salvación que nos hace experimentar el gozo de vivir la vida siempre en comunión con Jesucristo que se presenta ante nosotros como el Camino, la Verdad y la Vida. Lo más racional es el confiar. Solamente las personas sabemos confiar los unos de los otros, solamente nosotros podemos retirar la confianza. Es la confianza que experimenta Zaqueo con Jesús: “El se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento”. Es la confianza de la Samaritana: “La mujer le dice: Señor, dame esa agua”.
5. Etapa kerigmática: Este es el núcleo central del primer anuncio. Todos los pasos anteriores son preparatorios, esta etapa es constitutiva y su contenido está en los discursos kerigmáticos del libro de los Hechos de los Apóstoles. Fijémonos en los seis primeros33, que recogen desde el primer anuncio de Pedro el día de Pentecostés hasta el discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía, están dirigidos a los judíos, excepto el quinto que se dirige a los paganos. El núcleo central del primer anuncio está en presentar a Jesucristo como una persona viva y activa que tiene capacidad de entregar la salvación, que sana y cura en la raíz. Aquí se tiene que dar una opción fundamental existencial. Se puede hacer también el primer anuncio desarrollando el aspecto trinitario y un relato breve pero profundo y fundamental en clave de historia de salvación. Esto es lo que experimenta Zaqueo, que la salvación y la sanación de su vida ha llegado con Jesucristo, cuando le ha dejado entrar en su casa, en su vida: “Jesús le dijo: Hoy ha sido la salvación de esta casa...Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Y es también lo que experimenta la Samaritana, que con Jesucristo ha entrado en su vida una novedad tan grande que no puede guardarla para sí misma: “En aquél pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: Me ha dicho todo lo que he hecho”...y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”.
CONCLUSIÓN: EL “PRIMER ANUNCIO” NECESARIO EN LA ACCIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA E IMPRESCINDIBLE EN LA NUEVA EV ANGELIZACIÓN
- Una necesidad: para quien hace el primer anuncio, invocación, fe y anuncio tienen que ir unidos. Esto lo expresa muy bien el Apóstol San Pablo: “Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquél en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? Y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!”.
- Un compromiso: servir con nuestra vida la presencia de Jesucristo. A mí siempre me impresionaron y ciertamente afectaron a mi vida, aquellas palabras del Beato Juan Pablo: “Los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy, no sólo hablar de Cristo, sino en cierto modo hacérselo ver. ¿Y no es quizá cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia y hacer resplandecer también su rostro ante las generaciones del nuevo milenio?”.
Los cristianos debemos apostar por una noción de Dios que lo defina contemporáneamente como Logos, como Creador y como Amor. Dios es el Logos porque es el origen racional, el fundamento y el sentido de toda realidad, porque es la Razón Creadora por la que el mundo ha nacido y que aparece reflejada en dicho mundo. La fe en Dios Logos supone también la fe en la fuerza creadora de la razón. Dios es también Creador porque también ha creado al hombre a su imagen y semejanza haciéndolo partícipe de la inviolable dignidad de Dios. Es propio de la fe cristiana reconocer también que Dios es Amor: la expresión más alta es la Encarnación, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios. El Amor que funda la reciprocidad de las tres Personas de la Santísima Trinidad es la causa primera y el fundamento originario de todo ser y de toda forma de vida. En síntesis: el Dios de los cristianos que es el Dios de la Razón (Logos), de la Creación (Creador) y de Amor (Amor) es también el Juez del mundo, el garante de la justicia y el corazón de toda la vida cristiana.
- Una responsabilidad: es y afecta a todos los bautizados. Tenemos que sostener la acción misionera, pues ha sido un mandato del mismo Jesús: “Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros”.
¡Qué fuerza adquieren para todos los bautizados las palabras del Apóstol San Juan!: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con sus Hijo Jesucristo”.
- Una pedagogía: hay que despertar el interés por Nuestro Señor Jesucristo y ayudar a que la fe alumbre a quien o a quienes se les despierta el interés. Todos los elementos o fundamentos de un mismo núcleo que constituye el “primer anuncio” están al servicio de la acción del Espíritu Santo. Y este núcleo se constituye por la unificación en un mismo tiempo de estos elementos:
1) la presencia de los cristianos en esta historia, compartiendo la misma con todos los hombres y manifestando con su vida y sus palabras una presencia que se hace significativa;
2) el testimonio de vida que será significativo para sus contemporáneos si su vida es expresión viva de páginas del Evangelio;
3) un diálogo abierto con todos los hombres, por el cual expresamos nuestras propias convicciones sobre Jesucristo y que da a conocer que Él es el tesoro por el cual apostamos y ponemos todo lo demás en última instancia;
4) un anuncio explicito, claro, contundente de Jesucristo, ofrecemos un anuncio pero con todo lo que es nuestra vida.
Nacer a la fe y crecer en la fe, se manifiesta como la gran tarea de la “nueva evangelización”. Y es que “el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo...debe, por decirlo así, entrar en Él (Cristo Jesús) con todo su ser, debe apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se realiza en él este hondo proceso, entonces él da frutos no solo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo".
*INTRODUCCIÓN:
ACLARACIONES PREVIAS PARA ENMARCAR LA PONENCIA
¿Qué es lo que hay que entender cuando se habla del “primer anuncio”?:
Antes de hacer una propuesta clara de lo que creo que debe ser el “primer anuncio”, me parece necesario realizar algunas aclaraciones que den marco a la ponencia o reflexión que voy a entregaros.
Ya desde el inicio de esta reflexión, quiero decir que nuestras comunidades cristianas necesitan incorporar en su vida el primer anuncio. La “nueva evangelización” lo está pidiendo. Aquella definición que hizo el Beato Juan Pablo II sobre la “nueva evangelización”, con aquellos tres elementos que la distinguen: nueva en ardor, nueva en método y nueva en expresión, nos estaba hablando ya de la incorporación del primer anuncio.
Estoy convencido de que el cansancio o la rutina de nuestras comunidades cristianas y de cada uno de nosotros, en la que a veces nos sentimos y que ciertamente nos paralizan y que es lo que las lleva a vivir como si aquí no se pudiera hacer nada, se desvanecerán si recuperamos el vigor que mana de la vida de los creyentes cuando asumen como misión de sus vidas “el primer anuncio”.
¿Qué queremos decir cuando empleamos este término primer anuncio? Entregar el anuncio explícito de Jesucristo a los hombres, es decir, el anuncio del nombre de Jesús, Hijo de Dios, y de la acción salvadora que Dios realiza por medio de su Pascua. En el primer anuncio de lo que trata es de proclamar y proponer el mensaje nuclear del Evangelio (kerigma) a quienes no conocen a Jesucristo, también a quienes un día lo conocieron pero se alejaron de Él, o a quienes creyendo que lo conocen viven la vida cristiana de una manera rutinaria y sin fuerza de interpelación para los hombres que les rodean. Se trata, en definitiva, al hacer el “primer anuncio”, de suscitar un interés tan especial y singular por Jesucristo que les pueda llevar a una adhesión viva a Él, adhesión que les haga descubrir el verdadero sentido de su vida o los remueva y les haga ver que tienen que vivir de Aquél (Piedra angular 1a Pedro 2,4-8; Efesios 2,20) en donde no peligra que vengan “vientos o tempestades” ya que la casa, nuestra vida, está construida sobre “Roca firme”.
¿Cómo podemos ser hoy los cristianos “luz” e “interpelación”? ¿Cómo llevar esa luz que es Jesucristo, para que ilumine el misterio que envuelve la vida humana y nos lleve a dejarnos envolver por el Misterio de Dios? ¿Cómo ser interpelación hoy para todos los hombres que nos encontremos en el camino, para que asumamos la responsabilidad que tenemos todos los hombres, de tomar la decisión de adherirnos a Aquél que ha salido a nuestro camino para salvarnos? ¿Cómo seguir sanando en la raíz y entregando de primera mano a los hombres, a quien es la salud y la sanación, es decir a quien es el Camino, la Verdad y la Vida, Jesucristo? Lo hemos de hacer como lo hicieron los primeros discípulos.
Hay unas características en el Nuevo Testamento muy claras del kerigma o el “primer anuncio” en cuanto a los contenidos y en cuanto a la eficacia. En cuanto a los contenidos, el kerigma o “primer anuncio” tiene este contenido preciso: muerte y resurrección de Jesucristo, donación del Espíritu Santo como acontecimiento salvador que es propuesto a la aceptación del que escucha el anuncio. Y también tiene una eficacia especial el kerigma en la proclamación misma del anuncio, cuando se acompaña del testimonio de vida de quien lo proclama, pues esto lleva una fuerza de impacto en el corazón de quien escucha y lo pone en la alternativa de abrirse o cerrarse al mensaje que se propone. Cuando hay una respuesta positiva, es cuando se da una primera adhesión o conversión a Jesucristo. ¡Qué fuerza tienen aquellas palabras del Papa Benedicto XVI, cuando nos dice: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”!
La Iglesia se edifica mediante la Palabra. La Palabra edifica a cada uno de los miembros y al conjunto de la comunidad. El primer anuncio es una misión y mandato de Jesús a su Iglesia, es un aspecto fundamental de su naturaleza y esencia. La Iglesia es criatura de la Palabra porque nace de esta palabra que también la nutre, la educa y la adorna. Sin anuncio no hay Iglesia, y sin Iglesia no se encarna el anuncio, no se visibiliza. La Iglesia vive de la Palabra de Dios, así como la palabra necesita del pueblo de Dios para que realice aquello para lo que fue pronunciada y enviada (cf. Is 55,11). La Iglesia no sólo vive de la Palabra sino que debe servirla. De modo que la existencia de la Iglesia se cimienta también a partir de este servicio y misión. Más aún, cuando la Iglesia no sirve a la palabra de Dios no responde a su naturaleza. La Iglesia es fruto de la promesa de Palabra de Dios, depende de la palabra pronunciada por Dios. Esta Palabra que da vida a la Iglesia es dada por el Espíritu de Dios y está llena de Él. El Espíritu Santo es la profusión del amor de Dios, la forma como Dios sale de sí creándose un interlocutor (la Iglesia) con el que entra en comunión a través de su Palabra.
La Iglesia tiene la misión y el reto de convertirse en el futuro de la humanidad porque es la sal y la levadura de la tierra. La Iglesia ante este reto debe partir del diálogo íntimo y de la identificación con Cristo para poder salir a anunciar el Evangelio promoviendo vida, sentido y alegría en la sociedad actual. La Iglesia que manifiesta y hace posible en la historia y en la sociedad el mandamiento de Dios, el precepto del amor, promueve a través de su anuncio la realización plena del proyecto existencial del hombre llamado a la comunión con Dios (filiación) y con los hombres (fraternidad). Ella es la comunidad que hace presente en la historia la llegada del Reino de Dios, cuyo valor supremo es la caridad que garantiza la dignidad y la promoción del hombre integral y de su mundo.
1. PRIMER ANUNCIO Y CATEQUESIS, SUS DIFERENCIAS: AMBAS NECESARIAS EN LA ACCIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA
1.1. Del nacimiento a la fe al crecimiento de la fe: dos metodologías necesarias en la acción evangelizadora de la Iglesia:
La metodología del crecimiento de la fe es la “catequesis” y ésta siempre ha estado presente en la vida de la Iglesia en todos los lugares de la tierra en los que se hace presente en su misión evangelizadora. La metodología del nacimiento es el “primer anuncio” y a veces en lugares de tradición cristiana fue sustituida en la manera singular de hacerse desde el nacimiento de la Iglesia por otras estructuras que ayudaban a nacer a la fe. Hoy es necesario que las dos metodologías, en su modo de hacerse desde los inicios de la misión de la Iglesia, se hagan presentes en la misión evangelizadora.
No es una alternativa la que presento entre las metodologías del crecimiento de la fe y las del primer anuncio. Son necesarias para la evangelización las dos. Pero sí hemos de decir que en el mundo y en la cultura que estamos no bastan solamente las del crecimiento que son las que normalmente hemos desarrollado en nuestra acción pastoral, ya que las del nacimiento a la fe nos venía dada por la familia, la escuela y la cultura. Hoy es urgente y es necesario incorporar de una manera nueva o con la originalidad del primer momento del anuncio que inició la vida de la Iglesia, las del nacimiento a la fe en la evangelización. Basta que recordemos la descripción que el Concilio Vaticano II nos hacía de nuestro mundo hace cincuenta años:
“El cambio de mentalidad y de estructuras somete con frecuencia a discusión las ideas recibidas. Esto se nota particularmente entre jóvenes, cuya impaciencia e incluso a veces angustia, les lleva a rebelarse. Conscientes de su propia función en la vida social, desean participar rápidamente en ella. Por lo cual no rara vez los padres y los educadores experimentan dificultades cada día mayores en el cumplimiento de sus tareas. Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahí una grave perturbación en el comportamiento y aun en las mismas normas reguladoras de éste. Las nuevas condiciones ejercen influjo también sobre la vida religiosa. Por una parte, el espíritu crítico más agudizado la purifica de un concepto mágico del mundo y de residuos supersticiosos y exige cada vez más una adhesión verdaderamente personal y operante a la fe, lo cual hace que muchos alcancen un sentido más vivo de lo divino. Por otra parte, muchedumbres cada vez más numerosas se alejan prácticamente de la religión.
La negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy día, en efecto, se presenta no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo. En muchas regiones esa negación se encuentra expresada no sólo en niveles filosóficos, sino que inspira ampliamente la literatura, el arte, la interpretación de las ciencias humanas y de la historia y la misma legislación civil. Es lo que explica la perturbación de muchos”.
Aunque voy a hablar del primer anuncio, ello no quiere decir que no tengamos que tener en cuenta los diversos elementos que deben integrar todo el complejo proceso que llamamos evangelización. Mi propuesta es el primer anuncio, que sabemos que en éste el principal protagonista es el Espíritu Santo y la necesidad de recuperarlo en la vida de la Iglesia, también en los países de antigua tradición cristiana. Por otra parte, poner hoy el acento en la evangelización explícita es acoger lo que el Concilio Vaticano II nos propone. Hoy resuenan de una manera urgente en nuestra vida aquellas palabras del Señor: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. Abordar el primer anuncio no quiere plantear un cristianismo individualista o de corte intersubjetivo, es una parte de un todo que en el proceso de evangelización se tiene que abordar.
1.2. Diferencias fundamentales entre el primer anuncio y la catequesis:
Me gustaría expresar cómo el “primer anuncio” está determinado por su objetivo, que es suscitar e incentivar el interés por Jesucristo y generar un movimiento en la persona hacia la fe inicial. Es el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) quien marca la meta a la que debe dirigirse el primer anuncio y que después tendrá que ser consolidado por el pre-catecumenado.
Nos dice el RICA: “De la evangelización (primer anuncio/pre-catecumenado), llevada a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con la que cada uno se siente arrancado del pecado e inclinado al misterio del amor divino”. Y además nos regala la clave en la que el primer anuncio debe suscitar en los no creyentes la “simpatía” por el Evangelio”, debe suscitar “alguna inclinación a la fe cristiana” y seguirla. ¡Qué fuerza tiene para todos nosotros el primer anuncio! Con él, la Iglesia trata de despertar al ser humano y de hacerle poner interés por Jesucristo.
Después, en la pre-catequesis o pre-catecumenado, se acoge esa inquietud y se ayuda a quien simpatiza para que tome una decisión seria por la fe y entre en un proceso progresivo de conversión en el seno de la comunidad cristiana. El primer anuncio es informal y puntual. La pre-catequesis está estructurada.
Voy a intentar describir las diferencias entre el “primer anuncio” y la “catequesis”, desde un marco en el que se vean las diferencias y al mismo tiempo la necesidad y complementariedad de ambos. Es muy importante caer en la cuenta de la diferencia:
1. El nombre del “primer anuncio” y la “catequesis” ya nos marcan la diferencia. El “primer anuncio” se le llama “kerigma” que quiere decir “pregón” o “anuncio” “predicación”, “proclamación”..., y es sinónimo de “Evangelio” o “Buena Noticia”, en el sentido de que el “kerigma” es el contenido de la “Buena Noticia”. La “catequesis” se la llama “katecho” que quiere decir guardar o retener y que es sinónimo de “didaché” o “enseñanza”.
2. Los destinatarios son diferentes: en el “primer anuncio” son quienes no conocen a Jesucristo o quienes se alejaron de Él o quienes viven una fe sin fuerza o simplemente para cumplir. Sin embargo los destinatarios de la “catequesis” son quienes ya conocen a Jesucristo y han optado por Él.
3. El objetivo es bien claro y preciso en uno y otro caso, el nacimiento de la fe y el de la conversión inicial a Jesucristo (primer anuncio); y el crecimiento de la fe y de la comunión con Jesucristo (catequesis).
4. Los contenidos en el “primer anuncio” son claros, vienen descritos en el libro de Hechos de los Apóstoles 2, 32-33. 36: “A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís (...) Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado” .También se puede ver Apocalipsis 3, 20. El método es la comunicación verbal del mensaje en clave de diálogo (Rm 10, 17). Por su parte, en la “catequesis” el contenido es la revelación de Dios transmitida en la Escritura y en la Tradición a través de la Iglesia (Biblia, Catecismo...) y el método es la exposición sistemática, progresiva y didáctica de todo el contenido de la fe, es decir lo que hay que creer, lo que hay que celebrar, lo que hay que orar y lo que hay que vivir. El “primer anuncio” lo tiene que hacer todo bautizado. La “catequesis” lo debe hacer un catequista preparado. Los lugares propios para realizarlo, en el primer caso, es en todo lugar y en el segundo, en un lugar propio de reunión.
2. NECESIDAD Y URGENCIA DEL PRIMER ANUNCIO EN LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
2.1. Los jóvenes están en una situación que el Papa Benedicto XVI ha llamado de
“gran emergencia educativa”:
Estamos acostumbrándonos a oír hablar de emergencias muy diversas en la situación actual, pero el Papa Benedicto XVI, está insistiendo en una que es fundamental y que él la califica de “gran emergencia” y se refiere a la educación. Y es que de entre todas las emergencias de las que se viene hablando en este tiempo, la más preocupante de todas es la que el Santo Padre califica de “gran emergencia educativa”. Es cierto que en esto coinciden numerosas personas de todos los ámbitos y procedencias, ya sea en el campo cultural o en el político e ideológico.
Todos sabemos que es en el campo de la educación donde mejor y mayormente se reflejan los problemas más profundos de cada época. Sin embargo, hay algunas connotaciones que hacen diferente la novedad de esta crisis o “gran emergencia educativa”. En un mundo sobresaturado de informaciones, ¡qué importante es enseñar a vivir en este mundo como persona! La novedad de la situación actual proviene de que no sabemos qué finalidades debe cumplir y hacia dónde debe orientar sus acciones, no hay norte, ni sur, ni este, ni oeste. Las finalidades están oscuras y las ideas muy débiles y raquíticas.
¿Qué podemos hacer cuando hay una confianza ingenua en un desarrollo espontáneo de la persona; cuando hay una disminución de la autoridad educativa; cuando se da un ambiente de dispersión y facilidad en el estilo de vida; cuando se manifiesta un desprestigio de los medios didácticos tradicionales y se hace sólo una opción por los métodos activos y globales; cuando se dan unas disfunciones en el sistema educativo que tienen su manifestación en la indisciplina, el desorden, la violencia en el mismo aula; cuando hay desmotivación, politización de la educación? Ciertamente todo ello trae desconcierto a nivel teórico y práctico. Y lo más perjudicados son los alumnos. Cuando faltan los criterios que hay que enseñar, transmitir y corregir, se crea una desorientación generalizada. Esas palabras que tanto bien han dado a la persona en su realización como son constancia, esfuerzo, sacrificio, responsabilidad, autoridad, parece que han desaparecido. ¿Hemos abdicado de la tarea educativa? Urge repensar en profundidad y analizar por una parte las manifestaciones de la crisis, como también dónde hunde sus raíces y dónde se encuentran las dificultades que están surgiendo. Esta la tarea a la que el Papa Benedicto XVI nos está invitando cuando nos habla de la “gran emergencia educativa”, tarea en la que de fondo está también el “primer anuncio”. Pues el desconocimiento y el ocultamiento de Dios esta en la raíz de esta “gran emergencia”. Hay situaciones que el Santo Padre nos ha descrito de una manera muy clara en las diversas y numerosas intervenciones que sobre este tema ha tenido: fracasos, comportamientos de violencia y criminalidad, ruptura de generaciones, renuncia de los padres y educadores a la misión educativa, respiración y atmósfera en la que se duda del valor de la persona, del significado del bien y de la verdad, la no entrega de certezas y convicciones. En el fondo, lo que realmente se está poniendo en juego es la concepción de hombre, la antropología y ética (moral) que subyace en estos comportamientos.
Todas las situaciones, a las que apunta el Santo Padre sobre la “gran emergencia educativa, tienen unas raíces antropológicas y culturales muy profundas.
Es necesario recordar aquí, lo que el papa Benedicto XVI nos decía en la última encíclica social, cuando nos hablaba de dónde estaba la clave para salir de la “gran emergencia” o de la crisis que él apuntaba que fundamentalmente era ética y moral: la clave no está en la técnica, sino “en una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la persona considerada en la globalidad de su ser”.
¿No está aquí la urgencia y la necesidad que tiene el ser humano de una formación integral, de una formación humanista? En esta “gran emergencia” hay que situar un aspecto muy importante y preciso, “la emergencia educativa asume un aspecto muy preciso: el de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones”.
¿A qué se refiere con esta expresión el Santo Padre? Muy en concreto a la dificultad que plantea la cultura actual, que pretende poner a Dios entre paréntesis o mejor ocultarlo, desalentando opciones de compromiso y definitivas y proponiendo satisfacciones inmediatas. El Papa Benedicto XVI, nos ha hablado de que la crisis actual hunde sus raíces en la “crisis de fe”, de ahí la invitación que nos hace permanentemente al “primer anuncio”, a la evangelización, anunciar en todas las ocasiones y circunstancias, de todas las maneras a Jesucristo, muy especialmente valorando la aportación desde el campo de la educación a la evangelización, debemos de tener claro que sin educación no hay evangelización duradera y profunda, no hay desarrollo en el crecimiento y maduración, no hay cambio de mentalidad y de cultura. El Papa insiste que hay “un clima generalizado, una mentalidad y una forma de cultura que llevan a dudar del valor de la persona humana, del significado mismo de la verdad y del bien;; en definitiva de la bondad de la vida”.
Estas dificultades, y otras muchas, hacen más urgente “el primer anuncio”. Y en este nos tenemos que implicar todos los bautizados, a todos se nos ha dicho “id y anunciad”. Este “primer anuncio” tiene unas dificultades reales para poder hacerlo con los jóvenes. El Papa nos decía que es “cada vez más difícil proponer de manera convincente a las nuevas generaciones certezas sólidas y criterios sobre los que construir su vida”.
Pero éstas, no son insuperables, es cierto que tenemos que suscitar pasión por anunciar el Evangelio. La encíclica Spe salvi nos habla de cómo la esperanza se ve acechada y en nosotros existe el riesgo de convertirnos en hombres y mujeres “sin esperanza y sin Dios en este mundo”.
Y esto produce una incapacidad para resultar creíbles y una crisis de confianza en la vida. Resulta imposible hacer el anuncio de Jesucristo y crear simpatía por Él, cuando no está claro el modelo de hombre, de experiencia humana, de calidad de vida, por lo que vale la pena hacer un compromiso.
¿Cómo hacer posible una propuesta radical de vida, como es dándole noticia de Jesucristo, a un joven que crece sin haberle entregado miradas certeras de la realidad, que ofrezcan significado y sentido, a quienes nuestra atmósfera cultural los hace en muchas ocasiones inconstantes y escépticos, que pasan de todo, donde lo que más abunda es la tendencia al “colegueo”, al igualitarismo, al todo vale, al permisivismo, al consumismo, al dejarse llevar...? ¿Quiénes tiene que hacer esto? ¿Cómo hacer posible que quienes se acerquen a los jóvenes dejen de vivir en lo que yo llamo “juvenilismo”, es decir, acercarse a los jóvenes si es adulto, no queriendo ser adulto y si es joven abdicando de su misión que es llegar a lo profundo de su vida y sepan darle a quien es capaz de cambiar todos sus horizontes y encontrar la felicidad que todo ser humano consciente o inconscientemente añora en su corazón? No hay otra forma más que hacer la opción por vivir la radicalidad del Bautismo y entregar la novedad que tenemos, de tal manera que experimentemos la necesidad de realizar una tarea urgente como es “es formar a las nuevas generaciones para que sepan entrar en relación con el mundo, apoyadas en una memoria significativa que no es solo ocasional, sino que se incrementa en el lenguaje de Dios que encontramos en la naturaleza y en la Revelación, con un patrimonio interior compartido, con la verdadera sabiduría que, a la vez que reconoce el fin trascendente de la vida, orienta el pensamiento, los afectos y el juicio”.
Es cierto que esto no es fácil realizarlo en una cultura “caracterizada por el relativismo, el consumismo y una falsa y destructiva exaltación o, mejor, profanación del cuerpo y de la sexualidad". Pero creemos y estamos seguros que la fuerza de Dios es más grande que la de los hombres.
¿Dónde se encuentran las raíces de tal “gran emergencia educativa”? Es imposible educar si falta un modelo de hombre. La “gran emergencia” de la que habla el Papa Benedicto XVI, es la expresión y manifestación de un problema más profundo, como es la crisis antropológica en la que estamos. El Papa insta a ir a las raíces, por eso nos dice: “es necesario llegar a las raíces profundas de tal emergencia para encontrar también las respuestas adecuadas a este desafío”.
Voy a intentar enumerar estas raíces, ya que en ellas se encuentra el quebrantamiento de la persona, ello nos da datos suficientes para descubrir la gran oportunidad que nos regala el Señor de anunciarle a Él y de proponer el modelo de persona que nos entrega y regala a los jóvenes:
1. El relativismo: nos dice el Papa Benedicto XVI: “En una sociedad y en una cultura que con demasiada frecuencia tiene el relativismo como su propio credo y en la que el relativismo se ha convertido en una especie de dogma, falta la luz de la verdad, más aún, se considera peligroso hablar de verdad, se considera autoritario, y se acaba por dudar de la bondad misma de la vida -¿es un bien ser hombre?, ¿es un bien vivir?- y de la validez de las relaciones y de los compromisos que constituyen la vida”.
En nuestra cultura prevalece la insatisfacción, el vacío de la existencia, se pierde el deseo y la necesidad de creer, amar y esperar. ¿Cómo proponer a los jóvenes algo válido y cierto, algo que sea convincente? Cuándo faltan cimientos ¿cómo ponerlos? “La construcción de la ciudad del ser humano se convierte en un intento lleno de sentido cuando se sabe quién es el ser humano, cuando se conoce la medida de lo humano”18. Está en juego el que la persona llegue a ser lo que en verdad es y se ponen en juego las bases de la convivencia y del futuro de la humanidad.
2. El encapsulamiento de la persona sobre sí misma: el Papa Benedicto XVI nos lo dice, “una raíz esencial consiste, a mi parecer, en un falso concepto de autonomía del hombre”.
Cerrarse en uno mismo y no abrirse a los otros y a Dios es la muerte del ser humano. Nuestra cultura provoca un falso concepto de autonomía, como es el encapsulamiento de la persona, el encerrarse en sí misma. Las tragedias que provoca esta manera de vivir las estamos observando continuamente: los jóvenes así quedan prisioneros de sus gustos, instintos, sin criterios, sin referencias, sin convicciones, esclavos del consumismo, a merced de los vientos que más fuerte soplen, de las ideas que más fuerzas tengan para dominar y de los gustos y fuerzas que sostengan los medios de comunicación social. ¡Qué tragedia el prescindir de algo que es esencial para el crecimiento y desarrollo de la persona! Como dice el Papa Benedicto XVI, la persona humana no puede prescindir de lo que le es esencial, que llega a ser ella misma a partir del otro: “El yo llega a ser él mismo solo a partir del Tú y del vosotros;; está creado para el diálogo, para la comunión sincrónica y diacrónica, y sólo en el encuentro con el Tú y el nosotros se abre el yo a sí mismo”.
Hay que superar la falsa idea de autonomía del hombre como si fuese un yo completo en sí mismo. Solamente llega a ser yo en el encuentro con el tú, con el Tú de Dios y con el nosotros. Nuestra cultura tiende a cerrar a la persona en sí mismo, dentro de sí misma, a vivir por sí misma. Sin embargo el ser humano queda definido por las relaciones que tiene, constitutivamente es un ser de relaciones y abierto a los demás y a Dios.
3. El ocultamiento de lo que es la naturaleza y la Revelación, instaura la dictadura del relativismo: Hoy se considera la naturaleza como una realidad que es mecánica, que en sí misma no contiene ningún imperativo moral, ninguna orientación de valores y por otra parte, la Revelación se la considera como una fase del desarrollo histórico y cultural que no incluye contenidos orientadores para la vida y la acción de los hombres. ¿Qué sucede cuando estas dos fuentes se ocultan? Silenciadas, todo queda reducido a un conjunto de decisiones culturales, que son ocasionales y arbitrarias, que en modo alguno valen para el presente y mucho menos para el futuro. Este es el caldo de cultivo para que florezca el relativismo, el escepticismo y el nihilismo. No hay verdad, todas las verdades son equivalentes, es decir, todo vale. Esto hiere de muerte a la persona, a la familia, a la escuela, a la cultura y declara que todo está permitido, es decir, produce un clima anémico y permisivista, que asfixia y disuelve el yo. Así la persona queda al pairo de lo que es vano, superficial, relativo, fragmentario, aparente, provisional. ¡Qué resumen más maravilloso hizo el Papa en el discurso de apertura del cónclave de donde saldría elegido Papa: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo, que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo y sus antojos”!
4. La desesperanza que es el corazón del nihilismo: Los valores esenciales quedan aniquilados o perdidos. Y desaparecidos los fines, sobran las respuestas a los por qué del sentido. El Papa Benedicto XVI nos dice que “la esperanza hace que el hombre no se cierre en el nihilismo paralizador y estéril, sino que se abra al compromiso generoso en la sociedad en la que vive, para poder mejorarla”.
Hay que convocar a los jóvenes, hay que inyectarles esperanza. Y ésta, solamente la puede entregar Jesucristo. A los jóvenes hay que llamarlos por su nombre, mostrar interés por ellos, lo necesitan. El método es el mismo de Jesucristo, “sígueme”, “ven y verás”. Esto saca de la mazmorra del nihilismo, da esperanza. Solamente lo puede hacer en verdad Jesucristo. La encíclica Caritas in veritate aporta algo fundamental sobre la centralidad de la persona. Nos dice: “la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica”.
“Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesarias para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida para la vida social”.
Detrás de todo esto está una cuestión fundamental como es la cuestión antropológica. ¡Qué diferencia más abismal entre entendernos como apertura de yo al tú, al nosotros y al Tú de Dios o entendernos solamente cerrados en nosotros mismos! “Para educar es preciso saber quién es la persona humana”.Anunciar a Jesucristo es un imperativo necesario para promover un nuevo humanismo y dar verdaderos fundamentos a la persona.
Benedicto XVI estima que estamos en un momento de la historia idóneo para proponer a nuestro continente el axioma moral que Pascal ya propuso a sus contemporáneos no creyentes, esto es, vivir y orientar su vida como si Dios existiera (veluti si Deus daretur) porque Dios no limita a nadie su libertad sino que más bien toda la existencia humana encuentra en Él un sentido y un criterio del que tenemos urgente necesidad. Nuestro Papa, por consiguiente, tiene la esperanza de impulsar un giro copernicano al axioma ilustrado (herencia de Hume) que animaba a vivir como si Dios no existiera. Actualmente los cristianos podemos dar esperanza a nuestra sociedad si hacemos memoria de la mirada de amor del Señor al mundo que custodia su verdad plena y que es la garantía última de su dignidad. Nuestro mundo espera de los cristianos que anuncien la dignidad del hombre y el respeto a la vida con su palabra y con su testimonio.
2.2 En la situación cultural que estamos y con los jóvenes que tenemos, hay que buscar la pedagogía mejor para el “primer anuncio”:
Tenemos que buscar una pedagogía que despierte al joven y lo pase de una vida que puede estar aletargada, disminuida, cansada, con dudas, sin haberse planteado los grandes interrogantes que tiene la vida, que tiene un desdibujamiento existencial; a una vida que le abra a la novedad que trae Jesucristo a la misma, a abrir su vida a horizontes nuevos, a sembrar interés en lo más profundo de su corazón por Jesucristo.
Cualquier momento es bueno para compartir la vida con quien aún no ha experimentado la cercanía de Jesucristo y el sentido cristiano de la vida. ¿Quién tiene que hacer esto? Cualquier cristiano, por el hecho de tener la vida de Cristo por el Bautismo. Pero en estos momentos, creo que están llamados muy especialmente los jóvenes. Entregar de primera mano la noticia de Jesucristo a otros jóvenes, hacer el “primer anuncio”, es de todos, hay que realizarlo bajo el signo de la misión, un bautizado representa al Señor, tiene su vida y tiene que estar pronto a anunciar con obras y palabras a Jesucristo. Pero este momento de la historia que vivimos, tiene la Iglesia necesidad de llamar a los jóvenes de una forma especial a realizarlo. Con este deseo comenzó el Beato Juan Pablo II los encuentros mundiales de la juventud, a ellos les propuso que fuesen misioneros de la fe para otros jóvenes. Para ello, quien realiza este primer anuncio, tiene que tomar iniciativas claras y precisas: 1) presencia no vergonzante en medio de la realidad suya, 2) diálogo con otros jóvenes en su realidad concreta, 3) testimonio real de vida y 4) pedir al Señor ayuda para que nos dé la palabra oportuna que lleve la sabiduría, la fuerza y la verdad de Jesucristo.
El Beato Juan Pablo II cuando comenzó a hablar de la “nueva evangelización” nos decía que tenía que ser “nueva en ardor”, “nueva en método” y “nueva en expresión”. La “nueva evangelización” nos está llamando a realizar “el primer anuncio”. Y la novedad del ardor tiene que estar en la fuerza contemplativa de quien anuncia, es decir, mostrar con nuestra vida el testimonio de la realidad de Dios que ha entrado en mi vida, me ha hecho partícipe de su vida y se ha hecho fundamento de salvación, se trata de hacer presente y casi visible al Dios cristiano, se trata de que el cristiano secunde el testimonio que Dios da de sí mismo en su Hijo Jesucristo y que haga ver que la intervención de Dios en la vida es lo que hace distinguir que hablo y vivo de Dios y no de los ídolos. La novedad del método está en que como los santos, nosotros somos método (“método”: camino, vía) para encontrase otros con Jesucristo; con nuestra vida mostremos el poder humanizador que tiene el mensaje cristiano cuando se convierte en testimonio y anuncio. La novedad de la expresión viene subrayando con nuestra vida el carácter histórico del acontecimiento cristiano en Jesucristo, poniendo en valor la condición mistérica de la fe y apoyándonos en la acción que el Espíritu Santo mismo hace en el corazón del hombre; haciendo ver con nuestra vida que el verdadero conocimiento de Dios y el acceso a su salvación solamente acontece en la relación con Él.
Este “nuevo ardor, “nuevo método” y “nueva expresión”, lo está pidiendo la misma situación que vivimos y que el Beato Juan Pablo II tan bien describía:
“Muchos europeos contemporáneos creen saber qué es el cristianismo, pero realmente no lo conocen. Con frecuencia ignoran ya hasta los elementos y las nociones fundamentales de la fe. Muchos bautizados viven como si Cristo no existiera: se repiten los gestos y los signos de la fe, especialmente en las prácticas de culto, pero no se corresponden con una acogida real del contenido de la fe y una adhesión a la persona de Jesús. En muchos, un sentimiento vago y poco comprometido ha suplantado a las grandes certezas de la fe; se difunden diversas formas de agnosticismo y ateísmo práctico que contribuyen a agravar la disociación entre fe y vida; algunos se han dejado contagiar por el espíritu de un humanismo inmanentista que ha debilitado su fe, llevándoles frecuentemente, por desgracia, a abandonarla completamente; se observa una especie de interpretación secularista de la fe cristiana que la socava, relacionada también con una crisis de la conciencia y la práctica de la moral cristiana”.
Hoy se necesitan testigos y mistagogos, es decir, hombres y mujeres que dan testimonio de Cristo por la fe en Él y que saben conducir sus vidas por el itinerario de conversión que por una parte nos abre a la acción del Espíritu Santo y por otra es capaz de reconocer la presencia salvadora de Jesucristo en la propia vida. Y con todo esto se siente capaz de conducir a otros a vivir esta misma realidad. Nuestro mundo, nos recuerda nuestro Papa, necesita de testigos de Cristo con la razón y con el corazón. Necesitamos de hombres y mujeres que a través de una fe iluminada y vivida hagan a Dios creíble en este mundo. Tenemos necesidad de hombres y mujeres cuyo intelecto esté iluminado por la luz de Dios y cuyos corazones estén abiertos a Dios, de modo que su intelecto pueda hablar al intelecto de los otros y pueda abrir el corazón de los demás. Hombres y mujeres que teniendo la mirada puesta en Dios aprendan de Él la verdadera humanidad. Sólo a través de hombres y mujeres tocados por Dios, Dios puede acercarse a los hombres.
Quien recibe este “primer anuncio”, ¿qué es lo que pide? Lo mismo que los primeros cristianos: ¿qué tengo que hacer? Y nuestra respuesta tiene que ser la misma de siempre: conviértete y cree, que se manifiesta en dos signos: la adoración en la que reconocemos a Dios como el origen y meta de la vida que se me ha revelado en Jesucristo y el cambio de vida (“metanoia”: conversión), pues descubrimos que no estamos en sintonía con Jesucristo.
3. EN LAS ENTRAÑAS DEL “PRIMER ANUNCIO” O CÓMO DECIR A LOS JÓVENES “VEN Y SÍGUEME”
3.1. ¿Cómo hizo el “primer anuncio” Nuestro Señor Jesucristo a un joven?:
Hay una manera singular en la que se concentra el contenido fundamental de “el primer anuncio” de Nuestro Señor Jesucristo, me refiero a aquella expresión que aparece en el Evangelio de San Marcos decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios.
Convertíos y creed en el Evangelio”. ¡Qué fórmula más expresiva y sintética para decirnos el contenido fundamental del “primer anuncio”! Con cuatro expresiones nos dice todo el contenido: 1) “se ha cumplido el tiempo”, es decir, ha llegado la hora, ha llegado el momento en el que se ha hecho presente la gracia de Dios por medio de la persona de Jesús;; 2) “está cerca el Reino de Dios”, es decir, anuncia el Reino de Dios, anuncia que el contenido fundamental de su predicación y de su vida va a ser hacer presente la misericordia y el amor de Dios en medio de nuestro mundo, Dios ha comenzado a ejercer su soberanía en los gestos y en las palabras de Jesús; 3) “convertíos”, es decir, hay que hacer un cambio de vida, hay que orientar la vida hacia Dios, volver a la verdadera dirección que tiene que tener nuestra vida;; 4) “creed en el Evangelio”, es decir, la conversión lleva necesariamente a la fe, hay que reconocer la verdad que se ofrece en el Evangelio que es la propia persona de Jesús. Inmediatamente, después de hacer este primer anuncio, llama al seguimiento.
Pero me quiero detener y hacer una referencia explícita a cómo hizo este anuncio ante una persona concreta, que era un joven, ya que nos puede orientar en aspectos esenciales para nosotros hacer el “primer anuncio”. Así habló e hizo Jesús un “primer anuncio” a un joven:
“Se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para
obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico”.
¡Qué fuerza tiene este coloquio del joven con Jesucristo! Tiene como cuatro partes muy diferentes el coloquio:
1) El testimonio provoca el acercamiento. El joven algo ha visto en Jesucristo que se acerca a Él. Tiene interés por su persona. Jesucristo crea en el corazón de aquél joven una simpatía. Por eso se atreve a acercarse a Jesús para hacerle la pregunta que en el fondo del corazón todo ser humano tiene y más un joven, como es el deseo de felicidad, de vida verdadera, de plenitud.
2) El testimonio hace sentir simpatía y deseos de hacer lo mismo. El joven ha visto que Jesús hace cosas buenas y él quiere hacer lo mismo, por eso a la pregunta: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?” Jesús responde con esta pregunta: “¿por qué me preguntas qué es bueno?” Como podemos descubrir el joven iba haciendo preguntas morales, de tener un comportamiento bueno, semejante al que él veía en Jesús. Pero el Señor le quiere llevar no al terreno de los comportamientos, sino a que se encuentre con quien hace posible que la vida cambie de tal manera al entrar Él en ella, que es una vida nueva la que se vive, por eso añade Jesús: “Uno sólo es Bueno”. Y se refiere a Dios mismo, a quien ha entregado a los hombres los mandamientos, por eso añade: “Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. Y le recuerda algunos del Decálogo. Este es un primer paso, el Señor ha creado, ha generado un interés en el joven por Dios. Pero la conversación no termina. Pues el joven afirma así: “Todo eso lo he cumplido”. Se ve que quien se acerca a Jesús, es un joven bueno, cultivado, deseoso de vivir conforme a su ser imagen de Dios.
3) Mirada de misericordia y de amor, con una propuesta de vida. Pero Jesús va a hacer algo especial con aquél joven, quiere que viva una comunión plena con Él, desea que diga “para mí la vida es Cristo” como dijo San Pablo después de su conversión. La descripción de lo que hace el Señor para conquistar su corazón es de una fuerza singular, “poniendo los ojos en él”, es decir, le miró con la mirada de Dios y le amó con el amor mismo de Dios. El Señor quiso entrar en su vida con todas las consecuencias y que su riqueza no fuese otra más que Él, pues es en Él donde se experimenta que uno tiene Camino, está en la Verdad y tiene en su vida la Vida, por eso le dice “ven y sígueme”. En el Evangelio de San Marcos se nos dice que ante la respuesta del joven: “¿Qué me falta?”, “Jesús poniendo en él los ojos, le amó y le dijo: Una sola cosa te falta”. Aquí en el Evangelio de San Mateo es el joven quien pregunta “¿qué me falta?”. Dios llama, pero nos deja libertad para tomar decisiones en las que se juega la comunión con Dios, “si quieres ser perfecto” y perfecto sólo es Dios y a nosotros nos va llegando la perfección cuando dejamos que Él entre en nosotros.
4) Hay que tomar una decisión siempre en la vida o dejarse mirar por Dios y vivir de su amor para tener Camino, Verdad y Vida o vivir desde uno mismo, es decir o ponerse en manos de Dios o vivir en mis propias manos. Por eso, ante la pregunta “¿Qué me falta?”, la respuesta de Jesús es clara: “si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego ven y sígueme”. La riqueza aquí tiene dos modos de presentarse: la hacienda que poseía y la riqueza de su juventud. La primera, su hacienda, es la que le hace tomar la decisión de marchar por su cuenta, sin embargo la de su juventud le llevó a fijarse en el Señor y a entrar en una conversación sincera con Él. Pero tiene que tomar una decisión. Si la toma sólo con sus fuerzas tal y como lo hizo, eligió la hacienda, es decir, quedarse en sí mismo. ¡Qué fuerza más grande tiene este momento! En ese momento cambia el clima del encuentro, cambia el semblante del joven, cambia su vida: “al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico”. Estas palabras expresan la situación de una persona cuando opta por no vivir una comunión plena con el Señor, cuando deja de incorporar a su vida a Jesucristo, queda sin Vida, sin sentido, sin verdadera riqueza, sin Camino, al margen de la Verdad, por eso marcha triste. La tristeza, la desesperanza, el agobio llega a la vida humana cuando nos quedamos encerrados en nosotros mismos, preferimos ser autosuficientes y esto mata la vida.

3.2. Entrar en la pedagogía de Jesús para realizar “el primer anuncio”:
Hay dos encuentros en el Evangelio que a mi modo de ver, pueden ser paradigmáticos para realizar “el primer anuncio”. En uno de ellos, Jesús va directamente a la persona, entra en su corazón de tal manera que comienza un dinamismo nuevo en su vida e inicia una orientación absolutamente nueva, me refiero al encuentro con Zaqueo31. En el otro lo que hace Jesús es hacer sentir que Él tiene necesidad de su persona y comienza un diálogo que lleva al interlocutor a pedirle que sacie su vida, me refiero al encuentro con la Samaritana32. Dos modos y dos procesos diferentes de realizar el anuncio, pero válidos para todos nosotros.
En este proceso de ambos, encontramos una serie de pasos que son necesarios e imprescindibles en “el primer anuncio”. Los enumero así:
1. Etapa de contacto: tiene que realizarse conectando con las vivencias y las expectativas de la existencia a quien nos dirigimos. Encontrarnos con lo positivo de esta persona, partir de su riqueza positiva aunque aparentemente exista poca, pero hay que buscarla. Jesús en Zaqueo observa la curiosidad que tiene por verlo y lo que hace el Señor es mirarlo a él: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa”. Jesús en la Samaritana, ve la capacidad que tiene para detenerse con atención ante un judío y darle de beber: “Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: Dame de beber” y comienza una conversación tan de fondo que llega un momento en que es la samaritana la que pide a un judío de beber: “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”.
2. Etapa de conversión: tiene que hacer caer en la cuenta de los límites que tiene la vida humana, de tal manera que nuestros deseos de felicidad, de plenitud, de vida, de alegría, no se pueden realizar desde nuestras fuerzas y límites, sólo se puede construir la vida poniéndola en manos de Dios. Así lo vemos en Zaqueo, cuando Jesús en su casa, todos los que lo ven critican al Señor por haber entrado en casa de alguien con muchos límites, es un pecador oficial. Pero en el encuentro del Señor con los límites de Zaqueo, se da una experiencia singular en el corazón de Zaqueo, cambia su vida, su orientación de vida: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituiré cuatro veces más”. La cercanía del Señor agranda la geografía humana de Zaqueo, antes era raquítica y con muchos límites, ahora tiene otra versión, la que Dios mismo da a la vida, que es de reconciliación y de comunión con los demás. En el encuentro del Señor con la Samaritana, después de aquella conversación en el que Él, muestra interés por ella, pidiéndola que le dé de beber, se produce un cambio total de su existencia, pues ella reconoce sus límites exteriores e interiores: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos)”...”El que bebe de esta agua vuelve a tener sed;; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed”...”La mujer le dice: Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”. Es en esos límites de su existencia, en los que el Señor se le hace presente y patente a la samaritana: “La mujer le dice: Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo. Jesús le dice: Soy yo, el que habla contigo”.
3. Etapa de comunicación: el “primer anuncio” comunica un relato, entrega una interpretación, muestra la intervención de Dios en la historia, aproxima la persona de Jesucristo a los hombres. No trata de meter a las personas en lógica o razonamiento. Trata de aproximar lo más posible a la persona de Jesucristo. Y le hace vivir una experiencia fundante. En Zaqueo lo contemplamos con estas palabras: “Jesús le dijo: Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. En la Samaritana lo contemplamos así: “y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”.
4. Etapa de confianza: en el “primer anuncio” hay que hacer percibir que la fe en Jesucristo no es un acto irracional, sino todo lo contrario, ayuda a encontrar razones para vivir, para ser, para caminar, para estar en el mundo, para encontrar sentido a todo lo que vivimos. Solamente Jesucristo nos da luz para ver, salud para vivir y salvación que nos hace experimentar el gozo de vivir la vida siempre en comunión con Jesucristo que se presenta ante nosotros como el Camino, la Verdad y la Vida. Lo más racional es el confiar. Solamente las personas sabemos confiar los unos de los otros, solamente nosotros podemos retirar la confianza. Es la confianza que experimenta Zaqueo con Jesús: “El se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento”. Es la confianza de la Samaritana: “La mujer le dice: Señor, dame esa agua”.
5. Etapa kerigmática: Este es el núcleo central del primer anuncio. Todos los pasos anteriores son preparatorios, esta etapa es constitutiva y su contenido está en los discursos kerigmáticos del libro de los Hechos de los Apóstoles. Fijémonos en los seis primeros33, que recogen desde el primer anuncio de Pedro el día de Pentecostés hasta el discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía, están dirigidos a los judíos, excepto el quinto que se dirige a los paganos. El núcleo central del primer anuncio está en presentar a Jesucristo como una persona viva y activa que tiene capacidad de entregar la salvación, que sana y cura en la raíz. Aquí se tiene que dar una opción fundamental existencial. Se puede hacer también el primer anuncio desarrollando el aspecto trinitario y un relato breve pero profundo y fundamental en clave de historia de salvación. Esto es lo que experimenta Zaqueo, que la salvación y la sanación de su vida ha llegado con Jesucristo, cuando le ha dejado entrar en su casa, en su vida: “Jesús le dijo: Hoy ha sido la salvación de esta casa...Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Y es también lo que experimenta la Samaritana, que con Jesucristo ha entrado en su vida una novedad tan grande que no puede guardarla para sí misma: “En aquél pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: Me ha dicho todo lo que he hecho”...y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”.
CONCLUSIÓN: EL “PRIMER ANUNCIO” NECESARIO EN LA ACCIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA E IMPRESCINDIBLE EN LA NUEVA EV ANGELIZACIÓN
- Una necesidad: para quien hace el primer anuncio, invocación, fe y anuncio tienen que ir unidos. Esto lo expresa muy bien el Apóstol San Pablo: “Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquél en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? Y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!”.
- Un compromiso: servir con nuestra vida la presencia de Jesucristo. A mí siempre me impresionaron y ciertamente afectaron a mi vida, aquellas palabras del Beato Juan Pablo: “Los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy, no sólo hablar de Cristo, sino en cierto modo hacérselo ver. ¿Y no es quizá cometido de la Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la historia y hacer resplandecer también su rostro ante las generaciones del nuevo milenio?”.
Los cristianos debemos apostar por una noción de Dios que lo defina contemporáneamente como Logos, como Creador y como Amor. Dios es el Logos porque es el origen racional, el fundamento y el sentido de toda realidad, porque es la Razón Creadora por la que el mundo ha nacido y que aparece reflejada en dicho mundo. La fe en Dios Logos supone también la fe en la fuerza creadora de la razón. Dios es también Creador porque también ha creado al hombre a su imagen y semejanza haciéndolo partícipe de la inviolable dignidad de Dios. Es propio de la fe cristiana reconocer también que Dios es Amor: la expresión más alta es la Encarnación, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios. El Amor que funda la reciprocidad de las tres Personas de la Santísima Trinidad es la causa primera y el fundamento originario de todo ser y de toda forma de vida. En síntesis: el Dios de los cristianos que es el Dios de la Razón (Logos), de la Creación (Creador) y de Amor (Amor) es también el Juez del mundo, el garante de la justicia y el corazón de toda la vida cristiana.
- Una responsabilidad: es y afecta a todos los bautizados. Tenemos que sostener la acción misionera, pues ha sido un mandato del mismo Jesús: “Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros”.
¡Qué fuerza adquieren para todos los bautizados las palabras del Apóstol San Juan!: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con sus Hijo Jesucristo”.
- Una pedagogía: hay que despertar el interés por Nuestro Señor Jesucristo y ayudar a que la fe alumbre a quien o a quienes se les despierta el interés. Todos los elementos o fundamentos de un mismo núcleo que constituye el “primer anuncio” están al servicio de la acción del Espíritu Santo. Y este núcleo se constituye por la unificación en un mismo tiempo de estos elementos:
1) la presencia de los cristianos en esta historia, compartiendo la misma con todos los hombres y manifestando con su vida y sus palabras una presencia que se hace significativa;
2) el testimonio de vida que será significativo para sus contemporáneos si su vida es expresión viva de páginas del Evangelio;
3) un diálogo abierto con todos los hombres, por el cual expresamos nuestras propias convicciones sobre Jesucristo y que da a conocer que Él es el tesoro por el cual apostamos y ponemos todo lo demás en última instancia;
4) un anuncio explicito, claro, contundente de Jesucristo, ofrecemos un anuncio pero con todo lo que es nuestra vida.
Nacer a la fe y crecer en la fe, se manifiesta como la gran tarea de la “nueva evangelización”. Y es que “el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo...debe, por decirlo así, entrar en Él (Cristo Jesús) con todo su ser, debe apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se realiza en él este hondo proceso, entonces él da frutos no solo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo".
jueves, 1 de noviembre de 2012
MAÑANA 2 DE NOVIEMBRE, CONMEMORACION DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
(José Ángel Crespo Flor / Cañamelar - Valencia)
En la vispera de la Conmemoración de todos los fieles difuntos y teniendo claro que hoy, 1 de noviembre es la Solemnidad de Todos los Santos, vamos a nombrar sólo a algunos que ya no están entre nosotros y que la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' quiere, en una fecha como la de mañana, recordar. Por supuesto, si alguien quiere aumentar la lista solo tiene que añadir en 'comentar' el nombre o los nombres que se le ocurran aunque eso sí, nombrando donde están enterrados
En el Cementerio General de Valencia se encuentran el pintor Jose Benlliure Gil (del que este año se celebra el 75 aniversario de su fallecimiento), el novelista Vicente Blasco Ibañez, el escultor Octavio Vicent (hijo de Carmelo Vicent), José Sanchidrian, quien fuera presidente de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' y la fosa de todos los afectados por el colera de 1885, año en que salió por vez primera el Cristo de los Afligidos, Señor, Patrono y desde entonces Protector del Cañamelar.- .
En el Cementerio del Cabañal están los párrocos del Rosario Luis Navarro y Vicente Gallart, el médico Vicente Lluch, el actor Rafael Rivelles, el futbolista Francisco Mamblona, los 'Canyamelers d' Honor: Pepita Ahumada; Ramón Crespo, Mauricio Lluch (sacerdote), Ernesto Furió y Juana Balaguer (La Pepica), los presidentes de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' Salvador Edo y José Giner y los afamados cartelistas de la Semana Santa Marinera de Valencia Abelardo Ibor y Antonio Cabrera, quien por cierto ha donado sus cuadros al Museo de la Semana Santa Marinera de Valencia. También se encuentra enterrado en el 'Nicho de La Pepica', Enrique Moreno, ex-jugador del Valencia y Valladolid y cofrade de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar'.
En el cementerio del Grao no podemos olvidar a la que fuera organista durante muchos años de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, Dª Carmen Pallás. Organista que, gracias al actual Coro Parroquial y en particular a su director Vicente R. Andreu Sanjuan, permanece 'viva' gracias a las Jornadas de Música Coral Dª Carmen Pallás.
En el cementerio parroquial de Benimaclet están el Canyameler d' Honor y párroco que fue del Rosario Vicente Esteve, el también parroco del Cañamelar José Maria Pinazo y el vicario del Cañamelar Jose Panach.
En el cementerio de Carpesa, que también es parroquial, es visita obligada el nicho donde se encuentra los restos de Carmelo Vicent, autor de la actual imagen del Cristo de los Afligidos, Imagen que sale en procesión y bajo Palio todos los Lunes Santo.
En el de Bonrepos están los restos de quien fuera vicario del Rosario y párroco de San Vicente Ferrer (Blocs Platja), Manuel Traver.
En Castellón se esparcieron las cenizas del imaginero de la 'Plaza de la Cruz del Canyamelar' Francisco Martínez Aparicio, 'Canyameler d' Honor' de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' y autor del facsimil del Cristo de los Afligidos 'Cristo de las Siete Palabras'.
Lejos de Valencia, en los cementerios de Málaga y Madrid se encuentran dos renombrados personajes del cañamelar, el artista Bernardo Ferrándiz Badenes y Ernesto Anastasio, fundador entre otras compañías de Transmediterránea
El dramaturgo Eduardo Escalante Mateu y el farmaceutico Bernardo Morales Sanmartin (los dos de Pueblo Nuevo del Mar) están enterrado en el Cementerio General de Valencia.
Dos sacerdotes que en su tiempo ocuparon el puesto de Prior de la Semana Santa Marinera de Valencia (SSMV), me refiero a los reverendos Salvador Marqués (Cristo Redentor) e Isidro Maiques (San Rafael), están enterrados en los cementerios de Sueca y Lliria respetivamente
En la vispera de la Conmemoración de todos los fieles difuntos y teniendo claro que hoy, 1 de noviembre es la Solemnidad de Todos los Santos, vamos a nombrar sólo a algunos que ya no están entre nosotros y que la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' quiere, en una fecha como la de mañana, recordar. Por supuesto, si alguien quiere aumentar la lista solo tiene que añadir en 'comentar' el nombre o los nombres que se le ocurran aunque eso sí, nombrando donde están enterrados
En el Cementerio General de Valencia se encuentran el pintor Jose Benlliure Gil (del que este año se celebra el 75 aniversario de su fallecimiento), el novelista Vicente Blasco Ibañez, el escultor Octavio Vicent (hijo de Carmelo Vicent), José Sanchidrian, quien fuera presidente de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' y la fosa de todos los afectados por el colera de 1885, año en que salió por vez primera el Cristo de los Afligidos, Señor, Patrono y desde entonces Protector del Cañamelar.- .
En el Cementerio del Cabañal están los párrocos del Rosario Luis Navarro y Vicente Gallart, el médico Vicente Lluch, el actor Rafael Rivelles, el futbolista Francisco Mamblona, los 'Canyamelers d' Honor: Pepita Ahumada; Ramón Crespo, Mauricio Lluch (sacerdote), Ernesto Furió y Juana Balaguer (La Pepica), los presidentes de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' Salvador Edo y José Giner y los afamados cartelistas de la Semana Santa Marinera de Valencia Abelardo Ibor y Antonio Cabrera, quien por cierto ha donado sus cuadros al Museo de la Semana Santa Marinera de Valencia. También se encuentra enterrado en el 'Nicho de La Pepica', Enrique Moreno, ex-jugador del Valencia y Valladolid y cofrade de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar'.
En el cementerio del Grao no podemos olvidar a la que fuera organista durante muchos años de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, Dª Carmen Pallás. Organista que, gracias al actual Coro Parroquial y en particular a su director Vicente R. Andreu Sanjuan, permanece 'viva' gracias a las Jornadas de Música Coral Dª Carmen Pallás.
En el cementerio parroquial de Benimaclet están el Canyameler d' Honor y párroco que fue del Rosario Vicente Esteve, el también parroco del Cañamelar José Maria Pinazo y el vicario del Cañamelar Jose Panach.
En el cementerio de Carpesa, que también es parroquial, es visita obligada el nicho donde se encuentra los restos de Carmelo Vicent, autor de la actual imagen del Cristo de los Afligidos, Imagen que sale en procesión y bajo Palio todos los Lunes Santo.
En el de Bonrepos están los restos de quien fuera vicario del Rosario y párroco de San Vicente Ferrer (Blocs Platja), Manuel Traver.
En Castellón se esparcieron las cenizas del imaginero de la 'Plaza de la Cruz del Canyamelar' Francisco Martínez Aparicio, 'Canyameler d' Honor' de la Hermandad 'Cristo de los Afligidos del Cañamelar' y autor del facsimil del Cristo de los Afligidos 'Cristo de las Siete Palabras'.
Lejos de Valencia, en los cementerios de Málaga y Madrid se encuentran dos renombrados personajes del cañamelar, el artista Bernardo Ferrándiz Badenes y Ernesto Anastasio, fundador entre otras compañías de Transmediterránea
El dramaturgo Eduardo Escalante Mateu y el farmaceutico Bernardo Morales Sanmartin (los dos de Pueblo Nuevo del Mar) están enterrado en el Cementerio General de Valencia.
Dos sacerdotes que en su tiempo ocuparon el puesto de Prior de la Semana Santa Marinera de Valencia (SSMV), me refiero a los reverendos Salvador Marqués (Cristo Redentor) e Isidro Maiques (San Rafael), están enterrados en los cementerios de Sueca y Lliria respetivamente
1 DE NOVIEMBRE DE 1950 (UN DIA PARA LA HISTORIA DE LA IGLESIA): PIO XII DECLARA 'EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN'
( Por la transcripción J. A. C.)
Como es sabido, el Papa Pío XII, declaró el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al Cielo el día 1 de noviembre de 1950.
Lo hizo desde el atrio exterior de San Pedro Vaticano, rodeado de 36 Cardenales, 555 Patriarcas, Arzobispos y Obispos, de gran número de dignata
rios eclesiásticos y de una muchedumbre entusiasmada, de aproximadamente un millón de personas. Definió así solemnemente, con su suprema autoridad, este dogma mariano.
A continuación, las palabras mismas que definen este Dogma, tomadas de la Bula Munificentissimus Deus:
“Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
Puede entenderse por qué se levantó un grito al unísono de parte de la multitud entusiasmada que estaba en la Plaza San Pedro: casi 1900 años de fe del pueblo y de la Iglesia en esta verdad, confirmada y ratificada por el Romano Pontífice, apelando a la infalibilidad conferida a quien es el Sucesor de San Pedro. También hubo millones de espectadores en los cinco continentes, quienes vieron en televisión u oyeron por las estaciones de radio del mundo católico, el importante anuncio papal.
A partir de ese momento ya ningún católico podía dudar del hecho de la Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo, sin apartarse de la Fe de la Iglesia.
Como es sabido, el Papa Pío XII, declaró el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al Cielo el día 1 de noviembre de 1950.
Lo hizo desde el atrio exterior de San Pedro Vaticano, rodeado de 36 Cardenales, 555 Patriarcas, Arzobispos y Obispos, de gran número de dignata
rios eclesiásticos y de una muchedumbre entusiasmada, de aproximadamente un millón de personas. Definió así solemnemente, con su suprema autoridad, este dogma mariano.
A continuación, las palabras mismas que definen este Dogma, tomadas de la Bula Munificentissimus Deus:
“Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
Puede entenderse por qué se levantó un grito al unísono de parte de la multitud entusiasmada que estaba en la Plaza San Pedro: casi 1900 años de fe del pueblo y de la Iglesia en esta verdad, confirmada y ratificada por el Romano Pontífice, apelando a la infalibilidad conferida a quien es el Sucesor de San Pedro. También hubo millones de espectadores en los cinco continentes, quienes vieron en televisión u oyeron por las estaciones de radio del mundo católico, el importante anuncio papal.
A partir de ese momento ya ningún católico podía dudar del hecho de la Asunción de María en cuerpo y alma al Cielo, sin apartarse de la Fe de la Iglesia.
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